Nueva York redescubre la Rusalka de Dvořák

Kristine Opolais, Rusalka, foto: presentación oficial de la  Ópera Metropolitana de Nueva York

La Ópera Metropolitana de Nueva York presenta una nueva versión de Rusalka, quizá la más famosa de las obras compuestas por Antonín Dvořák. El estreno mundial viene acompañado de la exposición en el Centro Checo de Nueva York de los manuscritos originales de la pieza, que se exhiben por primera vez en el extranjero.

Ya ha llegado a los escenarios de la Ópera Metropolitana de Nueva York uno de los buques insignias de este género en la República Checa, ‘Rusalka’, obra clave de Antonín Dvořák, en una nueva versión que este jueves ha celebrado su estreno mundial.

Daniel Herman,  foto: Martina Schneibergová
Uno de los asistentes al estreno fue el ministro checo de Cultura, Daniel Herman.

“Antonín Dvořák es capaz de fascinar no solo a los neoyorquinos o americanos, sino a gente de todas partes del mundo. Y esto a pesar de que nuestros caminos se dividieron hace ya más de cien años. Es un autor intemporal, y tenemos que estar orgullosos de él”.

Igual de entusiasmada con Dvořák se muestra la cantante principal, la letona Kristine Opolais, que no es la primera vez que interpreta a esta ninfa de las aguas.

“Estoy realmente feliz de interpretar este papel, que realmente no he tomado tanto, y feliz de hacer otra cosa, no solo óperas de Puccini. Por supuesto estoy enamorada de Puccini, pero si Puccini está en mi sangre, Dvořák está en mi alma. Siento de una manera muy profunda a mi personaje, y el drama que vive Rusalka me es muy cercano, como si lo hubiera vivido. Gracias a Dios no he pasado por nada así, pero siento todo de forma muy intensa”.

El evento no es solo un hito más para la cultura checa, sino también para su lengua. La ópera, al contrario de lo que pasaba anteriormente, no será representada en una traducción en inglés, sino según el libreto original en checo, lo cual ha exigido un esfuerzo notable por parte del elenco.

Helena Havlíková,  foto: ČT24
La experta en ópera Helena Havlíková constata de que se trata de una tendencia mundial.

“Por un lado es una cuestión artística, por otro un tema logístico. Hoy en día las estrellas de la ópera actúan desde Nueva York hasta Múnich, San Petersburgo, Moscú, por todo el mundo. Si tuvieran que aprenderse el papel cada vez en inglés, alemán, ruso, sería irrealizable. Esto tiene también sus problemas, y es que incluso los cantantes más renombrados temen al checo, no por cuestiones como nuestra ř o acumulaciones de consonantes. Hoy de en día de un cantante de ópera se espera un profundo conocimiento de la lengua, de las frases, de los acentos, significados, y si no entran a fondo en el checo, le tienen respeto”.

Las partituras originales cruzan el charco

‘Rusalka’, compuesta por Antonín Dvořák y estrenada en Praga en 1901, se había representado en la conocida sala neoyorquina solo dos veces, la primera en 1993. Su nueva concepción viene acompañada además de un programa cultural en el que destaca la exhibición en el Centro Checo de Nueva York de las partituras originales de Dvořák, que hasta ahora se hallaban en el depositario del Museo Nacional y nunca habían abandonado la República Checa.

Los interesados podrán apreciar la forma de escritura musical de Antonín Dvořák, de letra pequeña, preciosista, pero de mano firme y con pocas correcciones. El compositor creó la música para Rusalka en un periodo relativamente breve, entre abril y noviembre de 1900, retirándose a menudo para componer a las solitarias inmediaciones de un lago en pleno bosque.

De la Exposición dedicado a Rusalka  (a la derecha Magda Vášáryová,  en el traje de lunares),  foto: el Museo Nacional
Los visitantes de la exposición podrán hojear virtualmente las partituras en una tableta y disfrutar además de varios elementos de interés que completan la exposición: la libreta de notas número 6 de Dvořák, que utilizó durante su estancia en Estados Unidos, la primera edición del libreto de la ópera, cartas personales del compositor checo o las primeras grabaciones de arias de Rusalka, que se podrán escuchar también en tableta.

La muestra la redondean diversos vestidos y elementos escénicos usados en representaciones de la obra a lo largo de todo el siglo XX, especialmente por aquellas llevadas a cabo en el Teatro Nacional de Praga.

La exposición es fruto de la colaboración del Centro Checo de Nueva York, el Museo Nacional, la Ópera Metropolitana, el Consulado General checo en Nueva York y la Sociedad Americana de Antonín Dvořák. Con motivo del estreno de la nueva versión de Rusalka, viajó a la Gran Manzana el ministro de Cultura checo, Daniel Herman, junto a tres invitados de excepción: Gabriela Beñačková, que interpretó por primera vez a Rusalka en la ópera Metropolitana en 1993, Magda Vášáryová, que se puso en el papel de esta infeliz ondina en la versión cinematográfica de 1977 y la cantante estadounidenses Renée Fleming, cuyos vestidos son parte de la exposición.

El hada que quería ser humana

Kristine Opolais,  Rusalka,  foto: presentación oficial de la  Ópera Metropolitana de Nueva York
Rusalka es actualmente la obra más representada de Antonín Dvořák y a nivel mundial se encuentra en la posición 56 de entre las 100 óperas que más se llevan al escenario. La pieza surgió originalmente solo como libreto, sin música, por obra del poeta Jaroslav Kvapil, que se inspiró en los cuentos populares checos recopilados por Božena Němcová y Karel Jaromír Erben. La obra narraba la historia de un hada de las aguas, una ondina, que se enamora de un príncipe humano y desea por tanto, convertirse en mortal para poder amarlo. Su amor se ve sin embargo traicionado, y todo se precipita hacia un desenlace trágico. Así ve el tema de la obra la intérprete de Rusalka en esta nueva versión, Kristine Opolais.

“Realmente tiene elementos muy oscuros. Rusalka es muy pura, es muy ingenua, y todo lo que pasa con ella en el mundo de los seres humanos tiene algo de tragedia, porque siempre, nuestra vida real, cuando abres tu alma, siempre hay alguien que te va a clavar un cuchillo en la espalda. Esa es la realidad. Y así es como lo siento, y por supuesto es muy doloroso, porque ve que el amor que sentía por el príncipe, y el mundo en el que quería estar, es muy cruel”.

Antonín Dvořák aceptó componer una obra para el libreto de Kvapil, dando lugar a lo que la crítica considera una de sus obras maestras, caracterizada por la combinación acertada de las técnicas compositivas que estaban entonces en boga, como la técnica del leitmotiv, el uso de arias y lieds, y las formas propias del impresionismo y el expresionismo. La obra es además fuertemente checa en cuanto a que utiliza recursos y armonías de la música popular nacional.

Autor: Carlos Ferrer
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