El licor "Becherovka", galletas redondas y rosas petrificadas

Tesoros de la ciudad de Karlovy Vary

La ciudad de Karlovy Vary, Bohemia Occidental, es uno de los balnearios más renombrados del país. Esta localidad destaca, además, por tres cosas especiales: una se puede beber, otra se puede comer y la tercera sirve de adorno.

Vřídlo,  Karlovy Vary | Foto: Barbora Němcová,  Radio Prague International
En el subsuelo de la ciudad de Karlovy Vary, situada en la confluencia de los ríos Teplá y Ohre, brotan numerosas fuentes termales con gas carbónico, cuya temperatura alcanza unos 70 grados centígrados.

La gente aprovechaba los baños de agua termal ya en la Edad Media, y el tratamiento era bastante drástico: Los pacientes permanecían en el agua caliente incluso diez horas al día, hasta que se les arrugaba la piel. En aquél entonces se creía que por las arrugas la enfermedad escaparía del cuerpo, y es posible que algunas personas hubieran fallecido a causa de ese duro tratamiento, dice con énfasis el guía Radek Volf.

"La gente luego descubrió que el agua era potable y empezó a realizar curas con agua, al principio también bastante duras. El tratamiento duraba seis semanas aprovechando las llamadas »curas piramidales«, es decir, que aumentaban sucesivamente las dosis de agua que el enfermo tenía que beber cada día. En la mitad del tratamiento, los enfermos tenían que beber cada día hasta nueve litros de agua mineral."

Según agregó Radek Volf, tal vez por eso hay tantos aseos públicos en la ciudad de Karlovy Vary...


Descubierto de las fuentes curativas
La ciudad de Karlovy Vary fue fundada en 1349 por el rey Carlos IV. Según indicó Stanislav Bocharovic, del museo local, el soberano descubrió las fuentes curativas al perseguir a un ciervo.

"Según cuenta la leyenda, Carlos IV comprobó en sus carne propia los efectos beneficiosos de las aguas al lavar su pierna herida. Su pierna se curó rápidamente y el soberano decidió fundar en este lugar una ciudad balneario."

La población, originalmente gótica y renacentista, fue destruida por un incendio a principios del siglo XVII, y luego fue reconstruida tres veces más por varias razones. La última modernización se realizó a fines del siglo XIX para satisfacer a unos clientes cada vez más exigentes.

Numerosas personas destacadas, poetas, escritores, músicos y políticos, visitaron Karlovy Vary. Por ejemplo, el poeta alemán Johann Wolfgang Goethe, se curó en el balneario trece veces, y el zar ruso Pedro el Grande visitó dos veces la ciudad. Hoy día se desconoce la enfermedad que padecía el soberano, no obstante, sus hazañas se inscribieron en la crónica de la ciudad con letras de oro, alegó Stanislav Bocharovic.

"El zar ayudó, por ejemplo, a los albañiles a construir la casa 'El pavo'. De verdad, se puso un delantal de cuero y trabajó duramente todo el día. Manejaba argamasa, colocaba ladrillos, revocaba paredes... Hoy día, en la casa hay una placa conmemorativa que dice que allí trabajó como albañil el zar Pedro."

Otra historia cuenta cómo el zar ganó una apuesta de que subiría a la roca más alta cerca de Karlovy Vary montado en su caballo sin silla. Pedro el Grande lo logró y grabó con una navaja sus letras iniciales en una cruz situada al pie de la roca. Desde aquél entonces, es decir, desde 1711, ese lugar lleva su nombre: la Roca de Don Pedro.


Museo de Becherovka
Como hemos dicho, la ciudad destaca por tres especialidades, primero: por el licor agridulce de hierbas "Becherovka". La bebida alcohólica existe desde hace unos 200 años y se dice que si en Kalrovy Vary hay doce fuentes curativas, Becherovka sería la decimotercera...

Cabe agregar que eso es sólo un dicho, ya que en realidad en la ciudad de Karlovy Vary brotan unas 150 fuentes termales, aunque sólo 15 se utilizan para tratamientos médicos.

Josef Becher | Foto: Wikimedia Commons,  public domain
En 1805, el conde Plettenberg-Mietingen y su médico inglés Frobrig llegaron a la ciudad, alojándose en la casa del farmaceútico Josef Becher, así inicia su narración sobre los orígenes del licor Tereza Slavíková, del Museo de Becherovka.

"Josef Becher hizo amistad con el doctor Frobrig, ya que los dos tenían la misma pasión por mezclar hierbas y especias con alcohol. El inglés inventó una receta para la fabricación de bebidas estomacales, pero no logró terminarla antes de irse de la ciudad. Antes de regresar a Inglaterra se la entregó a Josef Becher, quien empezó a vender la bebida en su farmacia en 1807."

El licor era muy bueno para la digestión. Josef Becher confió el secreto de su fabricación a su hijo y heredero Johann. Éste mandó construir una nueva planta, y el licor fue adquiriendo poco a poco fama mundial.

'Becherovka'
Las botellas chatas son características de esta bebida alcohólica. Primero se fabricaban de vidrio transparente y, hoy día las botellas son de color verde para proteger mejor el licor de la luz. La receta de su fabricación sigue siendo un secreto, dice Tereza Slavíková.

"Es un secreto cuántas hierbas contiene Becherovka. Se dice que son aproximadamente 20 hierbas. Lo único que puedo revelar es que entre ellas hay canela, melisa y clavo de olor."

La segunda especialidad de Karlovy Vary son las típicas galletas redondas, que igual que el Becherovka, existen desde hace más de 200 años, según dijo Stanislav Borachovic, del museo local.

"Las amas de casa decidieron cocinar una golosina que no fuera muy pesada para el estómago, y empezaron a hornear unas galletas para que los huéspedes del balneario pudieran tomarlas con té y café. Las primeras alusiones sobre las galletas datan aproximadamente del año 1790."

'Rosa petrificada'
Y por último, Karlovy Vary es la única ciudad europea en la que se fabrican las "rosas petrificadas", creadas en el subterráneo desde donde brotan las fuentes curativas. Las rosas se hacen en la actualidad de papel, y después permanecen durante cinco o seis semanas en un baño especial de aguas termales.

Bajamos al subterráneo para ver cómo es el procedimiento de fabricación, y nos acompaña el guía Radek Volf. Al abrir la puerta de la sala en la que se fabrican las rosas, sale mucho vapor, ya que el agua con la que se riegan las rosas alcanza unos 73 grados.

"En cinco o seis semanas las rosas se petrifican, ya que los minerales que contiene el agua termal se sedimentan bastante rápido, hasta medio milímetro por día".

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