Quieren morir voluntariamente pero en Chequia no es posible

Foto ilustrativa: Barbora Kmentová

Hay personas que debido a su grave enfermedad deciden terminar con su vida precozmente, sea por el sufrimiento o por la conciencia de que la diagnosis es irrefutable. Los médicos en muchos casos se niegan por motivos éticos a dejar morir al paciente interrumpiendo el tratamiento. Además, la eutanasia en la República Checa es considerada homicidio y perseguida por la ley. Así pues, a los enfermos no les queda más remedio que esperar.

Foto ilustrativa: Barbora Kmentová
No todo el mundo tiene la suerte de poder disfrutar de buena salud pero hay algunos que se enfrentan al destino de una enfermedad dolorosa o humillante, muchas veces sin ninguna expectativa de recuperación. La vida se les hace cada vez más difícil y por eso quieren abandonar este mundo dignamente, sin tener que esperar hasta que lleguen los últimos momentos.

Ese es el caso de Přemysl Šlusař, de 55 años, al que le fue diagnosticada una esclerosis lateral amiotrófica. Su destino es ver como su cuerpo se paraliza poco a poco hasta la invalidez total. Přemysl ha hecho todo lo posible para conseguir su objetivo, y morir en su país de origen, incluyendo una petición a la Cámara Baja para que tramiten una ley de eutanasia.

Sin embargo, desde el punto de vista jurídico, la eutanasia en la República Checa, es un delito y actualmente no se plantea su legalización. Un médico que decida cumplir el deseo de un paciente y poner fin a su vida, con mucha probabilidad se vería pronto ante un Tribunal, como afirma Jolana Těšinová de la Asociación de Derecho Médico.

„El hecho de efectuar la eutanasia inicia la responsabilidad legal del médico y podría ser calificado como delito de asesinato o de homicidio“.

Incluso existen opiniones, como la de Marek Vácha, clérigo y profesor de ética en la Facultad de Medicina de la Universidad Carolina, que considera que en el momento de la decisión, las personas cercanas podrían manipular o presionar a los pacientes, con el objetivo de quedarse con sus bienes.

La legislación checa posibilita a los enfermos terminales dos opciones para hacer el sufrimiento lo más corto posible: rechazar el tratamiento mediante la Autorización Negativa, es decir, no aceptar resucitación, medicamentos o transfusión, o a través de un documento firmado por un notario, que informe sobre el deseo del paciente de no querer estar conectado a máquinas, en el caso de una enfermedad grave.

Sin embargo, muchos médicos se niegan a dejar morir al paciente por razones éticas. Por ejemplo, Tomáš Mrázek, médico del Departamento Quirúrgico de un hospital de la ciudad de Ostrava, considera que el homicidio como tal es para él,„un acto muy lejano y muy difícil de aceptar“.

Ante la falta de perspectiva en Chequia, Přemysl Šlusař ha tomado la decisión de viajar a un país donde la eutanasia es legal y así, poder vivir tranquilamente los últimos momentos de su vida, antes de que su enfermedad se le haga insoportable.

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