“La ‘tercera vía’ es la vía más rápida al Tercer Mundo”

Con este espacio, "Del Totalitarismo a la Democracia", Radio Praga trata de ofrecer un vistazo sobre lo que ha representado el proceso de transición en la República Checa. Este espacio está dedicado a todas las personas interesadas en conocer detalles sobre la transformación checa desde la dictadura comunista hasta la democracia, por lo que creemos que encontraremos muchos radioescuchas en Cuba, donde importantes sectores de la población se preparan también para un proceso de cambio pacífico en la Isla.

Los militares gobiernan “ex cátedra” y se entiende que su mandato es temporal y con un objetivo limitado como puede ser el de “restaurar orden”. De hecho, el título oficial de los dictadores militares suele ser “presidente de facto”. No suele predominar el elemento mesiánico durante su mandato y no temen extinción institucional ya que los militares, una vez fuera del poder político, se conforman con seguir teniendo su presupuesto militar y sus ejércitos.

Casi la totalidad de los países que se liberaron del gobierno comunista heredaron un difícil legado macroeconómico —con deudas, inflación, mercados internacionales colapsados y déficit presupuestarios— aparte del obvio legado microeconómico de empresas no-competitivas, falta de libertad económica, planeamiento centralizado, falta de productividad, escasez, etc. Ya es generalmente aceptado, y existe vasta evidencia empírica, que la estabilidad macroeconómica y la libertad microeconómica juntas suelen, en promedio, facilitar el crecimiento económico. Sin embargo, nunca había habido una transformación económica de la magnitud que se presentaba en Europa del Este tras el colapso del comunismo. Había otros casos como el “Plan de Estabilización” de 1959 en España, el cual dio fruto a los llamados “años de desarrollo” cuando ese país creció un promedio del 7% anual y cuadruplicó el ingreso per capita entre 1961 y 1973.

Otro antecedente era el llamado “Milagro Suertudo” de la Alemania Occidental de la posguerra. Otro era Chile. Las reformas y las privatizaciones del gobierno de Margaret Thatcher en Gran Bretaña también solían ser mencionadas (el checo Vaclav Klaus y el estonio Mart Laar se enorgullecen de que se los mencione como “thatcheristas”). Pero ninguno de estos ejemplos se había enfrentado al desafío de los reformadores post-comunistas. Aunque en los países que tuvieron un cambio político radical, tales como Polonia, Checoslovaquia y Hungría, y sus nuevos líderes militaban por un cambio económico profundo, varios de ellos temían consecuencias mayores si cometían un error. Era el proverbial “salto a lo desconocido”.

Las reformas económicas se clasifican de la siguiente manera: estabilización, liberalización, privatización y la creación de instituciones de mercado. Estabilización El control de la inflación y de los presupuestos se considera como central para poder retornar al crecimiento económico, ya que de lo contrario el costo de vida sube más rápido que los ingresos del asalariado promedio. El debate sobre la estabilización se centraba no tanto en la pregunta sobre “el sí o el no” sino más bien “a qué velocidad”. Tres teorías surgieron entre los reformadores y los consejeros internacionales. El primer grupo proponía una estabilización repentina a través de una disciplina macroeconómica (monetaria y fiscal) para ahorcar a la inflación, combinada con una liberalización “de la noche a la mañana” de los controles microeconómicos, de los precios y de controles cambiarios.

Los adherentes más conocidos de esta “terapia shock” son el ministro de Finanzas polaco Leszek Balcerowicz y los economistas occidentales Jeffrey Sachs y Anders Åslund. Sachs había aconsejado al gobierno boliviano en sus reformas económicas de 1985. Un segundo grupo proponía reformas más “graduales” y secuenciadas. Según esta teoría, para minimizar el trastorno económico se debería comenzar con reformas en diferentes áreas económicas (liberalizar los precios paulatinamente por productos, por ejemplo) e intentar lograr pequeños “éxitos”, lo cual crearía inercia y una exigencia de más reformas. El que fue más asociado a esta teoría fue el latinoamericanista polaco Adam Przeworski.

La tercera teoría se puede definir como la “neo-marxista” o la de la “tercera vía”, la cual está muy ligada a los ex comunistas que buscaban reemplazar su desprestigiada ideología con algo nuevo y más aceptable. Suelen hablar de encontrar otra alternativa al comunismo y al “capitalismo salvaje”. Pero la tercera vía es difícil de definir, y existen varias versiones algo nebulosas, haciendo de su práctica una aplicación problemática. El economista húngaro János Kornai mencionó que dicha tercera vía simplemente no puede existir en la práctica, ya que inevitablemente conduce a distorsiones económicas y a corrupción. Un proponente moderno es Tony Blair, el primer ministro británico, aunque frecuentemente es acusado por la prensa británica de no ser muy diferente, en la práctica, a Thatcher en sus políticas económicas.

Un militante de dicha tercera vía de Europa del Este fue Alexander Dubček, el presidente del parlamento checoslovaco y anteriormente el reformador líder comunista y arquitecto de la Primavera de Praga en 1968. Otro debate paralelo era si se debían crear instituciones económicas antes de liberalizar la microeconomía y de privatizar las empresas. El más destacado de este grupo es el profesor Marshall Goldman (los debates con el arquitecto de la terapia shock se han denominado la pugna “Goldman-Sachs”).

Hay otros que insisten en que se debió haber tomado en cuenta la cultura de los diferentes países antes de diseñar reformas económicas. Varios de los sovietólogos y otros “expertos de área” son los que se distinguen por esta teoría, aunque tampoco suelen estar de acuerdo entre ellos. También suelen proveer más críticas que alternativas concretas. En teoría, las diferentes reformas tendrían diferentes resultados en el crecimiento del PIB a través de los años.

Escenario 1 - terapia shock: En teoría, la desregularización de precios, la masiva reducción de subsidios a las paraestatales, políticas fiscales y monetarias conservadoras, la apertura comercial, la repentina devaluación y fijación de la moneda y la convertibilidad de ésta, todas implementadas simultáneamente y acompañadas de la liberalización microeconómica, deberían de retornar una economía distorsionada y estancada al crecimiento con mayor brevedad, pero después de un fuerte bajón en el PIB.

Escenario 2 – el gradualismo: Los cambios macroeconómicos se dan más paulatinamente, o secuenciados. El PIB no da un bajón tan severo, pero el crecimiento económico se produce más tarde.

Escenario 3 - En este gradualismo extra-cauteloso, el crecimiento retorna aun más tarde y más tenuemente que en los primeros dos casos. Sin embargo, se presenta el peligro de que los ciudadanos voten por las fuerzas políticas que prometan dar revés a las reformas, cancelando los pocos logros anteriores y retornando al estancamiento económico.

Nótese que en los tres casos, el PIB de la economía centralizada y distorsionada inevitablemente sufre un bajón. Por la existencia de varias distorsiones en las economías comunistas (subsidios, controles de precios, etc.), por el colapso de las redes comerciales inter-Bloque, por producir bienes que no pueden venderse en un mercado libre, y por el colapso en las industrias militares, por la falta de propietarios verdaderos, entre otras, era inevitable que dichas economías sufrieran un bajón al comienzo de las transiciones.

Terapia shock. Los que condujeron la terapia shock en su forma más radical fueron Polonia, Estonia y Albania, ya que no tuvieron muchas opciones dada la grave situación macroeconómica que heredaron del comunismo, principalmente inflación y desbalances presupuestarios. Otros intentaron variaciones de la terapia shock. En su forma más pura (la variante polaca), la terapia shock tiene los siguientes componentes principales:

1. Liberalización de precios para que suban a niveles del mercado mundial, aceptando de un golpe los efectos inflacionarios de dicha acción.

2. Represión del crecimiento de ingresos en condiciones inflacionarias.

3. Restricciones en emisión monetaria y aumentos considerables en tasas de interés, hasta que éstas sean positivas (relativas a la inflación).

4. Alentar los ahorros, vía altas tasas de interés en depósitos bancarios.

5. Reducciones en gastos presupuestarios por medio de disminución de inversiones gubernamentales y un fin a subsidios a empresas.

6. Emisión de bonos gubernamentales para financiar el déficit presupuestario.

7. Regulación del sistema tributario y su unificación y simplificación.

8. Establecimiento de un sólo tipo de cambio para la moneda nacional y el establecimiento de convertibilidad de la moneda en el mercado doméstico.

9. Introducción de una tarifa aduanera común para alentar exportaciones, y liberalizar el comercio exterior.

10.Otorgar asistencia social directa a la población más afectada por la transición, según lo permitan los límites presupuestarios.

11. Rompimiento de las empresas monopólicas y el rechazo de intervención estatal en las actividades de empresas competitivas.