¿Saben los checos "venderse" en el mercado laboral?

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El desempleo en la República Checa gira en torno al diez por ciento. Para un puesto de trabajo hay a veces decenas de candidatos. Muy a menudo todos cumplen con los requisitos necesarios para la posición solicitada. Pero también depende mucho de si el candidato sabe "venderse".

"Los checos no saben "venderse" en el mercado laboral, porque no son conscientes de su propio valor", opina Jan Slavík, de la consultoría Advantage Consulting.

"Su precio debería basarse en la experiencia laboral y la formación que tienen. Y también en capacidades especiales que puedan ofrecer a su potencial empleador. Muchos checos no son capaces de estimar su capacidad para ocupar el puesto que solicitan. Se sobrestiman más que se subestiman".

Según Slavík, la razón reside en que no saben definir el nivel de confianza en sí mismos.

"Culpable es en parte el sistema de educación checo, que sigue haciendo hincapié en la memorización de la materia. No enseña a los jóvenes a promoverse, imponer sus opiniones y buscar activamente alternativas. Ocurre así que muchos candidatos opinan que tener confianza en sí mismo y decir a voz alta su precio, puede dañarles ante el futuro empleador".

Jaroslava Tyllerová, de la consultoría AYS Placements, coincide en que los checos no saben "venderse". "La mayoría de ellos, más bien adivinan en qué son buenos, pero no lo saben a ciencia cierta", opina.

"Se debe a nuestra herencia comunista. Durante decenios a los checos se les inculcaba que no debían distinguirse de los demás, que no debían mostrar sus capacidades. Se debe también al estilo de vida bajo el comunismo. La mayoría de la gente no tenía la posibilidad ni sentía la necesidad de pensar en qué eran buenos".

La señora Tyllerová puntualiza que esto mejora y que la gente empieza a darse cuenta, cada vez más, de la necesidad de imponerse.

"Una categoría aparte son los egresados o las personas con una corta experiencia laboral, que todavía no han demostrado sus capacidades en el trabajo. Sus ambiciones son enormes y su confianza en sí mismo aún mayor. La manera de cómo se venden en nuestra consultoría, podría calificarse de impertinente. Mi recomendación es que la modestia sería más adecuada".

A diferencia de Jan Slavík, Jaroslava Tyllerová opina que el sistema de educación checo figura entre los mejores en el mundo.

"Los egresados no son tan sólo especialistas en un ámbito específico y limitado, tienen un buen conocimiento de los ámbitos cercanos al que estudiaron. En el trabajo son por ello capaces de resolver un abanico más amplio de problemas. En muchos casos saben superar un grave problema de manera más fácil y más barata que un empleado extranjero".

Uno de los puntos más débiles de los empleados checos es la escasez de lealtad hacia su empresa y de identificación con los objetivos de la misma. También les sigue faltando el conocimiento suficiente de lenguas extranjeras. Y Jan Slavík añade algo más:

"La postura personal hacia el trabajo, la seriedad y el comportamiento profesional, que un empleado tome la empresa como si fuera su propia empresa. La impresión de nuestra consultoría es que los checos lo cumplen al cincuenta por ciento".

Tanto Jaroslava Tyllerová como Jan Slavík destacan, no obstante, que la situación en todo lo mencionado está mejorando y que los checos logran adaptarse a las nuevas exigencias del mercado laboral.