Un gran número de músicos de orquestas filarmónicas de Berlín, Boston,
Viena y Praga tocan instrumentos musicales de viento fabricados por la
compañía Amati, de la localidad checa de Kraslice. Esta empresa, que
durante el comunismo fabricaba todo tipo de instrumentos destinados
mayormente a las escuelas de música nacionales, con el paso del tiempo
llegó a ser respetada hasta en los mercados más exigentes del mundo, como
el de Alemania, Estados Unidos y Japón.