La mayor tragedia del alpinismo checo sucedió hace 45 años en Perú

Huascarán, foto: free domain

El 31 de mayo de 1970, uno de los sismos más mortíferos de la historia del Perú acabó con las vidas de más de 70.000 personas. Entre las víctimas se hallaban también los miembros de una expedición alpinista checoslovaca, que fueron sepultados por un aluvión debajo del monte Huascarán. En esta edición de 'Legados del Pasado, Testimonios del Presente' recordaremos este oscuro momento de la historia del alpinismo checo.

Huascarán,  foto: free domain
Con la paulatina liberación del régimen comunista en 1968 llegó también una mayor facilidad para viajar al extranjero, incluso a los países antes complicados de visitar.

Este fue un momento oportuno para que los alpinistas del club Lokomotiva de Liberec pudieran cumplir su sueño y conquistar las alturas del mundo. Como su primer destino escogieron la montaña más alta de los Estados Unidos, Mount McKinley.

Algunas coincidencias llegan a ser sin embargo más trágicas que otras. Antes de que se llevaran a cabo los trámites necesarios para la salida, el régimen comunista volvió a las andadas y el equipo tuvo que buscar un plan B, según recordó para Radio Praga el médico y amigo de los alpinistas, Miloš Chládek.

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“Cuando Gustav Husák asumió la presidencia, la salida a Estados Unidos ya resultó imposible. Por eso, el equipo se puso de acuerdo con unos alpinistas peruanos que les invitaron a subir al monte más alto del Perú, el Huascarán”.

Miloš Chládek en aquella época también formaba parte del club alpinista Lokomotiva de Liberec, y recibió la oferta de viajar al Perú en calidad de médico de la expedición. El desacuerdo de su jefe con la salida le salvó la vida.

“El director del hospital no me dio permiso. Buscaron entonces a otro médico y finalmente se fue con ellos un amigo mío. Y falleció allí”.

La primera muerte llegó antes del terremoto

La mala suerte acompañó a la expedición desde el mismo principio. El barco con sus maletas se retrasó varios días, y además, llegó al puerto con una gran parte de la carga sustraída.

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El equipo necesario para escalar no se extravió, así que nada impidió a los alpinistas que instalaran el 13 de mayo su campamento debajo de los picos de Pisca y Huandoy, donde querían aclimatarse antes de la conquista del Huascarán.

Fue en esta zona andina donde surgió la primera tragedia, comenta Miloš Chládek. “Falleció Ivan Bortel, uno de los mejores alpinistas del equipo, con el que habían contado para escalar los tramos más complicados en las paredes heladas. La tragedia ocurrió cuando pasaba un arroyo con piedras mojadas, se resbaló, se cayó de unos 20 de altura a la cabeza, y se desnucó”.

La tragedia hizo al equipo considerar la vuelta a Checoslovaquia, pero finalmente decidieron cumplir con su misión aunque por motivos de seguridad optaron por una ruta menos complicada. La naturaleza sin embargo tomó otra decisión y no les dejó seguir.

El aluvión de Huascarán sepultó a todos los alpinistas

El último día de mayo a las 15:24 horas empezaron a notarse los primeros temblores de tierra, que anunciaban la llegada de una de las mayores catástrofes naturales de la historia del Perú.

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El terremoto de magnitud de 7,8 en la escala Richter, con epicentro en el Océano Pacífico, frente a las costas de las ciudades de Casma y Chimbote, sepultó en tan solo 45 segundos a más de 250 municipios de la zona andina de Ancash. Se calculó que el número de víctimas superó 70.000 y otras 20.000 personas resultaron desaparecidas.

“Fue uno de los peores terremotos de la historia del Perú. En la parte occidental del país se hallan las altas montañas y eso de debe a la confluencia de placas continentales, que causa una especie de fricción que de vez en cuando provoca un terremoto. Eso es y será habitual en esa zona”, señaló Chládek.

El sismo hizo soltar una inmensa masa de granito y hielo desde la cara occidental del monte de Huascarán. En tan solo cuatro minutos, el aluvión superó la distancia de 28 kilómetros, arrasando todo lo que se hallaba en su camino y rebasando incluso la sierra que protegía los pueblos de Yungay y Ranrahirca, unos de los más afectados por este desastre natural. Al mismo tiempo, se desprendió de la cara norte del monte otro aluvión que sepultó el valle entre los lagos Llanganuco y Orcococha, el lugar del campamento de los alpinistas checos, indica Miloš Chládek.

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“Este valle está formado por unas rocas de color negro. Su campamento fue arrasado por unas piedras blancas, lo que muestra que fue una materia procedente de otro lugar. Es que el aluvión se desprendió desde el monte Huandoy, una parte suya superó una sierra y se desplomó en el valle. Por desgracia, todos los alpinistas se hallaban entonces en el campamento, porque se estaban preparando para recogerlo y trasladarlo a otro lugar más cercano de su ruta planeada”.

Dos semanas de esperanza

Los familiares vivieron dos semanas largas hasta recibir la desoladora noticia de que ninguno de los 14 alpinistas, ni su guía chileno, llegaron a sobrevivir la catástrofe.

En la historia del alpinismo checo se trata de la mayor tragedia, ya que nunca antes había sucedido el hecho de que ningún miembro de una expedición volviera a su casa.

Unos años después, la Unión de la Eduación Física y Deportes Checoslovaca junto a los compañeros de los alpinistas fallecidos organizaron un viaje al lugar de su muerte para que las viudas y los familiares pudieran rendirles homenaje.

Los 50 kilómetros en homenaje a los alpinistas

Monumento a las víctimas de la tragedia,   cerca del municipio de Bedřichov,  foto: CC BY 3.0
Desde 1971, la tragedia se conmemora anualmente a través de Jizerská Padesátka, una carrera de esquí de fondo de 50 kilómetros, fundada dos años antes por otros miembros del club alpinista de Liberec, explica Chládek.

“Los alpinistas organizaban unas carreras de esquí de fondo solo para su propia diversión en el municipio de Bedřichov, en los Montes de Jizera. Después de la tragedia, la carrera recibió el nombre de Memorial Expedición Perú. A partir de entonces el número de participantes fue en aumento llegando cada año con a miles de personas. Ahora el Memorial se ha convertido en una carrera internacional de primera división y es más conocida bajo otro nombre, Jizerská Padesátka”.

En 2009, los familiares, amigos y voluntarios levantaron en la ciudad de Bedřichov el Monumento de la Expedición del Perú 1970, formado de piedras de los Montes de Jizera, donde los alpinistas solían entrenar.