Lo kafkiano en la obra de Juan José Arreola

Mónica Lavín, foto: Gonzalo Núñez

Juan José Arreola, conocido como el último juglar, es uno de los escritores mexicanos más queridos y admirados en Latinoamérica. A diez años de su muerte, el Instituto Cervantes de Praga organizó una conferencia durante la cual la profesora Mónica Lavín, venida especialmente de México, trazó las líneas fundamentales por las que transita la obra de este autor imprescindible.

Mónica Lavín,  foto: Gonzalo Núñez
Más de una hora duró la conferencia que la académica mexicana Mónica Lavín brindó la tarde-noche del lunes en el Instituto Cervantes de Praga. ‘Diez años sin el último juglar: homenaje a Juan José Arreola’ fue el título de su ponencia.

Los asistentes la escucharon embobados, ya que no solo explicó con erudición las claves de la obra de este escritor, sino que fue intercalando imágenes y fue leyendo pasajes de los textos más emblemáticos y divertidos de un autor quizás poco conocido en la República Checa y en otros países fuera del ámbito hispanohablante, aunque injustamente poco conocido, como explicó la académica.

“Vine a hablar de Juan José Arreola, un escritor mexicano que precisamente este diciembre de 2011 se cumplen diez años de su muerte. Un escritor clásico que en 1949 publica su primer libro de cuentos, ‘Varia Invención’, que coloca a la literatura mexicana en otro estrado. Es decir, es nuestro primer escritor cosmopolita, libresco, que hace juegos de ingenio porque entra en la minificción. No es necesariamente el ámbito rural el que toca sino el cuento fantástico, el trabajo con el lenguaje, nos lleva a otros autores europeos”.

Juan José Arreola
La profesora también hizo hincapié en la biografía de Arreola, muy necesaria para entender su obra, plagada de guiños.

“Nace en Jalisco, en la zona oeste de México. En una época, 1918, donde hay una guerra cristera, que es una guerra católica muy sangrienta. Entonces no va a la escuela, él aprende de los libros. Es un autodidacta con una enorme cultura autoadquirida, que hará de eso el material de muchos de sus textos. Entonces la intención de esta conferencia es rendirle un homenaje”.

Mónica Lavín comentó que ella no sabía que Arreola estaba traducido al checo, hasta que después de la conferencia dos profesoras le mostraron un ejemplar editado en Praga de ‘Confabulario’ (Bájení en checo, edición de 1974).

“Es un autor que como lo que trabajó más es el cuento y la minificción, es un autor que no es de masas. Requiere de la complicidad del lector y requiere del contagio por su lectura. Y ya ha sido traducido al checo, como me enteré aquí, precisamente platicando con las profesoras. En los 70 fue traducida una antología de sus cuentos al checo. Tiene una novela que se llama ‘La Feria’. Una novela muy experimental que se publicó en los años 60, que es como una biografía en diferentes monólogos de su pueblo natal, que es Zapotlán el Grande”.

Praga no es la única escala de su gira europea para hablar de las cualidades y destacar las cimas del proyecto artístico de Juan José Arreola.

“Entonces es un autor sui géneris. Autor, actor, editor, maestro, es una figura literaria. Y esa es la razón por la que no nada más estoy en Praga. Me invita la Secretaría de Relaciones de México, que organizó a través de varias embajadas esta conversación. Ya estuve en La Haya, en Berlín, ahora en Praga, y me falta ir a Viena, al Instituto Cervantes, y en Budapest, también en el Instituto Cervantes”.

Mónica Lavín manifestó especial devoción por Praga, una ciudad muy presente en la obra de Arreola, a través de uno de sus hijos predilectos.

“Particularmente Kafka es uno de los autores que a él lo marcan. Y eso se ve especialmente en un cuento que yo mencionaba, ‘El Guardagujas’, que es un cuento sobre trenes, donde la situación es absurda. Un hombre espera un tren, usa las iniciales T., el hombre no puede llegar a donde quiere ir, le dan una información que quién sabe si es la correcta, hay también una mirada pesimista, caricaturesca de alguna manera”.

Y no solo Praga: la sensibilidad literaria de Arreola lo hace afín a otros autores de esta parte del mundo, agregó.

“Yo creo que Arreola, como ningún otro autor, nos acerca a Centroeuropa. A autores que sí son canónicos en la literatura, pero que él los lee de una manera que los extiende para que el lector mexicano, reconozca o no reconozca, pero quede bajo su embrujo. Él establece sus guiños muy conscientemente, reconoce sus influencias y sus admiraciones y las usa. Kafka es desde luego una de estas influencias. Y yo creo, ya ves que se ha llegado a acuñar el término kafkiano, pues creo que en varios de los cuentos de Arreola hay una atmósfera kafkiana”.

Mónica Lavín puntualizó durante su charla que no es necesario recordar a Arreola, porque nunca ha sido olvidado. Aunque después quiso matizar sus palabras para Radio Praga.

“Exacto. Nunca ha sido olvidado y es ya un autor de culto. Pero corre el peligro de que los más jóvenes, los lectores que abrevan de lo que te enseñan en la preparatoria, se concentren en ciertas figuras y olviden a Juan José Arreola porque su trabajo de una cierta genialidad y de giros muy interesantes y con referencias culturales que puedes reconocer o no y además tiene múltiples posibilidades de lectura. Es un autor divertido y creo que es un gran gancho para que los jóvenes se vuelvan lectores. Sin embargo, creo que los profesores de esos jóvenes ya tampoco están leyendo a Arreola. Entonces no ha sido olvidado pero sí corre el peligro de volverse un autor que solo unos cuantos lean”.

Y para concluir, la propia Mónica Lavín lee un breve relato de Juan José Arreola, ‘El Sapo’, incluido en el libro ‘Bestiario’, de 1972.

“Salta de vez en cuando, sólo para comprobar su radical estático. El salto tiene algo de latido; viéndolo bien, el sapo es todo corazón. Prensado en un bloque de lodo frío, el sapo se sumerge en el invierno como una lamentable crisálida. Se despierta en primavera consciente de que ninguna metamorfosis se ha operado en él. Es más sapo que nunca, en su profunda desecación. Aguarda en silencio las primeras lluvias. Y un buen día surge de la tierra blanda, pesado de humedad, henchido de savia rencorosa, como un corazón tirado al suelo. En su actitud de esfinge hay una secreta proposición de canje, y la fealdad del sapo aparece ante nosotros con una abrumadora cualidad de espejo”.

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