Velké Pavlovice, capital del vino de Moravia

El otoño es el tiempo de la vendimia, ¿qué les parecería, entonces, visitar durante este Radioviaje "la capital del vino"? Así titulan a Velké Pavlovice, una ciudad pequeña en Moravia del Sur, situada a unos 30 kilómetros al sudeste de Brno.

Los primeros agricultores poblaron la localidad de Velké Pavlovice ya en el neolítico. El primer testimonio escrito sobre el pueblo data del año 1252 cuando su propietario Bocek de Obrany entregó parte del diezmo en vino al monasterio cisterciense en Zdár.

Jaroslav Susky
Hoy en día Velké Pavlovice es un importante centro vinícola que se especializa en vinos tintos entre los que destacan las variedades Frankisch, Blauer Portuguiese, y ante todo André, un híbrido de las variedades Frankisch y Saint Laurent, cultivado y seleccionado en la estación fitogenética local.

En Velké Pavlovice se les presenta una inigualable oportunidad de probar el vino directamente de la fuente, o mejor dicho, del barril. Una treintena de pequeños vitivinicultores de la ciudad decidieron seguir el ejemplo de sus colegas austríacos y abrir sus bodegas a los turistas, según nos explicó Jaroslav Suský.

"No puede haber una cosa mejor que cuando el vitivinicultor les enseña personalmente el vino diciendo: Esto lo he hecho yo. Si les gusta o no les gusta siempre sabrán quién es el responsable. De este modo se va creando un mercado estable".

A lo largo de todo el año, cada semana una pareja de vitivinicultores está preparada a ofrecerles una visita guiada por su bodega, permitirles degustar su producción y venderles a buen precio un par de botellas de un excelente vino con carácter.

Nosotros visitamos una bodega de las postrimerías del siglo XVI que desde las guerras napoleónicas, precisamente desde el año 1809, está en posesión de la familia Suský y Stambacher.

Por la escalera bajamos al taller donde se elaboran las uvas después de ser cosechadas.

"Tenemos aquí un trullo fabricado en el año 1936 por el herrero Frantisek Petr de Velké Pavlovice. Es un trullo hidráulico horizontal y hasta hoy funciona perfectamente. El único servicio de mantenimiento que necesita es el cambio de aceite. Durante todos esos años tan sólo dos o tres veces fue necesario cambiar también las piezas bajo los pistones", apuntó Jaroslav Suský.

En el taller se encuentra además un trullo de tornillo del año 1809 y modernizado en el año 1859, en que el original tornillo de madera fue sustituido por un tornillo metálico. A pesar de que también esta máquina funciona, la familia no la usa porque es demasiado grande. Toda la cosecha se elaboraría en dos o tres turnos, lo cual impediría distinguir diferentes variedades de vino, explicó Jaroslav Suský.

Abrimos otra puerta y bajamos a la propia bodega, un corredor de 34, 5 metros de longitud a lo largo de cuyas paredes están ubicados barriles de madera de diferentes tamaños.

"La bodega es muy antigua y la tierra por encima de nosotros es muy calcífera. Las estalactitas pequeñas que cuelgan del techo es la cal que se filtró durante esos 400 años. Les advierto que la cal se puede lavar de la ropa sólo con unas tijeras".

El señor Suský precisó que la capacidad total de los barriles es de 6 mil litros, suficiente para absorber la cosecha de las dos hectáreas de vid que posee la familia. En los barriles de madera, de los cuales algunos fueron fabricados por artesanos de Velké Pavlovice ya hace 80 años, el vino tinto reposa en promedio diez meses.

"Un barril es diferente. Es un barril tipo barrica, especialidad de las tierras del Sur. En la República Checa poca gente sabe que dos terceras partes del vino que se bebe en el mundo recibió el tratamiento de barrica, es decir reposó en barriles de madera quemados por dentro o en recipientes de acero inoxidable revestidos por dentro con tablas de madera, virutas etc. para dar al vino un gusto de cereza negra, café, avellana. Este barril es de Bulgaria y lo usamos para producir la variedad Frankisch con huellas de guinda negra".

Nos despedimos de la bodega de la familia Suský y Stambacher y nos dirigimos a una empresa vinícola más grande. Los vinos de Radomil Baloun fueron premiados en prestigiosas exposiciones en Bruselas, Bélgica, París, Francia, y Verona, Italia.

La empresa, que hoy tiene veinte empleados, nació en el año 1990. Los viñedos de Baloun ocupan unas 90 hectáreas. Las uvas se elaboran en la cercana ciudad de Hustopece, el embotellamiento y la venta se realizan en Velké Pavlovice, en los espacios de una granja procedente de los tiempos de la emperatriz María Teresa.

Desde sus comienzos, la empresa Baloun suministra vino al Castillo de Praga, sede del Presidente de la República. El dueño entabló contactos comerciales al cumplir el servicio militar en la Guardia del Castillo, según nos reveló el encargado principal de la bodega Baloun, Leos Horák.

El vino está destinado a recepciones oficiales, banquetes con motivo del juramento solemne de la Guardia del Castillo y otros eventos prestigiosos.

"Las botellas llevan una etiqueta especial que indica la denominación ´vino de la Guardia del Castillo´, la variedad, quien embotelló el vino etc. Se trata de una edición especial que no se puede comprar en ninguna parte. Produjimos también una serie limitada de Chardonnay, cosecha 2000, con motivo del fin del mandato de Václav Havel. El vino fue encargado por el propio presidente. Durante la despedida solemne en el Teatro Nacional ofrecimos el vino con una etiqueta diseñada por su esposa Dagmar. En la etiqueta apareció un corazón, que Václav Havel suele agregar a su firma. Guardamos almacenadas todavía unas 300 botellas de este vino, es posible comprárselo. Cada botella tiene su número y cuesta unas 250 hasta 300 coronas", indicó Leos Horák.

El vino nos acompaña en Velké Pavlovice a cada paso. Los ciclistas pueden salir a la vía "A través de la región de André".

Los amantes de la buena comida pueden visitar en agosto la matanza tradicional del cerdo.

Y a principios de septiembre se celebra la fiesta de la vendimia.

Roman Veverka
Según nos explicó uno de los organizadores principales de estos festejos, Roman Veverka, a la vendimia le precedía tradicionalmente el "cierre del monte".

"Se trataba de un cierre simbólico del viñedo cuando las uvas entraban en la última fase de la maduración, ya que existía el peligro de que alguien pudiera dañar o robar la cosecha. El monte lo representaba un palo decorado con flores, hierbas, hojas, trigo, etc., que se clavaba en la tierra. A partir de ese momento nadie, excepto el dueño, podía entrar en el viñedo. Por la violación de esta prohibición se imponían castigos muy duros. También había excepciones, por ejemplo, una mujer embarazada podía arrancar tres uvas, pero tenía que enterrar la raspa".

Esperando la cosecha los viticultores se reunían en sus bodegas, debatiendo sobre los sucesos del año anterior y resolviendo los problemas del pueblo. Naturalmente, no faltaba el vino en la mesa, así que a menudo las mujeres esperaban en vano a sus esposos con la cena.

Cuando los viticultores y los concejales llegaron a la conclusión de que la cosecha estaba madura, se abría el monte y empezaba la vendimia.

La vieja tradición del "cierre del monte" se escenifica cada año en la fiesta de la vendimia. En Velké Pavlovice se reúnen elencos folclóricos de la región, así como de la vecina Eslovaquia, por la ciudad pasa un desfile de jóvenes y mayores a caballo, a pie o en carros, vestidos con trajes tradicionales, se baila, canta y ante todo se degusta el vino.

Nuestro Radioviaje a la "capital del vino" de Velké Pavlovice termina. Cedamos la palabra final al viticultor Jaroslav Suský.

"Todo lo que está relacionado con el vino empieza en la viña. Se dice que el noventa por ciento del vino se produce en el viñedo. Cuando viene del viñedo una uva madura, limpia, de calidad, resulta bastante difícil hacer un vino malo. Y al revés".

Foto: Martina Schneibergova

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