Andar en moto para disfrutar de la vida y no para suicidarse

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Andar en motocicleta a velocidad de vértigo está de moda en la República Checa. Todos los veranos, grupos de jóvenes cruzan rápidamente las autopistas del país, disfrutando de la adrenalina, de compañía femenina y del sentimiento de libertad absoluta.

Pero por otro lado están las estadísticas policiales que documentan el alarmante crecimiento de accidentes mortales protagonizados por motociclistas. Mientras que en 2006 la cifra de víctimas fatales fue de 95, en 2007 subió a 123. La situación en 2008 tampoco es de color rosa. En los primeros seis meses de este año fallecieron en las carreteras checas 56 motociclistas.

Sobre la afición hacia las motocicletas y el drástico aumento de las víctimas mortales conversamos en A Toda Marcha con Pavel y Tomáš, dos treintañeros de Praga, que desde hace varios años comparten la pasión hacia los vehículos de dos ruedas.

A juicio de Pavel, el brusco aumento de los accidentes mortales se debe, sobre todo, a la baja edad de los motociclistas y, de allí, a la poca experiencia que tienen a la hora de conducir.

“Los principales causantes de los accidentes son precisamente los chicos jóvenes con carné de conducir recién obtenido en el bolsillo. Los reconozco fácilmente en las carreteras porque viajan a alta velocidad, conducen sin escrúpulos y adelantan sin respetar las reglas de tráfico. Se asemejan a proyectiles disparados e, igual que ellos, amenazan la salud y la vida propias y la de los demás”, dice Pavel.

Por otro lado, Pavel admite que la potencia de algunas motos induce a conducir a gran velocidad.

“Las motos tienen la capacidad de andar a 300 kilómetros por hora y es un tanto lógico que uno se vea tentado a conducir al máximo. Pero me acostumbré a resistir a la tentación porque voy en motocicleta para gozar y no para suicidarme. Otro factor que me ayuda es que, cuando era joven, andaba en una moto pequeña porque durante el régimen anterior las más potentes no eran accesibles en el mercado nacional. De manera que dispuse de suficiente tiempo para adquirir experiencia”, señala Pavel.

Con esta opinión coincide Tomáš, quien afirma que lo mejor es comprarse primero una moto pequeña y recién después pasar a una más potente.

“Yo propondría incluso una ley que prohibiera la venta de motos potentes a los que acaban de recibir el carné de conducir, y ello independientemente de la edad de la persona. Además, permitiría la venta de las motos potentes solo a aquellos que tengan experiencia previa con las pequeñas”, sostiene Tomáš.

Pavel se suma a la opinión de Tomáš y agrega que diferentes países adoptan medidas preventivas, a veces un tanto curiosas, para impedir la venta de motos a personas inadecuadas. En las tiendas de Japón, por ejemplo, los vendedores acostumbran a bajar la moto en el suelo. Si el cliente no es capaz de levantarla y colocarla en las dos ruedas, no se la venden, aseguró Pavel.

Durante los últimos diez años, la venta de motocicletas se triplicó en la República Checa. Antes de comprarse una motocicleta, Tomáš recomendaría pensar bien sobre el motivo de la compra y no regirse solo por su aspecto y potencia.

“Lo primordial no debe ser el modelo, sino la razón por la que se quiere comprar la moto. En caso de utilizarla para viajes, basta adquirir una menos potente. Para competir se necesitan más fuertes, pero éstas no están destinadas en ningún caso a la circulación en carreteras y autopistas”, dice Tomáš.

Pavel destaca que nunca se ha arrepentido de haberse comprado una moto.

“No soy uno de esos fanáticos que forman grupos para salir juntos los fines de semana. Por otro lado, andar en moto es para mí una gran pasión que durante los años ha logrado absorberme por completo. Me gusta montar en moto, me gusta la adrenalina, pero también me gusta estar vivo”, apunta Pavel.

Tomáš y Pavel coinciden en que andar en motocicleta es una pasión que les proporciona alegría y vivencias nuevas.