La hinchada checa sigue creyendo en la magia del número 6

Antonín Panenka en 1976, photo: ČT

Solo tres veces en la historia la Eurocopa se ha efectuado en un año que terminaba con un seis al final: en 1976, la selección checoslovaca se proclamó campeona en Yugoslavia, mientras que veinte años más tarde los checos ganaron la plata en Inglaterra. La hinchada espera lógicamente que el cuadro nacional llegue como mínimo hasta la final también en 2016 en Francia.

El penalti de Antonín Panenka,  Belgrado  (1976),  foto: ČT
En 1976 en Belgrado, Antonín Panenka escribió una historia esencial para el fútbol checo sentenciando la tanda de penaltis de la final de la Eurocopa con una vaselina suave tirada por el medio de la puerta. El arquero alemán Sepp Maier se tiró a su palo izquierdo y no pudo sino seguir impotente el balón que descendía a la red.

El penalti a lo Panenka entró en el vocabulario futbolístico a nivel internacional y garantizó la inmortalidad a su inventor, según se alegró uno de los mejores centrocampistas checos de todos los tiempos en una entrevista para la Radiodifusión Checa.

Antonín Panenka,  foto: Jiricekpavlicek / Wikimedia Commons / Free Domain
“Por coincidencia tenía un amigo que estuvo en México. Me contó que ahí no ponían en la tele otra cosa que el fútbol todo el día y que transmiten incluso partidos de la tercera división. Me dijo que en un choque alguien ejecutó el penal de esta forma y que le sorprendió cuando el locutor dijo que era un penalti a lo Panenka. Imagínense, tras 40 años en la tercera división mexicana. Así que me alegra que el mundo no se haya olvidado y que la idea siga viva”, dijo.

Otro globo famoso llegó en 1996

Si bien en 1976 el penalti a lo Panenka se convirtió en el símbolo del triunfo checoslovaco en la Eurocopa, veinte años más tarde fue otro globo decisivo, esta vez protagonizado por Karel Poborský contra Portugal, el que simbolizó la inesperada cabalgata de los checos hacia la final del Campeonato Europeo en Inglaterra.

Pavel Nedvěd,  foto: Pavel Lebeda,  CC BY-SA 2.0
Al igual que en Belgrado, la hinchada estaba convencida de que los checos habían llegado al Reino Unido solo para completar la lista de participantes y que regresarían nada más terminar la fase de grupos.

Pero el equipo de Poborský, Nedvěd y Bejbl sorprendió a todos al dejar fuera en los cuartos de final al Portugal de João Pinto por 1-0, gracias al mencionado golazo, y superar en las semifinales a la Francia de Zinedine Zidane en la tanda de penaltis tras un empate a cero.

A pesar de caer posteriormente en la final ante Alemania por 1-2 en la prórroga por culpa del gol de oro de Oliver Bierhoff, los pupilos de Dušan Uhrin regresaron a casa como héroes.

El entonces capitán Václav Němeček indicó que el entrenador destacó no solo por ser un excelente estratega, sino por saber crear un ambiente agradable dentro del equipo.

“El entrenador Uhrin nos dejó mucha libertad, dando por supuesto que no éramos unos locos para hacer chiquilladas. A mí me entrevistó por ejemplo un periodista francés que se quedó perplejo al ver que nosotros podíamos llevar teléfonos móviles. Porque antes había estado con el equipo galo, donde lo tenían estrictamente prohibido. Ellos no podían comunicarse con el mundo en absoluto, pero creo que eso tampoco es bueno”, señaló.

Pavel Vrba,  foto: ČTK
La hinchada checa espera que el equipo liderado por Pavel Vrba prosiga la tradición del seis mágico también este año en la Eurocopa de Francia.

Por el momento, la historia se repite. Al igual que en 1996, los checos llegaron al país galo como un outsider y cayeron en la primera jornada de la fase de grupos ante un gran favorito, España (0-1), así como hace veinte años en Mánchester frente a Alemania (0-2).

Ahora ya se verán obligados a sacar puntos en los partidos contra Croacia y Turquía para seguir escribiendo la historia del fútbol checo.

Autor: Roman Casado
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