La conciliación de la vida laboral y familiar sigue siendo un reto en Chequia, apuntan los expertos

Foto ilustrativa: Comisión Europea

La reincorporación de la mujer a la vida laboral tras la maternidad y la conciliación de familia y trabajo en general sigue constituyendo un problema en la República Checa. Sociólogos y funcionarios públicos han celebrado este martes en Praga un congreso para poner en común problemas y posibles soluciones.

Foto ilustrativa: Comisión Europea
Compaginar trabajo y familia se encuentra con escollos importantes en la República Checa. Es por ello que esta semana se dieron cita en Praga sociólogos y funcionarios checos para trabajar conjuntamente en soluciones legislativas que permitan seguir trabajando a la gente que cuida de niños pequeños, de discapacitados o de padres ancianos.

El tema clave es la maternidad, al imponerse en el país un una división de roles hombre-mujer marcadamente acusada para los parámetros europeos. Mientras que los hombres no tienen derecho a baja de paternidad en absoluto, las madres disfrutan de seis meses.

Pasado ese plazo es posible acceder a una excedencia laboral y una paga del estado de como máximo 400 euros mensuales, posibilidad que pueden aprovechar tanto el padre como la madre, pero que en el 95% de los casos toma la mujer. El 80%, además, en su máxima duración: nada menos que tres años. La situación viene causada en parte por la diferencia de sueldos entre hombres y mujeres y en parte por el escaso número de jardines de infancia donde dejar a los pequeños, critica Lada Wichterlová, de la organización Gender Studies.

Lada Wichterlová,  foto: ČT
“Por lo que respecta a la ley, creo que está bastante bien hecha. Más bien el problema estriba en que el Estado no está convencido de que la inversión en educación preescolar valga la pena. Si el Estado invirtiera en este concepto las madres podrían volver al mercado de trabajo antes y de forma más suave, esta inversión realmente sí que se recuperaría”.

Quien dice jardines de infancia dice también residencias para los mayores que ya no pueden cuidar de sí mismos o para discapacitados.

A todo esto hay que añadir la dificultad para trabajar y al mismo tiempo estar en casa al cuidado de otra persona. En la legislación se contempla la posibilidad de exigir jornada reducida en estos casos, pero se expresa de manera ambigua, indicándose que el empleador puede negarse si tiene motivos serios. Tampoco ayuda el hecho de que el padre o madre no tenga derecho a volver a su antiguo puesto una vez que acaba la excedencia.

En opinión de Wichterlová el problema es precisamente la mentalidad de los empresarios checos.

“Hablando de la ley, sí que se podría hacer algo con el tema del uso de las jornadas a tiempo parcial, pero mi opinión es que lo que falta es sobre todo la voluntad de los empleadores”.

En este sentido, Gender Studies no ve el futuro en la imposición de jornadas a tiempo parcial, sino en la extensión de las jornadas flexibles y el llamado home office, un modo de trabajo que ahora permiten las nuevas tecnologías y que es viable en un gran número de puestos de trabajo.

“Seguro que sería una solución, pero lo que necesita la República Checa son jornadas laborales flexibles. Esto es así porque en Chequia los sueldos son relativamente bajos y una jornada flexible permite a ambos padres turnarse en el cuidado de los niños y no tener que renunciar al hecho de tener jornada completa”.

La incorporación de la mujer al mercado de trabajo tiene efectos macroeconómicos positivos, según un informe del Fondo Monetario Internacional de 2013, al enriquecerse la oferta de mano de obra. Así, por ejemplo, el Producto Interno Bruto de Estados Unidos se incrementaría en un 5% si las mujeres se involucraran en el mercado trabajo en la misma medida en la que lo hacen los hombres.