Los checos y el baile

"Sus raíces se hunden en el amanecer de la raza humana", desde el origen de los tiempos el Hombre lo ha utilizado como medio de expresión y de comunicación, con él ha implorado el favor de los dioses y el del ser querido, ha solucionado rencillas y hasta ha aprovechado sus efectos terapéticos en la cura de enfermedades. Me refiero al baile. Y de los checos y el baile hablaremos hoy.

De rareza mundial me atrevería a calificar la actitud de los checos ante el baile. En lo de mover los pies al compás de la música van de un extremo a otro: o todo o nada. Se lo toman muy en serio para asistir a bailes de salón a lo Imperio Austro-Húngaro, pero no ponen los pies en una discoteca si tienen más de 25 años. Por lo general, a esos sitios donde la juventud abunda "pero no se contagia, lamentablemente- no van los checos "quinceañejos" por considerar que eso de bailar cosas ultramodernas, cuyos ritmos requieren del cuerpo unas 50 mil revoluciones por minuto, no es para ellos.

Esta nación lleva la música en la sangre, pero no el baile, desde luego. Para bailar tienen que aprender porque nacen y crecen como privados del "don" de sentir el ritmo en el cuerpo. Y otra rareza mundial es ésta tradicional de asistir a cursos de baile de salón desde los 15 años las chicas -en compañía de sus madres- y los chicos a partir de los 16 ó 17. Y mayor es la singularidad si se toma en cuenta lo que cuesta aprender a bailar vals, polca, tango, rumba, cha cha chá, mambo, fox-trot, mazurca, charlestón, swing, etc., vestidos acorde con la ocasión: las chicas de largo y los chicos de pajarita. Pero en las clases no sólo aprenden a bailar sino también a comportarse en sociedad. De aplicar lo aprendido tendrán oportunidad en los bailes de salón que organizan escuelas, centros de trabajo e instituciones cada temporada, de enero a marzo.

Conversando con Jan Dvorácek, fundador del Club Internacional de Salsa de Praga, éste nos habla de la actitud de los checos ante el baile, qué suelen bailar y dónde, y si sigue siendo válido eso de que a las discotecas sólo van los jóvenes de hasta 25 años.

"A los checos les gusta bailar. Prefieren las discotecas al estilo de los 80, y algunos incluso "como yo- son adeptos a la salsa y el merengue. No son amantes de géneros de música "dura" como el hard rock, o el rap, y a los locales dedicados a este tipo de música en Praga y en el resto del país suelen ir sólo los turistas extranjeros. Es que en Praga hay varios tipos de discotecas y cada joven tiene la suya, es decir, a la que suele ir a bailar según el tipo de música que prefiera. Hay discotecas al estilo de los años 80, que se especializan en música anglosajona o en música de producción nacional y eslovaca, y también de música "dura" a las que no suelen ir ni siquiera los checos jóvenes porque en este país es tradición que los estudiantes de bachillerato con edades entre los 15 y los 17 años asistan a cursos de bailes de salón. Lamentablemente, sigue siendo válido que a las discotecas sólo van a bailar los checos jóvenes de hasta 25 años".

Jan Dvorácek nos habla ahora de lo que le indujo a fundar el Club Internacional de Salsa de Praga y de cómo funciona éste.

"Me percaté de que me hacía falta algún ejercicio e incorporarme a la vida social, y como nunca el deporte me había llamado demasiado la atención, me decidí por el baile. Después de probar la mayoría, casi instintivamente me decidí por la salsa y el merengue, y por otros estilos oriundos de Cuba, Puerto Rico y República Dominicana. Pero de la salsa me enamoré perdidamente. Y puesto que cada vez era mayor el número de checos que quería escuchar y aprender a bailar ese ritmo, decidí fundar el Club Internacional de Salsa de Praga, que ya hoy cuenta con más de 100 miembros en la República Checa, Polonia, Eslovaquia y Austria. El club ofrece todo tipo de información relativa a la salsa, colabora con clubes extranjeros semejantes, y organiza cursos de baile y recitales de destacados conjuntos salseros de Cuba y de otros países de Latinoamérica".

Jan Dvorácek se despidió de nosotros citando a la cantante Ivonne Sánchez: "la salsa es mi cuerpo y el bosanova es mi espíritu". Y sumándonos a lo dicho concluimos este A Toda Marcha.

Autor: Mónica Villegas Gallego
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