La verdad sobre este mundo captada por la cámara de Marcos Prado

Marcos Prado (Foto: autora)

El brasileño Marcos Prado, fotógrafo y cineasta, convivió ocho años con la gente que elabora carbón de leña en la selva amazónica y pasó once años en un vertedero gigantesco de Río de Janeiro, y todo para documentar bien su trabajo. Sus fotos de los ciclos "Carboneros brasileños" y "Jardim Gramacho" se exponen en Uherské Hradiste.

Marcos Prado  (Foto: autora)
Marcos Prado se dirigió un día, en el año 1994, al vertedero Jardim Gramacho, un monte de basura de 60 metros de altura y de unas 100 hectáreas de extensión, para averiguar lo que pasa con los residuos que produce.

Después de casi siete años fotografiando a las personas que se ganan la vida recolectando los desechos y vendiéndolos a las empresas de reciclaje se encontró con Estamira, una mujer esquizofrénica, de 63 años de edad. Le preguntó si podía sacarle una foto, ella consintió y le invitó a sentarse y conversar. Al cabo de unos tres cuartos de hora Marcos Prado rogó a Estamira si podía rodar una película sobre su vida. Ella le contestó que había esperado por ese momento toda la eternidad.

El documentalista brasileño explica que no es muy fácil aproximarse a las personas si uno tiene prisa.

"Es quizá el motivo por el que saco las fotos con una cámara que tiene una capacidad sólo de doce imágenes. Creo que no es un secreto para los que realizan documentales. Hay que tener tiempo, no es un noticiero, no es la tele. Naturalmente existen algunos trucos. Hay que ganarse la confianza de las personas, tienen que confiar en sus intenciones y sus motivos. Uno debería tomarse tiempo para explicarles que quiere hacer algo con lo que les ocurre y mostrarlo a mucha gente. Si uno trata de hacerlo corriendo, no conseguirá nada".

Exhibición de fotografías de Marcos Prado  (Foto: autora)
Estamira es una mujer sin educación y enferma, según los médicos. El fascinante monólogo fílmico que protagoniza y en el que medita sobre las cuestiones básicas de la vida irradiando una profunda humanidad, fue galardonado como el mejor documental en el Festival de Cine de Karlovy Vary y premiado por la dirección en el festival de películas ecológicas Ekofilm de Ceský Krumlov.

En 1991 Marcos Prado vio por primera vez, en el Amazonas, un campamento de los carboneros, adultos y niños, que con una tecnología medieval elaboran la materia imprescindible para la industria de acero brasileña. Afirma que siempre ha querido mostrar las cosas que están pasando y de las que nadie sabía. Lo ha hecho mediante la fotografía. En el futuro quisiera concentrarse en la realización de documentales, que pueden alcanzar a más gente.

"Si Ud. hace un buen documental tiene una mayor oportunidad para entrar en contacto con los espectadores y posiblemente abrir su mente. Cuando vayan a elegir a sus nuevos políticos quizá digan, oh, este tipo no defiende mis opiniones. La ignorancia es una de las cosas peores que pasan al hombre. Pero uno no es capaz de enterarse de todo en esta vida. Pues mi intención como cineasta es transmitir las misiones mediante imágenes. La fotografía se convirtió para mí en algo muy filosófico, la seguiré haciendo para mí mismo, pero mi trabajo consistirá ahora en hacer películas".

Las fotografías de Marcos Prado se exhibirán en el Museo de Moravia Eslovaca de Uherské Hradiste hasta el 26 de agosto.