Josef Masopust: Recuerdos del subcampeonato de Chile‘62

Josef Maopustcon el Balón de Oro, foto: Archivo de Klub přátel Josefa Masopusta

En fechas mundialistas, una de las mayores leyendas que ha dado el fútbol checo, Josef Masopust, Balón de Oro de 1962, recuerda a sus 83 años para Radio Praga aquel Mundial de Chile en el que Checoslovaquia causó sensación saliendo subcampeona del torneo en una final en la que que llegó a ir por delante de Brasil en el marcador gracias a un gol suyo.

Josef Maopust con el Balón de Oro,  foto: Archivo de Klub přátel Josefa Masopusta
Empieza a quedar atrás en el tiempo, pero la estrella de la última gran hazaña mundialista checa sigue recordando con placer aquel campeonato del 62 en Chile, en el que la selección acarició un sueño con el que no contaba al salir de Praga.

Josef Masopust, quien marcó el primer gol del encuentro y se llevó el Balón de Oro de aquel año, vive ahora en Praga, cerca del estadio de su Dukla, donde intenta ir a ver todos los partidos del club en el que pasó 16 años.

Lo que no puede ver tampoco este verano es un partido de la República Checa en el mundial, ya que en las últimas dos décadas solo ha conseguido clasificarse para el de Alemania en 2006.

Buen momento pues para, entre partido y partido de la cita de Brasil, recordar otros tiempos seguramente más románticos, en los que no existía siquiera el término marketing, cuando el fútbol era más de ataque, más de coraje y talento, y mucho menos de esquemas tácticos.

Mundial 1962,  foto: ČT
La selección checoslovaca se alojó durante el campeonato en Quebrada Verde, en Valparaíso. Un lugar memorable, pero Masopust dice que no estaban interesados en hacer turismo. Habían ido a jugar al fútbol y su primera cita era contra una fortísima España, que formaba básicamente el Real Madrid que llevaba ganadas las últimas cinco Copas de Europa. En el equipo había nombres tan recordados hoy como los de Gento, Santamaría o Di Stefano.

Masopust recuerda la charla previa a aquel encuentro de su seleccionador, Rudolf Vytlačil.

“Antes del partido llegó nuestro entrenador y nos dijo: ‘Chicos, fijaos de lo que me he enterado: España también juega con 11’. Aunque era un partido muy importante desde el punto de vista futbolístico fue bellísimo. Santamaría, aquel central, era maravilloso. El entrenador nos dijo que lo hiciéramos lo mejor que supiéramos y que no perdiéramos el valor, que contra un equipo fuerte también se podía jugar, trabajar duro y como colectivo. Tengo la impresión de que era precisamente nuestro comportamiento como equipo nuestra mayor fortaleza”.

Jozef Štibrányi,  foto: archivo de Jozef Štibrányi
Checoslovaquia, aunque también era un equipo tenido en cuenta, dio la sorpresa ganando a aquella España con un gol del eslovaco Jozef Štibrányi.

Ferenc Puskás, el sensacional húngaro exiliado en España, convirtiéndose en uno de los mayores mitos de la historia del Real Madrid, también vestía la camiseta roja de la selección española en aquel mundial. Tras aquel partido Puskás habló maravillas de Masopust. Pero es que para ellos dos aquel había sido un reencuentro especial, dice el checo.

“Puskás y yo nos conocíamos muy bien porque, antes de que escapara de Hungría, jugaba para el Honvéd de Budapest, que como el Dukla de Praga, era un equipo militar. Por esta razón nos enfrentamos muchas veces. Cada vez que los entrenadores querían ponernos a punto de verdad, hacían una llamada al ejército, y de un día para otro organizaban un partido. Un avión militar nos llevaba y nos traía. Echábamos varios partidos así al año. Puskás era uno de los pocos húngaros que hablaba alemán, igual que yo, así que a la cena nos sentábamos juntos y nos contábamos qué tal nos iba todo. Por eso nos saludamos con tanta alegría en aquel partido contra España”.

El gesto de Masopust

Si España era temida, el segundo partido era contra el Brasil de Pelé, los defensores del campeonato y la gran sensación del momento. El encuentro fue un nuevo éxito para Checoslovaquia, ya que terminó sin goles.

Regreso a Praga,  1962,  foto: ČT
Pero aquel partido es recordado porque fue donde se lesionó Pelé. Viendo que el portero checo estaba adelantado, intentó sorprenderlo desde el medio campo. Pero de alguna forma, por la fuerza con la que golpeó el balón, no pudo volver a jugar durante el resto del campeonato. Masopust recuerda aquel partido.

“Al principio pensábamos que Pelé y el resto se lo tendrían un poco creído, pero qué va, eran unos chicos formidables que hablaban con nosotros de igual a igual. Tuvimos suerte, aunque no sea muy deportivo decirlo, pero nos alegramos de que Pelé se lesionara y tuviera que dejar de jugar. Contra diez pudimos sacar un buen resultado que nos permitió clasificarnos”.

Pelé,  foto: Wikimedia Commons Free Domain
Si la lesión del astro brasileño es muy recordada, también se habló mucho en su día del gesto que tuvo Masopust. Una reacción espontánea, que habla del carácter del checo, y por la que hay que insistirle un poco para que lo cuente.

“Pelé recibió el balón y yo corrí hacia él. Pero cuando me di cuenta de que estaba lesionado, paré, me quedé a metro y medio de él, y le dejé que pasara el balón a un compañero. Pelé me lo agradeció muchísimo. Pero de lo que yo estaba contento de verdad era de no haber sido quien le lesionara, porque yo jugaba limpio, sin faltas ni nada. Y eso fue lo que me hizo hacer lo que hice”.

Masopust además hizo que sus compañeros se comportaran de igual manera con Pelé hasta que este abandonó el campo. Al no estar permitidos los cambios en aquella época, un jugador lesionado seguía en el terreno de juego hasta que no podía más.

El fútbol sin el dinero que mueve ahora era mejor, dice Masopust. Los jugadores tenían otra motivación, no hacían faltas feas y era más agradable para el espectador, por no hablar que los equipos llegaban a alinear a cuatro o cinco delanteros, recuerda. Le resta importancia al partido Chile-Italia de aquel campeonato, famoso por la extrema violencia con la que transcurrió. Para el checo aquello fue solo una excepción.

“No fuimos peores que Brasil”

Checoslovaquia estaba clasificada para la siguiente ronda, y la relajación se hizo evidente en el tercer partido contra México, que eran en teoría los únicos rivales inferiores a ellos. Checoslovaquia empezó marcando el que hasta 2010 fue el gol más rápido de un mundial con un tanto de Václav Mašek en el segundo 15. Pero eso no evitó que terminaran cayendo por 3-1.

Josef Masopust en la actualidad,  entre dos periodistas felices. Foto: archivo de Daniel Ordóñez
Les pudo la arrogancia adquirida por los dos partidos anteriores, dice Masopust. Pero en adelante la máquina vuelve a funcionar bien. El 10 de junio en la ciudad de Rancagua, eliminan a Hungría en los cuartos de final gracias a un gol de Adolf Scherer, delantero eslovaco descendiente de alemanes de los Cárpatos. Tres días después, en Viña del Mar, Sherer vuelve a decidir con dos goles en los últimos diez minutos la semifinal contra Yugoslavia, que hasta entonces iba empatada a uno.

Así llegó Checoslovaquia a su segunda y última final de un mundial. La primera la habían perdido in extremis y con graves irregularidades arbitrales en 1934 contra Italia, que hospedaba un mundial que Mussolini no iba a permitir dejar escapar. Mucho más relajada estaba en Chile casi 30 años después la selección checoslovaca.

“Era raro. Pero es que no podíamos ganar a Brasil en condiciones normales. Así que, así visto, al haber llegado a la final habíamos hecho mucho más de lo que nadie, ni nosotros mismos, podíamos esperar. Así que llegamos tranquilos a la final, pero dispuestos a darlo todo y a ver qué pasaba. Al final no nos fue tan mal al inicio, empezamos ganando”.

Masopust pasó a la historia cuando aprovechó el fenomenal pase de Pospichal que le dejaba dentro del área frente a Gilmar. Así consiguieron materializar la presión que estaban haciendo de inicio.

Era el minuto 15, pero Brasil, que sin Pelé, se bastaba con los sensacionales Garrincha, Amarildo, Vavá o Zito, tardó poco en igualar. Dos minutos exactamente. Con ese resultado se llegó al descanso. Masopust cuenta el resto.

“Tengo que decir que no fuimos peores. Nuestro portero, Viliam Schrojf, hasta el día de la final había hecho un mundial maravilloso, fue el mejor portero del campeonato. Pero en la final contra Brasil no le salió nada bien. Tuvo dos errores enormes. Pero incluso así le tenemos que agradecer por todos los partidos anteriores que ganamos. Fue nuestro mejor jugador”.

La selección fue recibida en Praga como héroes. Solo con la final de la Eurocopa de 1976 que ganó Checoslovaquia con el penalti de Panenka se repitió una gesta de ese nivel.

Balón de Oro de Josef Masopust de 1962,  foto: archivo de Daniel Ordóñez
Masopust fue elegido Balón de Oro de 1962, ganando el primero de los dos que ha logrado un jugador checo, cuatro décadas antes de que lo consiguiera Pavel Nedvěd. Masopust aceptó el premio con su habitual humildad.

“Tengo que reconocer que me sorprendió. Metí el gol en la final, y tuvo que ser por eso, porque segundo en la votación terminó Eusebio, quien creo que era mejor que yo. Pero la gente se dejó llevar por aquel gol”.

Y la pregunta de oro. ¿Por qué de nuevo Chequia no está en el mundial? ¿Qué ha cambiado?

“La mentalidad de nuestros jugadores es mala. Se creen que por saber golpear el balón son alguien, unos campeones o algo. Es necesario que pongan los pies en el suelo para empezar otra vez de nuevo”.

Dentro de una semana seguiremos escuchando a Josef Masopust, recordando para Radio Praga sus partidos de fútbol de niño en Most, a su familia, cómo sintió la expulsión del país de los alemanes tras la Segunda Guerra Mundial, así como el resto de su trayectoria deportiva, al margen de aquel fantástico mundial del 62 en Chile.