De la Arena de Praga a la boca del lobo

El estadio Arena de Praga se ha convertido en uno de los símbolos del fútbol checo, un centro de reunión que cada fin de semana acoge a decenas de miles de personas.

Cada fin de semana muchos de los praguenses aficionados al fútbol desfilan hasta la arena de Praga, el estadio Arena de propiedad del Sparta de Praga. Padres con hijos, grupos de jóvenes, peñas de hinchas... en los días de partido se pueden encontrar personajes de muy diversa procedencia rondando el estadio más grande de la República Checa. Pero cuál es la historia del estadio?

El Arena de Praga, como se le conoce actualmente, abrió sus puertas en 1933 para acoger los partidos del equipo más fuerte de la ciudad, el Sparta de Praga, y los partidos de la selección nacional de fútbol. Tiene capacidad para 20.565 personas, aunque también es cierto que raramente se llena.

Habitualmente la asistencia al estadio llega hasta la mitad del aforo, y tan solo en las grandes citas futbolísticas se llena, como pueden ser los derbis entre los dos equipos de la ciudad, Sparta y Slavia o los encuentros entre los equipos importantes de la Liga como el Slovan Liberec y el Mladá Boleslav o, finalmente, en los partidos importantes de la selección nacional checa de fútbol.

Pese a que habitualmente los partidos se disputan sin ningún problema, hay ciertos sectores de las gradas reservadas a los grupos radicales, que en ocasiones pueden crear algún disturbio. El estadio, que tiene unas dimensiones de 105 metros de largo y 68 de ancho, también es conocido por su nombre más común, Letná o Letenské Stadium, debido a su situación en la planicie de Letná, un enorme espacio verde en el distrito de Holesovice.

Desde su fundación en 1933 el estadio no sólo ha albergado partidos de fútbol. También ha ejercido como lugar de encuentro para las personas, y ha sido escenario elegido para actividades tan diversas como mítines y conciertos musicales. Por sus alrededores desfilaban durante la época comunista los deportistas checos y, más adelante, durante la revolución de terciopelo, en 1989, el estadio y sus alrededores llegaron a acoger a 800.000 personas en una concentración de dimensiones gigantescas.

Hace algunos años el estadio sufrió algunas remodelaciones, y su nombre cambió del tradicional Letná al Toyota Arena de Praga, como se le conoce actualmente debido a la empresa patrocinadora de la última remodelación del estadio.

Jiri Paroubek
Aunque el estadio fue remodelado recientemente, existe un posible plan de demolición, apoyado por el socialdemócrata Jiri Paroubek.

Según el político, la idea sería demoler el actual Toyota Arena y construir sobre sus cimientos un estadio con instalaciones modernas, que serviría como centro de operaciones oficial de la selección nacional.

Tendría una capacidad de 35.000 espectadores y contaría con todos los adelantos tecnológicos, además de incluir pistas de atletismo que le permitieran acoger citas de otros deportes que no fueran exclusivamente el fútbol. El propietario del estadio seguiría siendo el Sparta de Praga, que posee los terrenos, y también se aprovecharía de este proyecto.

Sin embargo, no han tardado en surgir voces discordantes, alegando que este proyecto sirve solamente para enrriquecer a los constructores. Alegan, además, que no tiene sentido derribar un estadio que ha sido reformado hace pocos años y que ni siquiera se llena en los partidos de fútbol para construir uno nuevo y más grande.

La semana pasada el director del festival de cortometrajes Javier Muñiz viajó a Praga para presentar el certamen ante el público Checo en el Instituto Cervantes de la capital checa.

El festival nació de la apuesta por los cortometrajes en un mercado difícil para este tipo de filmaciones, como explicó Javier Muñiz.

"No existía ningún festival en Madrid, bueno había uno o dos y era una problemática que no se podían ver los cortos en ningún sitio y entonces se me ocurrió lanzarme y pues a través de otras páginas webs, de otros festivales, poco a poco fue creciendo y nació el festival itinerante, que era pues llevar.. llevarlo a sitios donde era prácticamente imposible que llegaran cortometrajes."

La boca del lobo se concibió como un festival de caracter internacional radicado en Madrid. Su objetivo era hacer un pequeño festival de cortometrajes españoles y europeos que concursarían en diversas categorías.

Hoy, en su tercera edición, La boca del lobo ha recibido cerca de 700 cortometrajes de los que se han seleccionado apenas una treintena. Entre estos últimos se otorgan los galardones.

"Nosotros dividimos las categorías un poco por los premios. Lógicamente hay un premio al mejor corto español, luego hay otro al mejor guión, corto internacional, luego un premio al mejor corto erótico y luego hay animación y mejor "cortito", que es un corto que dure menos de tres minutos".

Quizás el aspecto más remarcable de este festival es que ha ido creciendo casi sin ninguna ayuda institucional. Como explica el director del certamen, Javier Muñiz, "La boca del lobo" ha ido de menos a más.

En un principio el festival contó con una baja participación y unas instalaciones y medios bastante limitados. Esto ha hecho peligrar la celebración del certamen, más aún teniendo en cuenta que el premio que otorga el festival es de 10000 euros. Sin embargo en la edición actual, y tras la inyección de capital de 11000 euros procedente de las instituciones, el festival se ha ganado un hueco entre los certámenes internacionales de cortometrajes.

"Ahora tenemos un poquito porque este año el Ayuntamiento de Madrid nos ha ayudado, nos ha ayudado con 11000 euros por primera vez en los diez años de historia de La Boca del Lobo y es el primer año que hemos tenido ayuda, pero bueno ha ido saliendo y yo creo que este año pasado conseguimos ayuda y espero que este año aumente un poquito más".

El certamen durará hasta el próximo ocho de marzo y ofrecerá proyecciones de los cortometrajes del festival divididas en seis ediciones.