El Museo de la Ciudad de Praga presume de la mayor colección de artefactos gremiales del mundo. El oficio más honrado y otras curiosidades sobre estas asociaciones de diferentes oficios serán los temas del siguiente programa.
El palacio de Ctěnice, foto: Dominika Bernáthová
Hana Klabanová, foto: Dominika Bernáthová
Panaderos, carniceros, zapateros, herreros. Estos y más artesanos se
agrupaban desde la Edad Media en los llamados gremios, asociaciones
laborales cuyo papel consistía en defender los derechos de sus miembros,
controlar la calidad y los precios de los respectivos productos y formar a
nuevos trabajadores.
La tradición de los gremios empezó a echar raíces en el Viejo Continente en el siglo XI, de la mano del fenómeno de las crecientes urbanizaciones. El Museo de la Ciudad de Praga (Muzeum hlavního města Prahy) guarda en sus archivos más de 600 artefactos relacionados con los gremios, lo que la convierte en la colección más grande del mundo. Una tercera parte de los objetos conforma la exposición permanente 'Oficios en Orden' ('Řemesla v pořádku'), exhibida en el Palacio de Ctěnice, en Praga. La administradora del palacio, Hana Klabanová, destacó para Radio Praga la importancia social de los gremios en el pasado.
La exposición 'Oficios en Orden' (Řemesla v pořádku) Dominika Bernáthová
“Los gremios cobraban a sus miembros unas tasas especiales con el fin de
utilizar los recursos recaudados para apoyar a huérfanos, viudas y
trabajadores cuyo estado de salud les impedía seguir con su oficio.
También financiaban funerales”.
Asociarse a un gremio significaba para los artesanos el privilegio de gozar de una serie de ventajas, como el intercambio de experiencias o la mayor facilidad a la hora de propugnar los intereses laborales ante las autoridades.
Con la creciente urbanización de Praga aumentaba también el consumo, lo que concentró en la ciudad a una considerable cantidad de especialistas de varios oficios. El mayor número de trabajadores estaba vinculado con el sector alimenticio, seguido de la sastrería y la herrería. La creciente construcción atraía a la capital también a albañiles, carpinteros y canteros.
Foto: Dominika Bernáthová
No obstante, el oficio más honrado en la Edad Media fue la carnicería, ya
que este alimento formaba una parte importante de la dieta medieval. El
prestigio de este oficio se reflejaba especialmente en los desfiles
celebrados con motivo de los festejos municipales, donde los carniceros
caminaban justo detrás de los concejales; por delante de los joyeros,
plateros y otros artesanos. La carnicería representaba en el pasado un
oficio exclusivamente masculino. Si bien las mujeres se veían
discriminadas para desempeñar algunos oficios, su papel en el
funcionamiento de los gremios era imprescindible, explica Klabanová.
“Todos los jefes de gremios se veían obligados a casarse, dado que la
mujer se ocupaba tanto del funcionamiento del negocio como del hogar.
Mientras que el hombre se dedicaba solamente a su oficio y a la formación
de sus aprendices, la mujer cuidaba la casa. En caso de que un líder de
gremio se quedara viudo, tenía que volver a casarse lo antes posible para
tener a alguien que se ocupara del hogar. No obstante, cuando la mujer se
quedaba viuda, no tenía que casarse ya que tenía la capacidad de
administrar la casa y el oficio. No necesitaba a un hombre y contaba con el
apoyo de otros trabajadores y todo seguía funcionando”.
La Última Cena del herrero artístico Isaac de la Ciudad Vieja, foto: Dominika Bernáthová
Cofres gremiales, foto: Dominika Bernáthová
Los miembros de los gremios organizaban unos encuentros regulares. Cada
reunión comenzaba con la apertura del cofre gremial que cada agrupación
artesanal poseía para guardar documentos, recaudar tasas de sus miembros,
pero también cobrar multas por la violación de reglas internas. Los
cofres estaban decorados con los símbolos de los respectivos oficios.
Muchos se encuentran exhibidos en el Palacio de Ctěnice. Cada jefe de
gremio poseía un cetro al que daba uso en las ceremonias de bienvenida a
nuevos miembros. Los artesanos organizaban asimismo desfiles solemnes en
ocasiones como la coronación de un nuevo rey o los festejos religiosos. En
ellos lucían sus estandartes heráldicos cuyas dimensiones crecían siglo
tras siglo, hasta resultar peligrosas, prosigue Klabanová.
“Durante las procesiones alegóricas protagonizadas por los miembros de los gremios, los estandartes a veces se desplomaban a causa del viento y por sus dimensiones y peso causaban heridas a las personas. Tras la subida del Emperador José II de Austria al trono, se establecieron unas dimensiones uniformes de 60 x 90 centímetros para los estandartes de todos los gremios”.
Las pnturas al fresco renacentistas, foto: Dominika Bernáthová
En el Palacio de Ctěnice se exhibe un valioso estandarte de los carniceros
procedente del siglo XVIII, que cuenta con tres metros de altura y dos de
anchura. En una cara aparece el retrato del emperador Carlos VI y un león
en la otra. El autor de los retratos es el afamado pintor austríaco Johann
Gottfried Aurbach, de quien se han conservado escasas obras en las
colecciones artísticas checas.
Entre los artefactos exhibidos destaca también una serie de piezas que los aprendices presentaron en sus exámenes finales. Una de las obras más admiradas procede de las manos del herrero artístico Isaac de la Ciudad Vieja, representando la Última Cena de Jesucristo. La importancia de los gremios en el campo educativo era inmensa. No obstante, los interesados en ingresar en un gremio tenían que cumplir con el requisito de haber sido aprendiz de uno de sus miembros. Los candidatos tenían que presentar asimismo un certificado sobre su bautizo y demostrar que sus padres conformaban un matrimonio ordinario. Por último, era imprescindible ser residente de la ciudad en la que se solicitaba la membresía, es decir, tenía que ser propietario de una casa.
Foto: Dominika Bernáthová
En el siglo XVIII, los gremios empezaron a enfrentar unas fuertes olas de
críticas a lo largo del Viejo Continente. Uno de los críticos más
abiertos era el filósofo francés Jean-Jacques Rousseau y el economista
escocés Adam Smith. Los reglamentos internos de los gremios abolían la
competencia y renegaban del comercio libre. Al mismo tiempo, conservaban
antiguos procedimientos tecnológicos que disuadían la llegada de métodos
modernos. La innovación estaba permitida, pero después de que la
aprobaran todos los miembros del gremio. Especialmente en las Tierras
Checas, la introducción de las nuevas tecnologías se quedaba bastante
atrás en comparación con otros países europeos. Estos y otros motivos
llegaron a ser la causa de la disolución de los gremios en 1859, aproxima
Hana Klabanová.
Foto: Dominika Bernáthová
“Fueron disueltos a la fuerza por obstaculizar el desarrollo de la
industria, limitar la producción, la venta y la competencia. Después de
la Revolución Industrial la situación era insostenible. Su disolución
significó, no obstante, el fin de la formación de nuevos trabajadores.
Más tarde se instauró un sistema educativo profesional”.
Según se puede ver en la exposición, el fin del fenómeno de asociarse según los diferentes oficios no ha llegado del todo. Hoy día se asocian no solamente los oficios tradicionales como pasteleros, peluqueros o herreros, sino también los modernos, como informáticos, trabajadores en el sector turístico o en los museos. Su funcionamiento se basa en algunos principios similares a los de los gremios medievales, es decir, la defensa de los derechos laborales e intercambio de experiencia, entre otros.