El adiós al hombre que más sabía de Kafka

Josef Čermák, foto: archivo personal de Josef Čermák

La semana pasada falleció, a los 91 años de edad, una de esas personalidades de la cultura que marcan época. Editor jefe de la prestigiosa editorial Odeon, Josef Čermák fue también el primer editor en checo de algunos de los libros de Kafka y, tal como define en esta entrevista la traductora Blanka Stárková, el mayor especialista en la obra del trascendental escritor.

Josef Čermák,  foto: archivo personal de Josef Čermák

A los 91 años de edad falleció Josef Čermák, renombrado editor y traductor checo, una de esas personalidades que suelen condensar toda una época y una forma de entender la cultura. Graduado en la Universidad Carolina de Praga, Čermák nació el 18 de mayo de 1928 y dedicó gran parte de su vida a construir el prestigio de la que fue, durante muchos años, la editorial más importante del país, tal como explica a Radio Praga Internacional la hispanista y traductora Blanka Stárková:

“Odeon fue realmente la más prestigiosa editorial checoslovaca hasta el cambio político en el año 89, se especializaba en la edición de obras extranjeras, o sea las traducciones, y también su especificidad consistía en la publicación de libros sobre arte, surgió en el año 1952 y claro que pasó por varias transformaciones, que más o menos seguían el desarrollo político de este país”.

Una de esas transformaciones afectó nada menos que su propio nombre ya que, en un primer momento, Odeon era conocida como la Editorial Estatal de Literatura y Bellas Artes. Un detalle que da cuenta del nivel de excelencia que alcanzó, cuenta Stárková, es la cantidad de ofertas de empleo que recibió su plantel de traductores cuando la editorial se desmoronó económicamente en los años 90. Muchos de sus integrantes pasaron a trabajar para el servicio diplomático o las universidades por tratarse de gente que tenía perfecto conocimiento de los idiomas y la cultura de diversos países. Y también gran parte de ese mérito lo tuvo Josef Čermák, quien empezó a trabajar en la editorial ya desde los inicios en 1952.

“Yo creo que fue la personalidad que más sabía sobre Kafka en este país, y no fue un fanático de Kafka: mantenía cierta distancia, eso sí, pero Kafka le resultaba enormemente simpático, incluso como persona”.

“Con su fallecimiento realmente se va una gran etapa de la vida literaria y cultural checa, lo lamento muchísimo, lo siento realmente como una pérdida personal, como un fragmento de mi vida también. Él trabajaba ahí desde 1952 y durante varios años fue redactor jefe, creo que desde 1969 hasta 1977 cuando fue destituido por razones políticas porque nunca fue miembro del partido comunista, pero más o menos en la práctica desempeñaba el mismo papel”.

Durante esa trayectoria Čermák ha traducido del alemán, francés, italiano y español, pero sobre todo es conocido por el intenso trabajo que realizó en torno a los libros de Kafka. Tradujo, entre otros libros, “El proceso” y fue, en 1990, el primer editor checo de la célebre Carta al padre.

Blanka Stárková,  foto: Juan Pablo Bertazza
También trabajó con Věra Saudková, la sobrina del célebre escritor que falleció en 2015, y es el cofundador de la Sociedad Franz Kafka en Praga. Pero, además, Čermák tiene el enorme mérito de haber conseguido incluir en el catálogo algunos volúmenes de Kafka a pesar de no ser un autor querido por las autoridades comunistas. De hecho, él mismo contó en algunas entrevistas que, para publicar un volumen de sus cuentos en 1983, decidió escribirle una carta al Ministro de Cultura de entonces asegurándole que los seguidores de Kafka de todo el mundo llegarían a Praga por el centenario de su nacimiento y no iban a encontrar ejemplares en las librerías.

Como si eso fuera poco, Čermák publicaría tiempo después varios ensayos sobre Kafka, uno de los cuales está traducido al español y cuenta con prólogo de María Kodama, la viuda de Jorge Luis Borges. En ese volumen, que lleva como título “Franz Kafka, ficciones y mistificaciones”, Čermák critica aquellas obras, en su opinión, oportunistas que se hicieron especialmente para plegarse a la fama mundial de Kafka. Sobre todo se dedica a cuestionar algunos aspectos de los trabajos de Michal Mareš y Gustav Janouch que, en su momento, tuvieron mucha notoriedad.

“Era una personalidad muy simpática, muy culta, una enciclopedia viviente”.

“Yo creo que fue la personalidad que más sabía sobre Kafka en este país, y no fue un fanático de Kafka: mantenía cierta distancia, eso sí, pero Kafka le resultaba enormemente simpático, incluso como persona. Creo que él descubrió el humor en Kafka, algo que por ejemplo los japoneses no admiten en absoluto. Čermák sí lo conocía”.

En efecto, esa lectura en clave de humor hoy es mucho más aceptada que por aquel entonces. Por otro lado, una de las mayores mistificaciones que Čermák intentó combatir fue la de que Kafka frecuentaba los ámbitos anarquistas, una idea que prendió sobre todo, tal como cuenta Stárková, en América Latina.

Pero si bien fue el máximo conocedor de la obra de Kafka, el aporte de Čermák a la cultura va más allá de él. Hasta 1969 se desempeñó como profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Carolina y participó, por ejemplo, en la creación del Diccionario de escritores de España y Portugal.

Josef Čermák,  foto: archivo personal de Josef Čermák
Blanka Stárková, que en su rol de periodista también lo entrevistó varias veces, aun recuerda que en uno de esos encuentros le contó que él había participado en la edición de nada menos que 5400 libros. Aunque su erudición incluía distintas lenguas e idiomas, Stárková asegura que su mayor especialidad fue como germanista ya que, además de traducir, leía y hablaba perfectamente alemán.

“Bueno, él era una personalidad muy simpática, muy culta, una enciclopedia viviente, especialmente en lo que respecta a los escritores austríacos del puente entre los siglos 19 y 20, esa famosa generación de escritores vieneses. En 1996 hicimos un proyecto radiofónico y viajamos a Viena y ahí realizamos varios reportajes e invitamos también a Čermák. Lo llevamos a los famosos cafés vieneses donde se reunía esa generación y empezó a hablar como si fuese un coetáneo de aquellos escritores, un amigo de ellos: sabía quién frecuentaba ese café, qué vestía, qué hacía, con quién discutía, absolutamente todo, fue fascinante”.

Así como los grandes escritores como Franz Kafka sobreviven en el entusiasmo de sus numerosos lectores, no hay dudas de que una personalidad cultural tan fuerte como la de Čermák quedará en el recuerdo y la experiencia de vida de quienes lo conocieron.