El Gran Diccionario Checo-Español cumple 50 años

Foto ilustrativa: Lenka Žižková

Desde hace ya 50 años estudiantes, traductores y otros profesionales checos que trabajan con la lengua española utilizan el Gran Diccionario Checo-Español de Josef Dubský, cuya primera edición se publicó en 1977. Se trata de la primera obra de su tipo con base científica y sus ediciones revisadas se siguen usando hasta la actualidad.

Foto ilustrativa: Lenka Žižková
Cuando un hispanohablante que estudia checo o un estudiante checo de lengua española necesitan algo más que su diccionario de bolsillo, no les suele quedar más remedio que adquirir el Gran Diccionario Checo-Español (Velký Česko-španělský slovník) de Josef Dubský, que en la última edición de la editorial Leda contaba con 136.000 entradas.

Con la primera edición publicada en 1977 se trata del primer y último gran diccionario de español-checo. Los hay nuevos, más modernos y más exactos, pero ninguno es tan amplio. Su germen fue el primer diccionario serio de español-checo, publicado en 1959 por Josef Dubský.

El profesor Jiří Černý, de la Universidad Palacký de Olomouc, confirma el carácter pionero de este vocabulario.

“Yo creo que no fue el primer diccionario, pero fue seguramente el primer diccionario con base científica. Antes había algunos autores que escribieron algunos pequeños diccionarios español- checo, casi siempre, o checo-español, eventualmente. Pero eran muy pequeños. Y Josef Dubský fue quien empezó a elaborar un diccionario de gran tamaño y con base científica”.

De hecho con anterioridad la ausencia de un buen diccionario, capaz de descifrar por ejemplo un texto de alta complejidad, suponía una traba a la hora de traducir literatura en español, prosigue Černý.

“Las traducciones que se hacían en el siglo XIX, no sé en realidad como se realizaban, porque algunos autores lo hacían no directamente del español, sino que utilizan una versión francesa o alemana, o sabían un poco de español y combinaban los dos métodos. Aparecían diccionarios de español, pero muy pequeños, y desde el punto de vista de hoy difícilmente podrían servir para un trabajo serio para los traductores”.

Jiří Černý,  foto: archivo de la Universidad Palacký de Olomouc
Hasta el diccionario de 1959, las letras checas tenían que confiar en los grandes conocedores de la lengua española, como Antonín Pikhart, primer traductor del Quijote, por ejemplo. El trabajo de Dubský fue así como la apertura de un gran y amplio puente para la comunicación de ambos idiomas.

Su obra fue además pionera no solo en lo que respecta al español, sino a la creación de vocabularios bilingües de checo en general, indica Černý.

“Diccionarios de alemán habría antes, claro, yo diría como primeros. Y luego en su época en los años 60 ya se elaboraba un diccionario muy bueno de Poldauf, de inglés-checo, y también existían diccionarios de francés-checo. Pero Dubský está entre los primeros, y puede considerarse como fundador de la lexicografía checa, sobre todo desde el español, pero él se dedicaba a la estilística, a la traducción, a la lexicología y la lexicografía. Entonces en estos campos fue en su tiempo muy importante, no solo para los hispanistas”.

Un trabajo titánico

El trabajo realizado por Dubský resulta todavía más impresionante si tenemos en cuenta que tanto para la primera versión de 1959 como para las posteriores ampliaciones de los años 60 y el Gran Diccionario de 1977, el hispanista realizó una costosa labor de hormiga, inconcebible en la actualidad.

“Quisiera subrayar que él lo preparaba manualmente, porque existían ya computadores, pero todavía no se aprovechaban en la lingüística. Entonces él creo un fichero enorme, un archivo de fichas de papel, y en cada ficha se escribía un lema. Era simplemente un trabajo manual”.

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Fue un trabajo desde cero, en el que Dubský creo su propio corpus, y cuya duración resulta difícil de medir. Como modelo se tomó el español más actual, comenta Černý.

“El profesor Dubský tenía fuentes dobles. Él y algunos de sus compañeros, porque había gente que le ayudaba, colaboradores, creaban citas a base de la prensa española y latinoamericana, a base de periódicos, revistas y literatura, y también, aunque no sé en qué proporción, usaban diccionarios monolingües de español, como Pichardo, cubano, Santamaría, mexicano, y otros”.

Para esta titánica tarea Dubský contó con la ayuda de unas 10 o 12 personas, aunque no se sabe con seguridad ni su número ni su identidad concreta. Se trataba de profesores de español de las instituciones en las que trabajó, es decir, la Universidad Económica de Praga, la Universidad Carolina, y la Universidad Jan Evangelista Purkyně de Brno, la actual Universidad Masaryk.

Todo aquel que haya trabajado con el diccionario de Dubský de forma continua habrá encontrado inexactitudes o carencias, y de hecho se trata de una obra de la que en los círculos de hispanistas se suele hablar con cierta condescendencia. Černý incide en el hecho de que para valorar el diccionario hay que tener en cuenta su contexto.

“Yo creo que es muy bueno desde el punto de vista del tamaño y de la labor que se introdujo en su elaboración, en difíciles condiciones. Así en general yo diría que actualmente todos lo critican, pero todos lo aprovechan también. Cuando se publican diccionarios modernos, muchos lemas suyos aparecen allí también. Desde el punto de vista de hoy las críticas tienen cierto fondo, porque la lengua, cualquier lengua viva, está en continuo desarrollo, y él lo elaboró en los años 60 del siglo pasado. Entonces son 60 años casi”.

Un nuevo diccionario de americanismos

También lexicógrafo, al igual que Dubský, el profesor Černý ha concluido ya su propia obra magna: un diccionario español-checo de americanismos de más de 3.000 páginas cuyo primer volumen se publicará a finales de año. Precisamente la idea de emprender una labor así surgió a partir del diccionario de Dubský.

Foto ilustrativa: Lenka Žižková
“Es porque cuando yo aprovechaba el diccionario de Dubský, noté que era sobre todo del español europeo, aunque él trataba de introducir algunos americanismos. Pero en aquella época no existían muchos diccionarios de americanismos, primero, y él no tuvo la posibilidad de viajar como todos nosotros en aquel tiempo. Visitó Cuba, trabajó en Santiago, en la Universidad de Oriente, trabajó en Chile en la época de Salvador Allende. Y esta era la única experiencia suya: Cuba y Chile. No hay tantos americanismos en su diccionario, y cuando se determina el país, en la mayoría de los casos pone Am, es decir, América”.

Por el contrario, el Gran Diccionario Español-Checo no es tan vago en cuanto a tecnicismos. Su elaboración a lo largo de los años 60 y 70, cuando Checoslovaquia mantenía buenas relaciones con Cuba, hizo necesario introducir el vocabulario necesario para el intercambio comercial y tecnológico.