Los campos de trabajos forzados durante el comunismo

Batallón Técnicos Auxiliares, foto: ČT

El 1 de septiembre se cumplieron 65 años del establecimiento de los llamados Batallones Técnicos Auxiliares, campos militares de trabajos forzados destinados a personas incómodas para el régimen comunista. En esta edición de 'Legados del Pasado, Testimonios del Presente', recordaremos este cruel servicio militar que entre 1950 y 1954 sufrieron más de 50.000 personas.

Batallón Técnicos Auxiliares,  foto: ČT
La idea de destinar a los reclutas del servicio militar a los trabajos del sector civil surgió ya en 1948, poco después de la llegada de los comunistas al poder.

Tras la expulsión de los alemanes de la zona de los Sudetes se registró escasez de mano de obra cualificada, sobre todo en los sectores de la minería y la construcción, por lo cual se formaron los primeros Batallones de Carreteras. A sus filas se reclutaban sobre todo personas señaladas por el régimen como políticamente poco de fiar.

Jiří Bílek,  foto: Kateřina Benešová,  Archivo de ČRo
En septiembre de 1950, el entonces ministro de Defensa, Alexej Čepička, estableció oficialmente los llamados Batallones Técnicos Auxiliares, explica el historiador del Instituto Militar Histórico de Praga, Jiří Bílek.

“Se comprobó que estas unidades trabajaban de una forma eficaz. El Ejército entonces tenía a su cargo muchas tareas, sobre todo en el sector de la minería. Para no tener que privar de su cargo a los militares profesionales, las autoridades empezaron a reclutar al servicio militar a personas tachadas de políticamente poco fiables. Sin embargo, más que militar se trataba de un servicio laboral”.

Este servicio resultó para las autoridades comunistas como matar dos pájaros de un tiro, ya que aparte de la mano de obra barata pretendían reeducar a los integrantes bajo su ideología política.

Batallón Técnicos Auxiliares,  foto: ČT
Los criterios para ingresar en los batallones eran establecidos de forma que reclutado a los trabajos forzados podía ser casi cualquiera, indicó Bílek.

“Sobre todo era gente considerada enemiga del régimen, por ejemplo, los hijos de los dueños de una fábrica, los representantes de los partidos políticos no comunistas o los que fueron condenados por la colaboración con el enemigo durante la Segunda Guerra Mundial. Existía una cláusula que facilitaba al Cuerpo de la Seguridad Nacional reclutar a otras personas por motivos diferentes”.

Las reclutaciones se efectuaban como sanciones extrajudiciales, dependientes solamente de la decisión de una sola persona. Este hecho daba lugar a venganzas personales.

Otro numeroso grupo de los batallones estaba formado por personas que habían sido despedidas de sus trabajos a causa de su origen u orientación política.

El hecho de que el régimen comunista impusiera la obligación de trabajar para todos bajo la amenaza de cárcel, facilitaba a las autoridades la integración de sus 'enemigos' en los campos. A: No era excepcional que entre los reclutados se hallaran también gitanos, personas analfabetas o miembros de sectas religiosas.

Trabajos duros y peligrosos

El Hospital Central Militar,  foto: Daniel Baránek,  Wikimedia CC BY-SA 3.0
El servicio en los Batallones Técnicos Auxiliares consistía en una faena dura, que a menudo resultaba peligrosa. La mayoría de los integrantes se veían obligados a afanarse en minas de carbón y en la construcción de edificios militares, carreteras o ferrocarriles. Entre sus obras praguenses destacan sobre todo el Hospital Central Militar, en Střešovice, o el barrio de bloques de pisos de Petřiny. La falta de instrucción y adiestramiento para ejercer este tipo de trabajos sin embargo provocó numerosos accidentes, que resultaron en muchos casos mortales.

Batallones Técnicos Auxiliares en 1951,  fuente: Bílek Jiří,  Pétépáci aneb Černí baroni úplně jinak,  Wikimedia Public Domain
La jornada laboral casi nunca llegó a ser menor de 16 horas diarias y la humillación y el acoso protagonizaron las herramientas más frecuentes para que los trabajadores tuvieran unos resultados más eficaces.

Pese a los dos años establecidos oficialmente como la duración del servicio militar, a muchos reclutas se les prolongó hasta el doble. Además de las unidades de trabajos forzados existían también otros batallones basados en personas políticamente fiables, apunta Jiří Bílek.

“Se trataba de trabajos ocultos, sobre bajo tierra, realizados frecuentemente en la zona fronteriza del país. Otros integrantes eran personas que no habían podido ingresar en el servicio militar por motivos de salud”.

Las indemnizaciones 40 años después

Iósif Stalin,  foto: Public Domain
Tras la muerte de Iósif Stalin en 1953 resultó cada vez más complicado reclutar a nuevas personas, ya que Checoslovaquia afrontaba las críticas de otros países mandar a sus ciudadanos a trabajos forzados, lo que estaba en contra de los acuerdos internacionales.

Aunque en mayo de 1954 los Batallones Técnicos Auxiliares fueron oficialmente suspendidos, nacieron nuevas unidades denominadas esta vez solo Batallones Técnicos. A ellos seguían ingresando personas políticamente defectuosas y los que sufrían graves problemas de salud.

Los ex integrantes de los batallones organizaron su primera manifestación pública en 1968. Sin embargo, para el siguiente encuentro tuvieron que esperar más de 20 años.



Foto: ČT24
Tras el fin del régimen comunista en 1989 empezaron a ponerse en marcha procesos de compensaciones por los daños causados en los campos de trabajos forzados, explica Bílek.

“Las indemnizaciones para los ex trabajadores de los batallones empezaron a repartirse a partir de 1990. Los afectados recibieron recompensas financieras de acuerdo con el tiempo que habían estado en los batallones y se les otorgaban ciertas ventajas. La verdad es que de todos los países ex comunistas, los checos son los que mejor han sido recompensados”.

La última oportunidad de solicitar la indemnización fue establecida para el 31 de marzo de 2015. El Estado ofrecía a los afectados una paga única de aproximadamente 70 euros por cada mes de trabajo, y la indemnización la podían solicitar también las viudas.

Hasta la fecha, el Ministerio del Interior ha registrado aproximadamente 1450 solicitudes.

La vida de los integrantes de los batallones fue descrita con humor por el escritor Miroslav Švandrlík en su novela 'Los Barones Negros' (Černí baroni).