La Plaza Pequeña de Praga

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Esta vez decidimos permanecer en Praga y llevarles en este Radioviaje a un lugar que, a pesar de encontrarse en pleno centro de la capital checa, es de alguna forma desapercibido por los turistas, por hallarse en las inmediaciones de una de las plazas más concurridas de la ciudad, la Plaza de la Ciudad Vieja Praguense.

La meta de nuestra visita es la Plaza Pequeña, aledaña a su hermana mayor. Y en nuestro recorrido nos acompañará la historiadora checa, Jirina Chrastilová, que de Praga conoce casi todo...

A cada turista que visita Praga suele recomendársele que, para conocer la ciudad a fondo, hay que caminarla. Sólo así se puede conocer la zona del Castillo de Praga en una de las márgenes del río Vltava que atraviesa la ciudad...

...y sólo así, cruzando a pie el Puente de Carlos, y llegando a la margen opuesta del río, es posible visitar las estrechas calles del casco histórico de la ciudad que datan del medioevo y, levantando la cabeza, admirar los antiguos palacios y casas burguesas - testigos silenciosos del correr de la historia.

Uno de los lugares más interesantes de la capital es, sin lugar a dudas, la Plaza de la Ciudad Vieja Praguense. En el siglo XI fue el principal mercado medieval de la ciudad y el cruce de caminos comerciales, posteriormente fue escenario de acontecimientos significativos de la historia de la nación checa, destinación que conserva hasta la actualidad.

A un costado de la plaza se levanta el antiguo Ayuntamiento de la ciudad con un singular horologio - un verdadero imán para los turistas. La plaza está rodeada de edificios que reflejan casi todos los estilos arquitectónicos: el gótico, el renacentista, el barroco, el rococó y, si entráramos a los sótanos de algunas de las casas locales, encontraríamos también residuos de obras románicas.

Pero como la meta de nuestro Radioviaje de hoy en Radio Praga es otra, abandonamos la Plaza de la Ciudad Vieja Praguense y, dejando el Ayuntamiento a nuestra mano derecha, proseguimos caminando unas pocas decenas de metros más en dirección a la calle Carlos y al puente del mismo nombre....

....y en unos pocos minutos más nos detenemos, pues ya llegamos al lugar de destino, a la Plaza Pequeña. Aquí cedemos la palabra a nuestra acompañante, la historiadora Jirina Chrastilová.

"La Plaza Pequeña es una típica plaza medieval. Su forma triangular nos hace suponer que originalmente en el lugar había un cruce de rutas comerciales. En la Edad Media, a su vez, existía aquí un mercado de frutas y verduras. Disponemos de testimonios que nos revelan que junto al mercado se asentaron en el medioevo comerciantes que llegaron a nuestras tierras desde el Oeste, del actual territorio de Francia."

Las primeras obras de construcción fueron realizadas en la Plaza Pequeña durante la era románica, con la primera ola de colonización del lugar, lo que testimonian los sótanos románicos de varios edificios que hoy rodean la plaza. Además, las recientes investigaciones arqueológicas revelaron otra curiosidad y es que por debajo de la Plaza Pequeña hay un antiguo cementerio, sin que hasta el momento se llegara a descubrir a qué se debió la existencia de ese camposanto en el lugar.

Pero esa no es la única curiosidad que se vincula con el lugar, según nos contó Jirina Chrastilová.

"Los edificios románicos de piedra fueron surgiendo en el territorio de la Ciudad Vieja Praguense alrededor del siglo XII, y como entonces los terrenos locales se encontraban varios metros más abajo en comparación con los tiempos posteriores, ocurrió algo bastante curioso. Cuando un siglo más tarde fueron construidas en torno a la ciudad las fortificaciones medievales y se procedió al levantamiento de nuevos edificios góticos, las plantas bajas de las antiguas construcciones románicas llegaron a encontrarse varios metros por debajo del nuevo pavimento, transformándose por tanto en sótanos."

Uno de los edificios en la Plaza Pequeña que hasta hoy ha conservado sus sótanos románicos es la Casa Rott, la obra arquitectónica local de mayor atractivo. También su historia es bastante curiosa, cabiendo mencionar al menos que en el edificio que precedió a la Casa Rott fue publicada en el año 1488 la primera Biblia checa de Praga.

"Poco a poco y gracias a varias reconstrucciones, el edificio se convirtió en uno de los más lujosos en la plaza. Esto fue posible gracias a que sus dueños que, naturalmente iban cambiando con el correr de los años, fueron siempre gente adinerada, mayormente familias de comerciantes. Y como tenían recursos, cada uno fue acondicionando la obra a sus necesidades".

La historiadora checa, Jirina Chrastilová señaló que el mayor auge lo registró el edificio en el siglo XIX, cuando se radicó en él el empresario Josef Vincenc Rott, transformándolo en una de las mejores ferreterías de Praga.

La ferretería Rott se mantuvo en la Plaza Pequeña hasta los años noventa del siglo XX, cuando sus nuevos dueños iniciaron en él la venta de productos alimenticios y posteriormente se convirtió en una enorme tienda de productos de cristal. Estos últimos cambios provocan hasta hoy una profunda nostalgia en muchos habitantes de Praga, quienes extrañan su ferretería predilecta.

El aspecto arquitectónico actual de la Casa Rott se debe a su retoque neorenacentista realizado a finales del siglo XIX por el arquitecto Eduard Rechziegl. La fachada del edificio está ricamente decorada por pinturas del destacado pintor checo del siglo XIX, Mikolás Ales, quien logró reflejar en sus pinturas murales la predestinación del edificio. Así dibujó aquí por ejemplo a un obrero y una campesina que se sirven en sus labores de instrumentos vendidos en la tienda Rott.

En el frontón del edificio podemos ver a su vez el signo histórico de la casa, tres rosas blancas. La historiadora, Jirina Chrastilová, nos contó que con ese signo está vinculada una de las antiguas leyendas populares praguenses.

"El edificio se había llamado antaño también "La casa de las tres rosas blancas". Una antigua leyenda popular narra que en el medioevo, uno de los propietarios del edificio tenía tres hermosas hijas, siendo todas, no obstante, muy presumidas. Querían casarse todas con un hombre joven y rico y todo aquél que no cumplía esos requisitos era rechazado. Finalmente lograron casarse las tres según lo habían soñado. Pero cuál fue la sorpresa y el espanto de las hermanas cuando descubrieron que se habían casado todas con un mismo hombre, un embustero que, tras apoderarse del dote de las tres hermanas, las abandonó y desapareció para siempre. Las tres hermanas quedaron en la miseria y nadie más quiso casarse con ellas".

Además de la larga tradición de la ferretería en la Plaza Pequeña de Praga, el lugar tuvo también otro significado especial. Fue aquí donde existió la primera farmacia de la capital, según señala Jirina Chrastilová.

"La tradición farmacéutica en la Plaza Pequeña data del siglo XIV, cuando se asentaron aquí los primeros boticarios, procedentes de Italia. Entonces existían en este lugar varias farmacias. Durante los siglos posteriores fueron cambiando de lugar, pero siempre alguna quedó en esta plaza. Y hasta el presente, la tradición se mantiene, aunque hoy en día en la Plaza Pequeña encontramos ya sólo una farmacia".

En el centro de la Plaza Pequeña de Praga hay una fuente de agua con una hermosa reja que hoy en día sirve de decoración. Jirina Chrastilová también nos habló sobre las fuentes en Praga.

"Las fuentes fueron apareciendo en Praga a partir del siglo XV, pero no todas servían para la distribución de agua potable, puesto que la mayoría de los edificios tenían sus propias fuentes de agua en los sótanos o en los patios. Esta fuente con reja renacentista data también de tiempos remotos, siendo restaurada en el siglo XIX. En Praga se han conservado sólo unas cuantas fuentes semejantes".

La historiadora, Jirina Chrastilová indicó que antaño las fuentes de agua eran concebidas también como un cierto lugar social, reuniéndose por las tardes junto a las mismas los vecinos para descansar y debatir cuestiones diversas.

Finalizando la visita a la Plaza Pequeña de Praga, también nosotros nos sentamos en las bancas junto a la fuente y observamos la vida al derredor, siguiendo el ejemplo de nuestros antepasados.

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