Placas en las casas como homenaje a las víctimas del comunismo

Foto: ČTK

El nuevo proyecto Última Dirección recuerda a las víctimas del régimen comunista checoslovaco con placas conmemorativas situadas en la última residencia conocida, antes de ser ejecutados. La iniciativa se basa en un proyecto similar realizado en Rusia.

Veleslav Wahl,  fuente: ABS
Durante la Segunda Guerra Mundial, Veleslav Wahl luchó contra los nazis. Luego contra los comunistas. Trabajaba en el marco de los scouts checos, colaboraba con la embajada estadounidense y ayudaba a la gente a escapar a Occidente. La Policía acabó descubriendo y desarticulando su grupo de resistencia. Veleslav fue juzgado y ejecutado el 16 de junio de 1950, a los 28 años de edad.

Ahora una placa conmemorativa recuerda a su persona en la fachada de la última casa donde vivió. Otras inscripciones honran la memoria de Karel Bacílek, Josef Macej y Slavoj Šádek, todos ejecutados por el régimen comunista checoslovaco en los procesos de los años 50. El homenaje se realiza como parte inicial del proyecto Última Dirección (Poslední adresa).

Foto: ČTK
Con el lema de “Un nombre, una vida, una placa”, la iniciativa supone una prolongación de una idea surgida en Rusia. El fundador del proyecto original, el periodista ruso Sergey Parkhomenko, explica su propósito.

“Este proyecto existe en Rusia ya tres años. La idea consiste en crear un monumento nacional a las víctimas de la represión política. En el caso de Rusia son millones, en Europa del este decenas o centenares de miles de personas. Presentamos estos procesos políticos como historias personales, con nombres y apellidos. Queremos recordar a cada víctima por separado”.

Sergey Parkhomenko  (a la izquierda) y Boris Belenkin,  foto: ČTK
Cualquiera puede solicitar a la fundación Última Dirección que se cree y cuelgue una de estas placas en recuerdo de un familiar fallecido como víctima de la persecución política comunista. Para ello solo hace falta completar la solicitud correspondiente en la página web de la iniciativa.

El proyecto es similar a uno que ya funciona desde hace varios años en Chequia y que recuerda a las víctimas del exterminio nazi con placas personalizadas en adoquines, también situados en la última dirección conocida de la persona en cuestión. En el caso del edificio donde vivió Veleslav Wahl se encuentra casualmente un adoquín que rememora a Josef Růžička, muerto en un campo de concentración nazi.