Un museo dentro de una sala, la caballeriza de František Skála

‘El Diente del Tiempo', foto: Markéta Kachlíková

Una mirada lúdica y mágica ante los objetos de uso cotidiano, transgresión, imaginación y diversidad. Este es el reino creado por el artista checo František Skála en la Caballeriza de Valdštejn.

František Skála,  foto: Markéta Kachlíková
Hacer de un espacio pequeño el medio para algo mayor es algo al alcance solo de los magos y los artistas. Como un caleidoscopio o un barco en miniatura en una botella, la sala de exposiciones de la Caballeriza de Valdštejn, a los pies del Castillo de Praga, se ha transformado en un escenario complejo y maravilloso a manos de František Skála.

La naturaleza de la muestra titulada simplemente ‘Jízdárna’, ‘Caballeriza’ en español, es múltiple en varias dimensiones. En primer lugar por lo polifacético de su autor, que trabaja con diversos materiales, técnicas, conceptos y estilos, pasando con ligereza del objeto encontrado a la pintura, las instalaciones o la escultura.

Por otro lado el espacio de la caballeriza, normalmente amplio y diáfano, ha sido dividido en diferentes galerías, dando la impresión de constituir una pequeña ciudad de arte, con casas aquí y allá y pequeñas sorpresas escondidas en los rincones más insospechados de su arquitectura. El efecto es el de una exposición polifónica, conformada por las obras de diversos artistas, que en un único aunque compartimentado espacio, tratan de decir cosas distintas.

Creatividad sin límites

‘El Diente del Tiempo',  foto: Markéta Kachlíková
Así, por ejemplo, en las calles de esta particular ciudad el espectador se encuentra con obras como ‘El Unicornio’, un animal fantástico de aspecto esponjoso creado con cable, o ‘El Diente del Tiempo’, un tronco de árbol de aspecto dental, coronado con lo que parece ser un empaste, y en cuyo interior, espiando por unos diminutos agujeros, el visitante puede observar una escena de cuento de hadas.

El mismo concepto de espiar por un orificio se repite en otra pared, aunque en esta ocasión la curiosidad se ve satisfecha con un amplio repertorio de genitales femeninos. Nada que ver con la serie ‘Los Hermosos’ (Krasci’), de retratos masculinos en colores chillones con peinados de los años 70, ni con la instalación ‘El Fantasma de la Calavera’ (‘Duch lebky’), en la que un sistema automático llena de aire a intervalos regulares una sábana gigantesca que al hincharse resulta ser una caricatura de calavera humana. Justo en la pared de enfrente se extiende un gran lienzo abstracto pintado en acrílico, con el título de ‘Al margen del borde’ (‘Na kraji v okraji’).

"No me siento como un clásico, y eso es porque sigo sintiendo ante mí un mundo abierto, un camino abierto".

Precisamente son los bordes y límites entre géneros y estilos lo que František Skála parece saltarse continua y caprichosamente. En entrevista para iRozhlas, el autor afirma no percibir encasillamientos artísticos que respetar o violar.

“No percibo de ninguna manera fronteras entre las disciplinas. Todo lo tomo de forma completamente intuitiva según mis necesidades, sin sentir barreras. Tampoco me esfuerzo intencionadamente en derribar fronteras, cuando tengo la posibilidad paso de un lado a otro. Con total libertad”.

Cinco galerías independientes

Sin embargo lo más delicioso para el visitante es internarse en las cinco pequeñas galerías autónomas que se alzan en la caballeriza y explorar su contenido. Por ejemplo, en el llamado Pavillon, encontramos una pequeña muestra de objetos fantásticos, creados a partir de diversos desechos, y encerrados todos en casitas de poliéster. La luz procedente tanto de las ventanas, que dan al jardín, como de los focos, hacen que las casitas parezcan brillar con luz propia, adquiriendo una cualidad fantástica.

Precisamente la luz es fundamental en toda la exposición, imitando o requiriendo en muchas ocasiones de la luz solar que habitualmente falta en los museos, explica Skála.

Foto: Markéta Kachlíková
“Pueden trasladarse a cualquier otro medio, porque en ese medio fue donde surgieron. Quiero decir que yo hago las cosas, las pongo en la ventana y les da la luz del sol, y ese es el mejor medio que pueden tener. Por eso luego intento imitarlo en las galerías, lo que he conseguido en la Caballeriza pero que en otras galerías es complicado porque están en penumbra y la luz es artificial. Por supuesto preferiría tener mi propia galería o museo”.

Por su parte, en la caseta llamada Gallery se muestran, a modo de laboratorio de maravillas, una numerosa serie de artefactos creados a partir de objetos de uso cotidiano, desechos y enseres varios, que gracias a la imaginación y a ligeras modificaciones adquieren una nueva naturaleza revelada por el título elegido por el autor, como percha egipcia o billetera forever, por ejemplo.

El uso de trastos, basura y objetos desechados para crear inusuales obras de arte es una constante en la trayectoria artística de František Skála, aunque justamente en esta exposición remite para dar paso al uso de materiales nuevos y obras creadas desde cero, comenta.

Foto: Markéta Kachlíková
“Antes era presentado como reciclaje, pero creo que ahora no es así. Para esta exposición tengo dos pabellones en los que no se utiliza ningún residuo como material. La verdad es que con basura ya no trabajo mucho. Sobre todo es necesario diferenciar entre las llamadas cosas innecesarias y el ‘trash’ de verdad. Y este en los últimos tiempos no suelo encontrarlo mucho. Ya todo es bastante feo y no se puede trabajar mucho con ello”.

Ejemplos de esta nueva dirección artística son por ejemplo las obras de la caseta Tribal, donde presenta estatuillas de aspecto paleolítico, esculpidas a golpe de hacha sobre plástico sustamid. El resultado recuerda al ónice y se presenta iluminado sobre fondo negro, dando la impresión al público de que se encuentra en algún misterioso museo arqueológico.

Posiblemente la casa más sorprendente sea Privat, donde el curioso se adentra en la peculiar habitación de una singular criatura, similar a una larva, que descansa plácidamente en una cama con mosquitera. El cartel advirtiendo al visitante que respete su intimidad refuerza la sensación de ser un intruso. Los amantes de una mayor transgresión pueden espiar a la criatura desde fuera, a través de unos agujeros en la pared.

"No ‘googleo’, no busco la información en Internet, sino en el fondo de mí mismo o en mi infancia”.

Ante esto y otras piezas e instalaciones que nos dejamos en el tintero, solo cabe preguntarse: ¿cómo se le ocurren estas cosas?

“No extraigo la inspiración de ningún sitio, la inspiración simplemente viene de algún sitio o no viene, y no sabemos si viene de arriba o de abajo. Creo que lo más importante es mantener una mente abierta y despejada, y que quizás por lo que tanta gente reacciona a lo que hago es porque trato de no imponer mucha información y evito distintos medios y todas esas cosas. No ‘googleo’, no busco la información en Internet, sino en el fondo de mí mismo o en mi infancia”.

Foto: Markéta Kachlíková
Esta aversión hacia la sociedad de la información y el entusiasmo generado por las redes sociales se refleja en la pasión que Skála sigue sintiendo por la comunicación tradicional escrita. En la muestra encontramos de hecho una serie de sobres de gran formato pintados con diversos diseños o una colección de diarios personales.

En cierta forma toda la muestra exhala precisamente amor por lo viejo, por lo usado, reivindicando la reinvención de lo antiguo, la reapertura del baúl de los recuerdos.

Un artista ante un mundo abierto

Foto: Markéta Kachlíková
Esta recreación enlaza con el espacio utilizado. Las Caballerizas de Valdštejn, pertenecientes a la Galería Nacional, habían sido usadas hasta ahora principalmente para exposiciones de tipo histórico. Su uso para la muestra de un artista de vanguardia revoluciona, en cierta medida, la concepción de la sala. Lejos de sentirse consagrado por esta decisión de la Galería Nacional, Skála continúa viéndose a sí mismo como un artista contemporáneo, en constante evolución.

“No me siento como un clásico, y eso es porque sigo sintiendo ante mí un mundo abierto, un camino abierto. Estoy bastante contento de haber conseguido hacerme paso hasta la Galería Nacional y tener la oportunidad de exponer allí. El Rudolfinum fue en su momento también un espacio con cierta dignidad cuyo concepto también conseguí romper, en cierto modo”.

La muestra permanecerá abierta hasta el 3 de septiembre.

La mencionada exposición en el Rudolfinum de Praga tuvo lugar en 2003 y supuso en su momento una sensación cultural, contando con una numerosa asistencia de público. František Skála es de hecho uno de los más afamados artistas contemporáneos de la República Checa. Fue uno de los miembros fundadores del grupo artístico de los Cabezotas (Tvrdohlaví), y ha sido galardonado con numerosas distinciones nacionales e internacionales, entre ellos el premio Jindřich Chalupecký.

Autor: Carlos Ferrer
palabra clave:
audio