La tradición de los belenes en Chequia y el belén mecánico más grande del mundo

Foto: Ondřej Tomšů

Con motivo de la Navidad hemos preparado para ustedes un programa especial, animados por el deseo de compartir el ambiente de paz y amor que llena Praga estos días. Les vamos a contar sobre los belenes que tradicionalmente se producen y exponen en Chequia durante las Fiestas de Navidad. Además, les hablaremos del belén mecánico más grande del mundo, que se encuentra en la ciudad de Jindřichův Hradec.

Foto: Barbora Němcová

Las fiestas de Navidad son concebidas en la República Checa como fiestas familiares. En los hogares se vive una verdadera tranquilidad y benevolencia, mientras que afuera, detrás de las ventanas, el invierno se deja sentir con toda su fuerza: con nevadas y temperaturas bajo cero.

Al igual que en numerosos países, en Chequia se mantienen muchas tradiciones vinculadas con el día de Navidad. Se suelen preparar platos y dulces típicos de Navidad, y al pie de los árboles navideños o detrás de las ventanas se suelen instalar belenes.

Foto: Barbora Němcová

Y es precisamente la hermosa tradición de belenes en la República Checa de la cual les hablaremos en este programa.

Según fuentes literarias, en Europa la Navidad comenzó a festejarse en el siglo IV.

Estas fiestas cristianas fueron sustituyendo los rituales paganos relacionados con el solsticio de invierno, la expulsión de las fuerzas de la oscuridad y la reaparición de la luz. Por ello también se celebraba la aparición de una nueva vida en la naturaleza, lo que a su vez traía alegría y provecho al ser humano.

Debido a que en Bohemia muchas de las tradiciones paganas adquirieron con el tiempo el carácter de costumbres populares, y como tal se han conservado hasta hoy, las fiestas de la Natividad de Jesucristo se entrelazaron con diversas costumbres populares.

Es así que la forma actual de festejar la Navidad en la República Checa respeta la costumbre cristiana de instalar nacimientos y árboles navideños, pero sigue empleando diversos ritos paganos, como por ejemplo el de partir una manzana por la mitad para verificar si habrá felicidad en el hogar, que data del siglo XVII.

Foto: Barbora Němcová

Y durante la Navidad nunca faltan los villancicos en la República Checa. Estos empezaron a surgir en la Edad Media y el pueblo checo mantiene la tradición de cantar estas canciones para evocar la atmósfera festiva de la Navidad.

Ya hemos mencionado el tema principal de esta emisión, en la que queremos familiarizarles con la costumbre de instalar belenes en los hogares checos durante las fiestas navideñas.

Los pesebres, que evocan el nacimiento de Jesús, reflejan el motivo principal de la celebración de la Navidad. De manera tierna y sin necesidad de recurrir a palabras, narran una historia de más de dos mil años de antigüedad, la historia de la Natividad de Jesucristo.

La tradición de los pesebres fue iniciada en el Reino de Bohemia por los jesuitas en el siglo XVI. El primer nacimiento de Belén de Europa Central fue instalado en Praga, en la iglesia de San Clemente, en la Ciudad Vieja. Fue fabricado en 1560 por orden de la Compañía de Jesús, que de esta forma clara y simple quería acercarle al pueblo checo la historia de la Natividad de Jesucristo. Aquel primer pesebre, sin embargo, no se conservó.

La noticia del nacimiento se divulgó pronto por todo el Reino de Bohemia. Desde entonces, durante las fiestas de Navidad las iglesias del país instalan bellos pesebres.

Foto:  Pixabay,  CC0 1.0 DEED

Los especialistas consideran que el mayor pesebre de este género conservado en Bohemia o, mejor dicho, del que se ha conservado un fragmento, data de alrededor del año 1670. Se trata de un conjunto de varias figuras de madera de más de un metro de altura, instalado en uno de los nichos posteriores de la iglesia de San Vito en la ciudad de Kostelec nad Labem, al norte de Praga.

Como es costumbre, junto a la cuna con el Niño Jesús hecho de cera se encuentran la Virgen María y San José. En primer plano vemos arrodillados a dos de los Reyes Magos a ambos lados de la cunita, mientras que el tercero está detrás.

Vale agregar todavía que, gracias a los jesuitas, la costumbre de instalar pesebres en las iglesias se divulgó no sólo en Europa, sino también en otros continentes.

Los nacimientos instalados en las iglesias se hicieron tan populares en el antiguo Reino de Bohemia que pronto pasaron a ser una cuestión de prestigio para las ciudades y poblados del país.

Los primeros en instalar nacimientos en sus hogares fueron los representantes de la nobleza. Los pesebres pronto se convirtieron en uno de los mejores regalos obsequiados por la nobleza a sus amistades durante la Navidad. Se fabricaban de diversos materiales y tamaños.

Además de los palacios de la nobleza, a mediados del siglo XVIII la costumbre de los belenes comenzó a extenderse también entre el pueblo checo. Dependiendo de los recursos financieros de cada familia, y también de la región del país, los pesebres eran fabricados de diversos materiales: madera, paja, cristal, cerámica, mazapán, pan de especias y otros. En 1790 apareció en Bohemia el primer belén de cartón.

Foto: archivo de Radio Praga

Pronto este último material se convirtió en uno de los más populares en Bohemia por ser asequible a todas las capas de la población. En el siglo XIX el cartón fue aprovechado para la fabricación de pesebres en serie. En las postrimerías del siglo XIX, los belenes de cartón eran un solicitado artículo de exportación.

Durante los dos últimos siglos, los pesebres que se fabricaban en Bohemia fueron adquiriendo un carácter especial que los distingue de los nacimientos hechos en otros países. Además de la costumbre de emplear diversos materiales para la fabricación, las figuras del nacimiento fueron caracterizando las regiones de origen.

Es que las figuritas de los belenes solían ser vestidas con los típicos trajes regionales, o representaban a determinadas personalidades históricas de la nación checa. En los pesebres también se solían incluir construcciones que se asemejaban a las obras arquitectónicas de algún pueblo o ciudad del país.

De esta manera, la fabricación de nacimientos en Bohemia llegó a formar parte de las artes plásticas populares. Familias y generaciones enteras practicaron este oficio más bien como entretenimiento al principio, y luego lo convirtieron en su profesión.

Tomando en cuenta la popularidad que en la República Checa tienen los belenes, resulta natural que por estas fechas no falten en la mayoría de los hogares. Se pueden encontrar detrás de muchas ventanas o al pie del árbol de Navidad.

Además, durante estas fiestas, los checos, sean creyentes o ateos, suelen visitar con toda la familia alguna iglesia del país para ver el portal de Belén instalado en la misma.

El belén mecánico más grande del mundo está en Jindřichův Hradec

Como pueden ver, la República Checa tiene una larga historia en la producción de belenes. Por lo tanto no es sorprendente que en el país se encuentren algunos ejemplares únicos.

Foto: Ondřej Tomšů

Uno de los pesebres que resalta es el de Krýza (“Krýzovy jesličky”), el belén mecánico más grande de todo el mundo. Este se encuentra en el museo de Jindřichův Hradec en el sur de la República Checa y atrae a miles de visitantes de muchos países cada año. Tiene varios metros de longitud y más de mil figuritas, todas hechas a mano. Como describe la comisaria de la exposición, Alexandra Zvonařová.

“Es el belén popular mecánico más grande del mundo. Tiene doce metros de largo, dos metros de ancho, y dos metros de altura. Es realmente gigante. Además, en el pesebre hay alrededor de 1400 figuras de personas, de las que 1300 se mueven. Las figuritas son pequeñas, por lo que caben muchísimas”.

El nombre del belén proviene del apellido de su autor, Tomáš Krýza. Krýza era un habitante de Jindřichův Hradec y trabajaba como artesano de medias. Ya cuando tenía nueve años decidió fabricar su propio belén. Comenzó a construir su obra maestra a los 18 y la siguió elaborando durante más de sesenta años, casi toda su vida.

Cada año el pesebre se fue ampliando y Krýza siempre estaba orgulloso de exponerlo frente al público. Después de su muerte, su hijo dedicó el belén al museo de Jindřichův Hradec.

Foto: Ondřej Tomšů

“Krýza siempre guardaba las partes del belén en los estantes de su habitación. En Navidad lo montaba y luego giraba la manilla para hacer que las partes se movieran. El nacimiento es un objeto histórico, dado que empezó a ser fabricado a mediados del siglo XIX y fue finalizado a principios del siglo XX”.

El belén de Jindřichův Hradec no está firmado solo por Tomáš Krýza. Se pueden ver las firmas de otros dos hombres, los hermanos Bohdan y Emanuel Steinocher.

Bohdan y Emanuel eran panaderos locales que también decidieron crear sus propios belenes. Para estos utilizaron figuras de sus antepasados, por lo que sus pesebres tienen un inmenso valor histórico.

Uno de los pesebres es móvil y el otro estático. En los años 70 ambos fueron añadidos al belén de Krýza, y ahora constituyen una unidad enorme.

Las diferencias entre los tres belenes son visibles en la exposición. Mientras que los hermanos Steinocher añadieron figuras bastante grandes a la escena, Krýza fabricaba figuritas pequeñas y más refinadas. A pesar de estas diferencias, los tres belenes encajan muy bien para formar un conjunto, dice Zvonařová.

Foto: Ondřej Tomšů

“Los pesebres de los hermanos Steinocher no son más antiguos que el de Krýza. Los tres belenes fueron fabricados más o menos en la misma época. La única diferencia está en las figuras, los hermanos querían figuras más grandes, mientras que Krýza prefería figuritas más pequeñas. Cada uno las adaptó a su gusto”.

Tomáš Krýza construyó el belén por sí solo, incluso inventó su propio material para armarlo. Primero empezó con una masa de pan, pero luego vino con su propio método, creando una mezcla de harina, aserrín, yeso y pegamento.

Las figuritas en el belén están hechas de 12 diferentes tipos de materiales. Aparte de la mezcla mencionada anteriormente, Krýza a menudo utilizaba madera. Algunas de las figuras, fabricadas más tarde, en el siglo XX, están hechas de bizcocho.

En el pesebre están visualizadas muchas escenas del campo, de la artesanía y la arquitectura de la época. Lo que hace al belén verdaderamente único es el mecanismo de movimiento, inventado por el propio Tomáš Krýza, como nos explicó la comisaria Zvonařová.

Foto: Ondřej Tomšů

“No era un técnico, así que tuvo que enfrentarse a muchas dificultades al construir el belén. Lo fabricó mediante el método ensayo y error. Ataba y cortaba partes hasta que todo funcionaba. Utilizaba cosas que tenía en su casa, por ejemplo, carretes de hilo, rodillos de fideos, pedazos de un torno de hilar viejo. Conectaba todas las partes con cables y cintas. Luego añadió las figuras, y gracias a un solo motor el nacimiento empezó a moverse”.

Hoy en día las partes del belén se mueven gracias a un motor eléctrico, pero basado en la tecnología antigua.

En el centro del belén se encuentra la familia sagrada, los Reyes Magos, los pastores y las ovejas. Típicos de las escenas de natividad checas son los músicos, que por ejemplo tocan la gaita.

En el pesebre se encuentran asimismo los vendedores de manzanas del Tirol, que llevaban grandes sombreros y venían a la ciudad de Jindřichův Hradec a hacer negocio.

También se pueden encontrar figuras de los guardias en las paredes de la ciudad, o escenas cristianas como la huida de la sagrada familia a Egipto o la circuncisión del Niño Jesús.

Foto: Ondřej Tomšů

Krýza también incluyó retratos del campo, como la herrería y la granja, así que los visitantes pueden llegar a conocer cómo funcionaba en esos tiempos el pueblo checo.

Por su originalidad, el pesebre de Jindřichův Hradec se ha inscrito en el Libro Guinness de los récords, relata Alexandra Zvonařová.

“En 1998 entramos en la lista del Libro Guinness como el belén popular mecánico más grande del mundo. Estamos muy orgullosos de este éxito. Gracias a Krýza, la tradición de la fabricación de los pesebres sigue estando viva en Chequia. Incluso los jóvenes están empezando a crear nacimientos, aquí en Jindřichův Hradec se encuentran varios artistas que se dedican a este oficio”.

El pesebre de Krýza quizás no es tan conocido como el de Třebechovice pod Orebem, igual así el museo de Jindřichův Hradec recibe cerca de 70 000 visitantes cada año. La mayoría vienen durante la Navidad y luego en el verano.

Foto: Ondřej Tomšů

En la época de Navidad hasta mil personas vienen a ver la exposición cada día. Entre los visitantes predominan los checos, pero el belén atrae a personas de todo el mundo.

“Viene mucha gente de Austria, Alemania, pero también de países lejanos como Canadá, Estados Unidos, Rusia, China. Estamos llegando a nivel mundial”.

En el siglo XX, por la influencia del régimen totalitario, la tradición de los belenes no floreció tanto, pero en las zonas fronterizas nunca se dejaron de construir pesebres.

En la ciudad de Jihlava vivían productores alemanes de pesebres, y desde aquí la tradición se extendió de nuevo al resto del país. Los belenes siguen siendo fabricados por artesanos locales y la tradición se mantiene viva.

En la actualidad, el belén de Krýza está siendo reconstruido. A cargo del proceso están dos restauradoras, Tereza Krnínská y Zdena Skořepová.

Foto: Ondřej Tomšů

El pesebre nunca fue renovado por completo, siempre se limpiaba el polvo y las imperfecciones se repintaban. A lo largo de los años se usaron diferentes colores que se esmaltaban, así se fueron formando capas sobre las figuritas.

El objetivo de la actual reconstrucción es volver el pesebre a su estado original. La reconstrucción de tal obra es un asunto muy complicado, dice la restauradora Zdena Skořepová.

“Tuvimos que remover todas las capas de pintura a mano. Sin soluciones químicas. Eso significa que tuvimos que utilizar un bisturí hasta llegar a la capa original. Por fin descubrimos cómo se veían las figuras originales, sus rostros, lo que es algo increíble. Cuando se eliminan las capas de color, la figura se mueve de una manera diferente. Averiguamos que algunas de las figuritas estáticas antes eran móviles, las capas de color y adhesivos solo estaban bloqueando el movimiento”.

Para devolver el movimiento a las figuritas hay un equipo de restauradores que se especializan en mecánica.

Ahora hay 160 figuritas móviles en el pesebre, pero al finalizar la reconstrucción habrá muchas más.

Los restauradores ya llevan dos años renovando el belén. Algunas de las casitas fueron devastadas y depositadas en el museo. Todas están hechas a mano de papel duro, con los bordes cosidos, por ello es difícil arreglarlas. Se estima que la renovación durará unos cinco años más.

Foto: Ondřej Tomšů

En relación con los belenes hay que mencionar los tradicionales villancicos checos. El nombre del villancico que acaban de oír es “Hle, hle, támhle, v Betlémě”, o “Mira lo que pasa en Belén”. Muchos de los villancicos checos se dedican al tema del belén, o mejor dicho, a la ciudad de Belén. Por ejemplo, las canciones “Quisiera ir a Belén” (“Já bych rád k Betlému”) o “María dio la luz en Belén” (“U Betléma dnes Maria”).

Uno de los villancicos más populares se llama “Půjdem spolu do Betléma”, o “Iremos juntos a Belén”. Este villancico surgió en el siglo XVI y cuenta sobre el camino a Belén. Por el camino los cantantes invitan a diferentes músicos a ir a tocar para el recién nacido Niño Jesús.

En el texto se mencionan varios instrumentos: la gaita, el pito, el violín y bajo. El refrán dice “Mi querido Niño Jesús, te voy a acunar”. Les deseamos una agradable escucha, y ¡que la canción resuene en todos sus hogares!

Y con este villancico, queridos amigos, llegamos al fin de nuestro programa especial de Navidad. Les quisiéramos desear unas muy felices fiestas, y mandarles a todos un fuerte abrazo desde el corazón de Europa.

Esperamos que sigan sintonizados con Radio Praga en el año 2019, y que pasen un tiempo de paz, tranquilidad y amor. Como decimos en checo, Veselé Vánoce! (¡Feliz Navidad!)

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