Teatrista mexicano aprecia y admira la vida cultural de Praga.

Autoconfesión

A lo largo del presente año, el Instituto de Teatro, de Praga, en cooperación con las Embajadas checas e instituciones culturales de países de América Latina, realiza el proyecto "Temporada del Teatro checo en América Latina". En sus marcos se desarrolla un sinnúmero de actividades, tanto en América Latina como en la República Checa.

A lo largo del presente año, el Instituto de Teatro, de Praga, en cooperación con las Embajadas checas e instituciones culturales de países de América Latina, realiza el proyecto "Temporada del Teatro checo en América Latina". En sus marcos se desarrolla un sinnúmero de actividades, tanto en América Latina como en la República Checa.

Respondiendo a la cooperación de artistas checos y latinoamericanos, durante más de dos meses trabajaron en la República Checa jóvenes teatristas mexicanos, presentando al público checo algunas obras del teatro progresivo de México. El director de esas obras, Rubén Ortiz, compartió con Radio Praga su experiencia y vivencias durante su estadía en la capital de la República Checa.

Usted ha pasado dos meses en la República Checa. Además del trabajo, pudo haber conocido seguramente al menos algo de la capital, Praga. ¿Qué ha sido lo que más le impresionó y, al contrario, qué no le ha gustado?

"Me impresiona lo que a cualquier turista, es decir, hay una arquitectura que no tiene paralelo y un río que divide a la ciudad en dos y para mí esto también define mucho el carácter de la gente. Porque no sólo se trata de arquitectura, sino también del medio en el que la gente se mueve. Y tener esta clase de retos artísticos todos los días, bueno, a la gente la convierte en algo. Me interesa mucho el modo en el que llevan la vida en los pubs, donde hay mucho diálogo, se platica o se dicen muchas tonterías o se bebe mucho como en cualquier otra parte del mundo, pero son hábitos extraños a mí y eso me gusta mucho. También hay algo del sentir artístico de los checos que me gusta mucho que es la gran ironía que sienten hacia las cosas, pero también la gran profundidad, lo incisivos que son y a la vez lo poco sentimentales que son.

No puedo decir lo que me desagrada aquí, porque eso me desagrada en todas las ciudades del mundo que haya gente mezquina, que haya gente que no quiera compartir, que haya gente que se oculta detrás de una máscara para sacar provecho de otros. Bueno, hay dos cosas que me resultan muy extrañas, quizás estén conectadas. La primera, la manera en la que el mundo y más en un país postcomunista, ha cedido al imperio del mercado. A mí me asombra, puesto que después de haber tenido un presidente como el que hubo, el poder del mercado me resulta asombroso y más en gente que admiro tanto como la gente de la República Checa. Pero bueno, la manera en la que ya el mercado se apropió de la mitad de la consciencia de las personas a mí me tiene asombrado, puesto que uno idealiza ciertos lugares que uno no conoce.

Y la otra cosa que me asombró es que siento que hay una especie de resistencia de hablar del dolor de los demás y del dolor propio. Me llamó mucho la atención que viendo un documental muy fuerte sobre los desalojados en Bogotá, la gente haya reaccionado con tanta frialdad. Yo estaba realmente enojado. Porque creo que si olvidamos que el dolor de los demás sigue allí, corremos el riesgo de otra vez ser invadidos. En la medida en la que este mercado y éste estar bien se vuelva una anestesia en contra de la historia, yo creo que el peligro sigue muy latente. Y siento que muchísima gente tiene una anestesia contra el dolor ajeno. Creo que tanta ironía, tanto pasar por encima de las cosas, tanto ya no querer sentir la cicatriz de una herida tan grande, es algo a discutir. Yo no sé lo que se puede hacer, pero me asombra mucho que no se quieran tocar otra vez los dolores, pero también me lo puedo explicar después de años tan difíciles. Pero sí una alerta roja se prendió dentro de mi cabeza".

Alejémonos ahora del consumismo y hablemos de otros tema. ¿Cómo valora, por ejemplo, la vida cultural de Praga?

"Me resulta invaluable, más bien de un valor inmenso. Está en medio de corrientes y de pasos de gente, me parece que todo el mundo quiere pasar por aquí. Y tienen razón, la gente aprecia el arte y la gente lo desarrolla. Puedo mencionar pintores, fotógrafos, músicos.. Muchas de las gentes que más aprecio en diferentes disciplinas artísticas son checos y por tanto uno quiere pasar por aquí. Además, la gente aquí es de una capacidad de recepción del arte que a mí me impresiona, entonces la vida es mucha aquí. Estoy embebido aquí de arte todo el tiempo y eso es lo que valoro muchísimo".

Volvamos a su trabajo aquí en la República Checa ¿cómo evalúa su cooperación con las actrices checas? ¿Le ha servido ese trabajo también de inspiración?

"Para mí esto es un parteaguas estar aquí con ellas, puesto que por estar fuera de mi medio me he atrevido a hacer más cosas de las que usualmente hago y ellas cooperaron con sus conocimientos y con su propio valor. Esto para mí ha resultado muy enriquecedor, incluso en los momentos en los que tuvimos discusiones, puesto que de esto se trata. A mí me parece que aquí es donde está el verdadero valor de esta clase de intercambios, en la medida en que la naturaleza de ellas me está transformando y en la medida en la que yo puedo darles también algo que ellas no se hubieran atrevido a hacer aquí. En la medida en la que tanto ellas como yo salimos de nuestro medio común, cómodo y seguro, para atrevernos a hacer lo imposible, porque yo creo que sólo podemos estar creando si les pedimos a los actores que hagan lo imposible".

Usted se refirió a las obras Autoconfesión y Ajolote que presentó en la República Checa. ¿Cuál fue la reacción del público checo?

"Bueno, su reacción fue muy sorprendente para mí, en cuanto Autoconfesión es una obra muy poderosa de emociones muy fuertes, de grandes sentimientos. Y aquí en la primera mitad el público luchaba para no someterse a esas emociones, a esos grandes sentimientos, pero bueno, después se dio y en el Ajolote pasa algo similar, solamente que en el estreno hubo grandes polémicas y discusiones, porque en lugar de someter al público a grandes emociones lo sometemos a un gran silencio, lo que resulta incómodo para cualquier público, no sólo para el público checo. Pero, a final de cuentas, el teatro gana y empieza a deshacer las barreras y la resistencia del público. Evidentemente, el público europeo y también el checo es menos receptivo a las grandes explosiones emotivas, lo que no quiere decir que sea más frío, porque su emotividad está en otro lado y la maneja de otra forma. Esta sensación ritualística, emotiva de mis obras, ha resultado un poco extraña para el público checo, pero luego ha cedido a ese contraste de la emotividad y la ironía de mis obras y las fue aceptando".

¿Puede contar el público checo con la presentación en el futuro de alguna nueva obra suya?

"En cuanto de mí dependa, pues sí. En cuanto de encontrar la manera, en cuanto el público crea que tenga sentido que yo vuelva a hacer algo, yo estaré feliz. Realmente para mí ha sido un placer estar aquí, por el intercambio con la gente, con la ciudad. Me resulta muy difícil ahora regresar ahora a mi lugar porque las cosas se han movido mucho y me encantaría volver a hacer alguna otra cosa para volver a ponerme en este estado y para dárselo a gente que ahora aprecio mucho, puesto que ahora hay lazos".

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