La Formación de Partidos Políticos I

La libre formación de partidos políticos de todo tipo ha sido un fenómeno que de varias formas refleja el propósito de una transición. Los partidos políticos son importantes y hasta fundamentales en una democracia porque sirven de medio de comunicación y de acción entre la sociedad y el gobierno. Esta vez les ofrecemos un programa dedicado al rol de los partidos políticos tras un proceso de transición. Un trabajo del profesor Fredo Arias King.

Las fuerzas anticomunistas suelen ser de dos tipos: liberales (en el sentido europeo de la palabra) y derechistas. Yace aquí la línea sísmica de los partidos democráticos que llegaron al poder, y los líderes que necesitaban balancear los intereses de ambos grupos. Los que se posicionaron como “más liberal que de derecha” fueron Mart Laar en Estonia y Václav Klaus en República Checa, principalmente. Ambos subrayan activamente la libertad económica, su retórica nacionalista es moderada y propositiva, y no están demasiado alineados con la Iglesia. De hecho, la ODS de Klaus se rehusó a la restitución de varias tierras a la Iglesia. Pero esto no quiere decir que Klaus no haya utilizado selectivamente métodos “socialistas” en algunos aspectos (como en la política social), o métodos “autoritarios” en otros (como en mantener disciplina dentro de su coalición, o en promover las leyes de lustración y de exclusión de colaboradores comunistas).

Klaus menciona que su estilo político preferido es la “mano de hierro con guante de terciopelo” Peterle, Landsbergis, Antall, y Wałęsa (y sus cuatro primer ministros emanados del sindicato Solidaridad), fueron criticados dentro y fuera de sus partidos por ser “más de derecha que liberales”, por sus relaciones con la Iglesia, la retórica anticomunista que persistía todavía a varios meses de sus mandatos, y por sus preocupaciones de identidad nacional y del pasado histórico. Esto causaba varios problemas entre las facciones “derechistas” y “liberales” de sus partidos o coaliciones. En Polonia, la Iglesia Católica jugó un papel clave en la disidencia y en la emancipación del comunismo en 1989. Sin embargo, seguía jugando un papel abiertamente politizado y partidista, exigiendo públicamente a los políticos de Solidaridad tomar posiciones en temas de educación y aborto, dividiendo a los derechistas de los liberales, y causando malestar con varios grupos de la población como mujeres y jóvenes.

En Hungría, el Foro Democrático Húngaro (MDF), victorioso en las elecciones de abril 1990, rehusó formar una coalición con el partido democrático que ganó el segundo lugar, la Alianza de Demócratas Libres (SzDSz). La razón era porque mientras el MDF se consideraba más de “derecha” (promulgando valores tradicionales húngaros, rurales y demócrata-cristianos), el SzDSz se consideraba más “liberal”, urbano e incluía a varios intelectuales judíos. La rama legislativa juega un papel toral en las transiciones y especialmente en la consolidación democrática. Adopta las leyes que servirán para crear instituciones económicas y sociales, forma los presupuestos que financiarán las prioridades gubernamentales y, en los sistemas parlamentarios, la misma legislatura forma y respalda al poder ejecutivo.

Los sistemas que surgieron en el mundo post-comunista se pueden dividir en sistemas parlamentarios y sistemas presidenciales, aunque hay algunos casos “híbridos”. La tendencia en Europa Central es de sistemas parlamentarios, mientras en la mayor parte de la ex Unión soviética y la ex Yugoslavia se consolidaron sistemas presidenciales o semi-presidenciales. Los académicos constantemente debaten los méritos de ambos sistemas, y no hay un amplio consenso sobre cuál es mejor y en qué circunstancias, aunque varios politólogos han descalificado al sistema presidencial por ser más susceptible al autoritarismo. En las transiciones del comunismo resurgió este debate ya que algunos mantenían que un presidente fuerte era necesario para aprovechar la breve ventana de oportunidad y así efectuar un cambio rápido y libre de coaliciones inestables.

Analicemos los Sistemas parlamentarios. En estos sistemas, los gobiernos reflejan la composición de los parlamentos. Los líderes que encabezan los gobiernos emanan en su mayoría partidaria del parlamento o de una coalición de partidos, y están constantemente a la merced de éste. El parlamento puede votar para remover a un gobierno y cuando hay una pugna en la coalición, suele caer el gobierno y se tienen que organizar elecciones tempranas. Sin embargo, el gobierno se ve obligado a actuar según los intereses de dicha coalición, asegurando la rendición de cuentas del mismo. El sistema parlamentario también cuenta con la figura de jefe de Estado, usualmente un presidente ceremonial, pero también monarcas (aunque no se ha dado este último caso en el mundo post-comunista).

En los países de Europa Central, el colapso del comunismo les dio la oportunidad de formar una nueva constitución y prevaleció la preferencia de seguir el modelo de Europa Occidental y por eso adoptaron sistemas parlamentarios. Tras un período especial de gobiernos provisionales, a veces presidenciales, Bulgaria, Estonia, Checoslovaquia y la República Democrática Alemana celebraron sus primeras elecciones bajo el nuevo sistema que produjeron los parlamentos de los cuales surgieron los gobiernos de Dimitrov, Laar, Klaus/Mečiar y el gobierno provisional de Lothar de Mazière que votó por la unificación con Alemania Occidental, respectivamente.

Para finales de 1991, Estonia sufría algunos de los síntomas afectando al sistema parlamentario lituano: atomización, falta de definición y bipolaridad. El Consejo Supremo, que era una coalición de disidentes y comunistas reformados, no funcionaba para resolver los problemas cotidianos de una Estonia independiente. Su presidente, el ex comunista que había sido uno de los fundadores del Frente Popular, Edgar Savisaar, intentaba persuadir al Consejo Supremo de otorgarle poderes de emergencia. En vez, el parlamento lo destituyó, sospechando que tenía otras intenciones, y nombró a Tiit Vähi como interino. Vähi, que no había formado parte de la nomenklatura soviética, hizo lo que Savisaar dudó en hacer: organizar nuevas elecciones parlamentarias. Vähi mencionó que “La estabilidad política de Estonia puede ser alcanzada sólo de una forma: con elecciones lo más pronto posible. El gobierno y Consejo Supremo debieron haber declarado hace mucho tiempo que sólo eran un gobierno y un parlamento de transición”.