La ciudad de Pardubice

Palacio de Pardubice

La meta de nuestra excursión será esta vez la ciudad de Pardubice, a cien kilómetros al este de la capital checa. Aunque conocida sobre todo como escenario de la Gran Steeplechase y centro de producción del pan de especias, el dulce típico checo de sabor condimentado, la ciudad tiene también una rica historia, valiosos monumentos, una importante industria química y una variopinta vida cultural.

La ciudad de Pardubice está situada en el propio centro de la República Checa, en la confluencia de los ríos Elba y Chrudimka. Se extiende en una llanura muy fértil donde siempre han existido muy buenas condiciones para la agricultura.

La primera mención de la ciudad se remonta a mediados del siglo catorce cuando era la sede de la estirpe aristocrática conocida como "Los Señores de Pardubice". Procedió de ella, por ejemplo, Arnost de Pardubice, el primer arzobispo de Praga y destacado consejero del rey checo y emperador romano-germano, Carlos IV.

En su escudo, los Señores de Pardubice tenían la mitad de un caballo blanco con un freno de oro en fondo rojo. Frantisek Sebek, el director del Museo de Bohemia Oriental, con sede en Pardubice, señala que al escudo, municipal desde el siglo XVI, se vincula una leyenda.

"La leyenda data del año 1158 en el que las tropas del emperador romano- germano, Federico Barbarroja, sitiaban la ciudad italiana de Milán. En la campaña participó también el rey bohemio Vladislav. Una noche, un grupo de caballeros checos, liderados por Jesek de Pardubice, irrumpieron en la ciudad enfrentándose contra la superioridad de los milaneses. Cuando huían de Milán, la reja de la puerta cayó sobre el caballo de Jesek, cortándolo en dos".

Frantisek Sebek precisa que Pardubice vivió el primer período de auge entre los años 1490 y 1560, poseída por la poderosa familia de los Pernstejn.

"El primer propietario del feudo, Vilém, gozaba de la plena confianza del rey checo Ladislao de Jaguellon quien le nombró intendente del Reino. Vilém hizo de Pardubice su sede representativa, construyendo un precioso palacio renacentista que mandó amurallar con un fuerte e ingenioso sistema de fortificaciones. Gracias a este sistema la ciudad nunca fue conquistada, ni siquiera durante la Guerra de los Treinta Años".

Bajo el control de los Pernstejn, en Pardubice prosperaron los oficios y la ciudad disfrutaba de una gran variedad de privilegios. Desgraciadamente, la tercera generación de los Pernstejn quedó en bancarrota y, debido a su enorme endeudamiento, tuvo que vender Pardubice al rey en 1560.

En el siglo XVII, la ciudad resistió al sitio de las tropas suecas, pero, desgraciadamente, resultó casi completamente destruida por un incendio. Y no fue hasta un siglo después que Pardubice se recuperó de las atrocidades de la Guerra de los Treinta Años. Ésta es la razón por la que hay en la ciudad muy pocos monumentos barrocos.

Frantisek Sebek agrega que el segundo período de abundancia coincidió con la llegada del ferrocarril a Pardubice.

"En 1845 fue puesto en marcha el ferrocarril entre Praga y la ciudad morava de Olomouc y Pardubice se convirtió en una de las estaciones cruciales. El tren atrajo a la ciudad la industria y ésta, por su parte, a la gente. En treinta años, la población de Pardubice se duplicó. Y por supuesto, el desarrollo industrial contribuyó al florecimiento cultural y social de la ciudad".

En lo que al palacio construido por los Pernstejn se refiere, Frantisek Sebek matiza que corrió un triste destino.

"Abandonado por los Pernstejn, el palacio sirvió para fines múltiples, como almacén, como fábrica de cerveza... A finales del siglo XVIII se ubicaron en él soldados jubilados. Los muebles originales desaparecieron y gran parte de las pinturas murales no logró conservarse. La Asociación del Museo compró el palacio en 1920 en un estado lamentable. Su renovación fue interrumpida por el golpe del Estado comunista en 1948 y fue reanudada tan sólo en los años noventa".

El palacio de Pardubice es ahora la sede del Museo de Bohemia Oriental. En 2000 fue abierta la primera exposición permanente, la del vidrio contemporáneo checo, la mayor colección de este tipo en la República Checa. Además de esto, los visitantes pueden ver en el palacio también la única colección de armas de fuego de caza.

En la actualidad, la ciudad de Pardubice tiene noventa mil habitantes y, según explica su alcalde mayor, Jirí Stríteský, la población sigue disminuyendo.

"Resulta que las aldeas adyacentes son muy atractivas para los habitantes que prefieren vivir en su propia casa con jardín que vivir en un apartamento en la ciudad. Por supuesto, en la baja del número de los vecinos influye también el descenso de la natalidad en general".

El desempleo alcanza en Pardubice el 5, 3 por ciento, con lo que se sitúa por debajo de la tasa media de paro que sobrepasa en el país el nueve por ciento.

"El ayuntamiento se esfuerza por crear nuevos puestos de trabajo pero yo poco a poco llego a la conclusión de que las personas que representan este cinco por ciento estarán desempleadas siempre porque no quieren trabajar. Le doy un ejemplo: La empresa taiwanesa Foxconn, que en Pardubice produce ordenadores, debe emplear a mil eslovacos y trabajadores de otros países de Europa Oriental. La ciudad inició además una construcción masiva de viviendas para que la gente se mude aquí en busca de trabajo, pero por el momento en vano".

En Pardubice residen importantes fábricas químicas que, no obstante, ya no dañan el medio ambiente. Las depuradoras de aguas residuales incluso permiten que la gente pueda bañarse nuevamente en el río Elba.

Pardubice mantiene cordiales relaciones con varias ciudades hermanadas de Europa Occidental, con la sueca Skelleftea, la italiana Rosignano Marittimo o la alemana Schonebeck, puntualiza Stríteský.

"Subrayo sobre todo la cooperación con la ciudad inglesa de Doncaster y la italiana Merano porque las dos comparten con Pardubice una larga tradición de carreras hípicas. Pero resalto, nuestra colaboración no atañe solamente la equitación, sino que también el intercambio cultural y económico. En el próximo mes de octubre celebramos diez años de amistad con la ciudad holandesa de Doetinchem que resulta muy fructífera para nosotros principalmente desde el punto de vista económico".

Pardubice es el destino de los aficionados a la equitación de toda Europa, porque además de la famosa Gran Steeplechase, organiza también muchas otras actividades relacionadas con este deporte. Se trata, por ejemplo, de las Jornadas Nacionales de Hípica, cada una dedicada a una nación y auspiciada por el embajador del país correspondiente.

Para promover el turismo, el ayuntamiento trata de incentivar la hostelería, construye sendas para turistas y ciclistas y organiza recorridos en barco por el río Elba.

El alcalde mayor, Jirí Stríteský, enfatiza que en la ciudad se efectúa un gran número de eventos culturales y deportivos.

"Tenemos un teatro y una orquesta de cámara. Hablé de las carreras hípicas pero tengo que mencionar asimismo la competición internacional el "Casco de Oro", la carrera de motos en pista más antigua de Europa cuya historia data de la Checoslovaquia de Entreguerras. Cada año acuden a esta competición decenas de miles de aficionados de todo el mundo".

Y cuando lleguen a Pardubice, no olviden visitar su plaza céntrica con pintorescas fachadas en el estilo rococó y clasicista y los restos de los hastiales pintados del período gótico tardío.

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