Estudiantes de Burela descubren otra vida en Praga

Estudiantes españoles en Praga, foto: Ivana Vonderková

Tres estudiantes del Instituto Monte Castelo de Burela, Galicia, vivieron durante seis semanas la realidad actual de la República Checa. Esto se hizo posible gracias a un programa de intercambio estudiantil entre los países comunitarios. Antes de su regreso a España, Matilde, Itziar y Arón compartieron con Radio Praga su nueva experiencia.

De izquierda: Matilde Mendes Soares,  Itziar Álvarez Linares y Arón Coto Méndez,  foto: Ivana Vonderková
Conocer la vida de los estudiantes de secundaria en Chequia, practicar inglés y aprender al menos un poco de checo. Este fue el programa principal de Matilde Mendes Soares, Itziar Álvarez Linares y Arón Coto Méndez, estudiantes de entre 16 y 17 años de la ciudad de Burela, de Galicia, quienes hasta hace poco han estado de intercambio escolar en Praga.

El proyecto recíproco del Instituto Monte Castelo de Burela y del liceo Přípotoční de Praga, permitió a Matilde, Itziar y Arón conocer la historia, cultura y diversos lugares de atractivo turístico de Chequia. Gracias a que vivieron en familias de sus nuevos compañeros de estudio en Praga pudieron hacerse igualmente una idea de cómo viven las familias checas.

Matilde Mendes calificó la estancia en Chequia de experiencia enriquecedora.

”Yo creo que ha sido una gran experiencia, ya que nosotros vinimos de un pueblo muy pequeño y vinimos ahora a una ciudad en la que no sabíamos movernos. Entonces ahora hemos aprendido cómo manejarnos en la ciudad, y una nueva cultura”.

Arón Coto Méndez agregó que la vida aquí y allá es bastante diferente, por lo que las vivencias de Chequia fueron realmente algo nuevo para ellos.

”Vinimos aquí en busca de aprender y conocer otra cultura nueva porque es muy diferente a la mediterránea, ya que están en el centro de Europa y muy bien de verdad. No nos sentimos tan acogidos como en otros países, porque aquí la gente es un poco más fría, pero en general muy bien, aprendimos mucho”.

Hay ciertas diferencias en el sistema de aprendizaje en Chequia y España

En vista de que los tres jóvenes españoles asistieron en Praga a algunas clases en el liceo Přípotoční, pudieron notar ciertas diferencias en el sistema de estudio en Chequia, como señala Itziar Álvarez Linares.

”Algunas diferencias sí que hay. Por ejemplo aquí acaban un año más tarde el Instituto y empiezan más tarde en la Universidad. Y también muchos chicos trabajan mientras están en el Instituto y nos explicaron que hay un diferente tipo de sistema para evaluarles. Es raro para nosotros, porque nosotros tenemos del uno al diez y donde estamos ahora se puede poner también un cero. Y ellos tienen sólo del uno al cinco y el cinco es el único suspenso, lo que para nosotros es raro”.

También Arón habló de las diferencias en el estudio y mencionó además lo difícil que a su parecer es el checo.

De izquierda: Matilde Mendes Soares,  Itziar Álvarez Linares y Arón Coto Méndez,  foto: Ivana Vonderková
”Las clases en sí se asemejan, aquí asistimos a francés, inglés y checo unas pequeñas clases. Inglés y francés prácticamente es el mismo tipo de enseñanza, la misma materia y todo. Y después el checo es muy complicado, muy complicado. Pero bueno, es otro tipo de sistema para educar, que creo que les beneficia aquí porque están más tranquilos. Nosotros tenemos que estar estudiando y mejorar lo que podamos nuestra nota para poder entrar en la Universidad. Aquí hacen un examen y sólo cuenta ese examen, pero lo que hicieron antes nada. Y a nosotros sí”.

A Matilde le llamó la atención en especial la forma de aprendizaje de los idiomas extranjeros, en concreto del español, según dijo.

”Sí, yo personalmente creo que no llevan tan al cabo lo que sería practicar el oral, que es prácticamente lo que después les sirve e intentan dar más la gramática. Pero creo que no beneficia del todo a los estudiantes, ya que después a la hora de usarlo en el oral no saben muy bien cómo hacerlo. Entonces creo que habría que mejorar ese sistema”.

La vida familiar también es distinta

Durante su estancia de seis semanas en la República Checa, los estudiantes del Instituto Monte Castelo de Burela, Galicia, vivían en familias de sus compañeros de estudio checos. Como dice Arón, el estilo de vida familiar en Chequia y en España también le parece muy diferente.

”Yo he estado en dos familias. Dos semanas en una y después el mes restante en otra. Al llegar, la verdad es que muy simpáticos, muy agradables, pero lo que me resultó así un poco diferente es que estaban poco en casa. Trabajan mucho y no se relacionan todos juntos, la familia en sí. Por ejemplo no cenan juntos, no comen juntos, pero bueno, la verdad que muy simpáticos. Y después vine a la casa donde estaba Itziar y aún se notaba más el cambio que prácticamente estaban todo el día trabajando”.

Itziar coincidió con Arón, y agregó sus propias observaciones.

De izquierda: Itziar Álvarez Linares,  Matilde Mendes Soares y Arón Coto Méndez,  foto: Ivana Vonderková
”Como dijo Arón, no están casi en casa y solemos cenar solos, y cuando estaba nuestra correspondiente, cenamos con ella. Y ahora que no está pues, la madre parece que se viene antes del trabajo para poder hacernos la cena, o si no nos tenemos que hacer la cena nosotros. Y claro, yo creo que se nota más el horario porque antes Arón estaba en el centro de Praga y nosotros ahora estamos a media hora en tren. Entonces, aunque salgan antes, tienen que esperar el tren y es un poco lioso”.

Matilde a su vez, expresó su opinión general sobre los checos.

”Yo creo que debido a su cultura los checos son personas mucho más cerradas. Nosotros por ejemplo en España estamos más unidos y somos más sociables que ellos”.

La comida de su tierra natal es lo que más echaron de menos los estudiantes de Burela

Sin embargo, las mayores diferencias al parecer, Matilde, Itziar y Arón las registraron en lo que respecta a la alimentación en Chequia y en España, como confirma Matilde.

”Tuvimos la oportunidad de probar muchos platos checos, pero a mí personalmente no me gustaron, ya que la dieta no es muy variada”.

A diferencia de Matilde, a Itziar le gustaron por ejemplo al menos unas típicas rodajas de masa cocidas checas, llamadas knedlík, con las que se acompañan varios platos de carne con salsa.

”A mí no es que me gustase mucho la comida en general, pero bueno hay algunas cosas que sí que me gustaron, los knedliks. Esos me gustaron, pero los de pan, los que son de patatas se me hacen muy dulces. Y tampoco me gusta mucho que haya tantas salsas y las comidas son como muy fuertes y grasientas y no me sentaban del todo bien”.

También Arón considera que la cocina tradicional checa es demasiado pesada e hizo su propio comentario al respecto.

”Sí digo lo mismo que Itziar, aquí la comida es muy grasienta, utilizan muchas salsas y ya entiendo por qué se bebe tanta cerveza”.

De derecha: Matilde Mendes Soares,  Itziar Álvarez Linares y Arón Coto Méndez,  foto: Ivana Vonderková
Hablando de comida, Arón no tardó ni un solo minuto en responder a la pregunta planteada por Radio Praga a los tres estudiantes de Burela, de qué comida de su tierra natal han echado más de menos al estar en la República Checa e Itziar y Matilde compartieron su opinión.

”Creo que aquí, seguramente estemos de acuerdo, es la tortilla, la tortilla española, es posiblemente el plato más típico que hay en España”.

A descubrir lugares nuevos

Los estudiantes de Galicia tuvieron bastante tiempo asimismo para pasear y conocer la capital checa, Praga que, según dijo Matilde es encantadora.

”Lo que me sorprendió de Praga es que cada zona está llena de historia y de cultura. Y la arquitectura también me encanta”.

Para Itziar Praga es una ciudad bonita, pero a la vez le pareció más como un centro provincial que la capital de un país.

”A mí me parece una ciudad muy bonita, con bastantes diferencias, porque hay muchas cosas que hacer y no son todas relacionadas con visitas a sitios. Hay conciertos y cosas para jóvenes. Pero a mí sí me quedó pequeña”.

Matilde habló también de otros lugares que han podido conocer durante su estancia en la República Checa.

”Estuvimos en distintos sitios por ejemplo en Kutná Hora, donde pudimos visitar la catedral de Santa Bárbara que nos gustó bastante. Era un día relajado y la gente no estaba en la calle como en Praga donde hay mucho movimiento. También pudimos ir a Terezín, donde visitamos el campo de concentración nazi para judíos que fue bastante impactante, aunque a la vez fructífero para nuestra experiencia aquí”.

Matilde, Itziar y Arón señalaron que estaban muy contentos por haber podido pasar las seis semanas en la República Checa y adquirir experiencias nuevas. Lo que les faltó un poco durante esta estadía de intercambio estudiantil, según dijeron, fue una mayor ayuda de parte de sus profesores, una mejor comunicación recíproca, ya que tuvieron que trabajar mucho para que se realizara el viaje. No obstante, las impresiones positivas prevalecen y los tres recalcaron que desearían volver un día para poder conocer más todavía.