Una mirada al cine experimental de Buenos Aires

Foto: Pam Roth / FreeImages

El ciclo ''Buenos Aires Experiment' ha ofrecido esta semana en Praga una mirada al terreno del cine experimental contemporáneo argentino. En la sala Ponrepo se presentaron ciclos de cortometrajes de nueve cineastas, realizados en los formatos fílmicos Súper 8 y 16 mm. Tres de los realizadores estuvieron presentes en la muestra y compartieron con Radio Praga sus reflexiones sobre el panorama de este campo del 'séptimo arte'.

Foto: Pam Roth / FreeImages
Nuevas estéticas, espotaneidad, libertad de creación, cesión de la narración a experimentos audiovisuales y la contraposición con el cine comercial son algunos de los atributos que caracterizan el cine experimental. Las posibilidades creativas de este arte, para algunos quizás marginal, aumentan aún más al compartir las experiencias y colaborar en un conjunto. Precisamente el afán de cooperar, registrado entre los artistas bonearenses por la comisaria de la muestra Buenos Aires Experiment Alexandra Moralesová, fue junto a la pretensión de contradecir una supuesta agonía de este género, uno de los impulsos para realizar el bloque cinematográfico.

“Hace un año volví de Argentina donde me encontré con los artistas y me decía que lo que podría resultar muy interesante a partir de las obras en sí es el modo de que la gente colabora en el conjunto. No quiero generalizar pero me parece que la gente en Buenos Aires estaba más lista para compartir cosas y colaborar. Lo que acá cada uno lo hace en su pequeño circuito entre amigos, allá me parecía, desde mi punto de vista, que las relaciones laborales y humanas estaban más dinámicas”.

Instituto Goethe – un refugio durante la dictadura

El cine experimental bonarense vivió un gran esplendor en las décadas de los setenta y los ochenta, según aproxima el director y guionista argentino Pablo Mazzolo.

Pablo Mazzolo,  foto: Dominika Bernáthová
“En los setenta se unió un grupo que no era en realidad un colectivo, sino gente que se agrupaba a juntar sus películas, después sobre todo en el Instituto Goethe. Durante la dictadura el Instituto Goethe era como un refugio donde podían mostrar sus películas sin que los persiguieran, era como una especie de pequeña embajada, porque era alemán”.

Este arte experimental vivió otro importante momento entre los años 1999 y 2000, formando parte de una amplia escena alternativa, que en aquella época de crisis económica y política, representaba la única herramienta expresiva para los artistas.

Según Pablo Mazzolo, la escena actual del cine experimental registra un constante movimiento y, pese al surgimiento de nuevas tecnologías, la mayoría de los autores siguen trabajando con filmes, puesto que otorga más oportunidades para experimentar.

“Hay menos control sobre el material, siempre lo que aparece es un resultado mucho menos determinado, o sea, en el video siempre se puede editar y manipular más fácilmente. El filme es un poco más... A ver a lo que surge. Esta es la idea que aparece más allá de lo que puedas pensar o pretender”.

Pablo Mazzolo,  Benjamin Ellenberger y Azucena Losana,  foto: Dominika Bernáthová
Las obras de argentinos Pablo Mazzolo, Benjamin Ellenberger y la mexicana Azucena Lozana, presentadas en Praga, enlazan con el cine experimental de lo años setenta. La transmisión de experiencias de una generación a otra causa que muchas de las técnicas creativas de los setenta se hayan mantenido hasta la actualidad, afirma Mazzolo.

“Tienen que ver con Narcisa Hirsch y Claudio Caldini. Lo que es el cuadro a cuadro, o el trabajo de cámara en general. Es algo que en la mayoría de los cienastas está de alguna manera presente. Creo que hay otros que intervienen más en la película pero eso viene un poco más adelante, quizás es de la última generación. Trabajar con el soporte fílmico, pintarlo e intervenir. Lo que es el trabajo de la cámara es quizás lo único que unifica a muchos de los directores”.

”La basura en Argentina es muy generosa”

Otras de las técnicas empleadas frecuentemente se basa en una intervención directa en el material fílmico, realizado con la pintura o un impacto con la luz. Experimentar con esta última es uno de los mayores retos para la artista mexicana Azucena Losana, según explica.

Benjamin Ellenberger,  'Rieles',  foto: web oficial del festival PAF
“A mí lo que siempre me ha interesado y me ha llevado por diferentes caminos ha sido trabajar con la luz misma. Ya sea modulándola directamente, es decir, físicamente o a través de filtros del film, de objetos, de óptica, ... Eso es lo que me ha llevado por diferentes caminos a probar y siempre llegar a este punto básico para mi trabajo”.

Otro de los antojos de la artista mexicana es el reciclaje, es decir, experimentos con carretes encontrados. Su cortometraje 'Condicionados', presentado en la muestra praguense se desarrolla a partir de un filme con un contenido designado 'para adultos', encontrado por la artista en un mercado de antiguedades de Córdoba. En otro corto experimenta con una grabación de un desfile militar en durante la dictadura en Argentina.

“La basura de Buenos Aires es muy generosa conmigo. Creo que con todos. Hay muchísimo material que he encontrado súper interesante. Lo que yo he trabajado en film siempre ha sido paralelo, como no filmar mis propios filmes sino más trabajar sobre filmes encontrados y realizar ciertas operaciones sobre ellos. Ya sea haciendo piezas de performance, como hacer operaciones en vivo, modulando la imagen, agregando música o simplemente pasándolos en una velocidad diferente o inversa”.

Por su parte, una de las especialidades del argentino Benjamin Ellenberger es la música, que incorpora, paradójicamente, en películas mudas.

Pablo Mazzolo,  'Fotoocciadación',  foto: web oficial del festival PAF
“Siento que la música está en la imagen, que hay allí una rítmica. Muchas veces me inspiro a partir de la música hacia la imagen. Trabajo con una música que después no utilizo pero que está reflejada en la imagen”.

En cuanto a la inspiración, los tres directores se ponen de acuerdo con que las ideas aparecen durante el proceso creativo. Ante un guión preestablecido, los tres optan por pensar en el momento de la filmación dejarse influenciar por las ideas que están a su alrededor y esperan ser descubiertas. Azucena Lozana revela la clave de su inspiración.

“Creo que a mí lo que me mueve son dos cosas. Trabajar con lo que está en la mano, lo que está allí, c omo sacarle jugo y a partir de allí empiezan a surgir las ideas. Y no la idea y después buscar lo que necesito. Generalmente trabajo al revés. Aunque a veces hay ideas que tengo en mente, como ciertas operaciones que quiero llevar a cabo sobre todo en vivo en el momento de la proyección. Me gusta esta adrenalina de pensar que tengo que ejecutar ciertas acciones sobre la película, de la luz o lo que sea. A partir de estas operaciones o de eso que creo que va a salir, entonces me da la impresión de que necesito ciertas cosas, entonces las pruebo y salen otras y esto me va llevando por caminos múltiples como ramas que se van abriendo y allí vas escogiendo. Al final igual te sale otra cosa”.

Todos también concuerdan en que la complejidad de las obras del cine experimental requieren mucha atención y energía de los espectadores. El público checo cumplió con estos requisitos, y deleitó a los autores argentinos con su paciencia y sobre todo con curiosidad.

El proyecto 'Buenos Aires Experiment', cuya parte será una monografía sobe el Fenómeno de la Escena Experimental en Argentina, se trasladará este viernes a Olomouc donde será presentada en marco del Festival del Cine Animado.