La gran mayoría de los niños checos adoptados en el extranjero son gitanos

Foto: Romy Ebert

El 95% de los niños checos adoptados por extranjeros en 2013 eran gitanos. Mientras que los padres checos se resisten a hacerse cargo de niños de esta etnia, los alemanes, italianos y escandinavos no suelen padecer este tipo de prejuicio. Al mismo tiempo aumenta el número de niños extranjeros, sobre todo africanos, adoptados por parejas checas.

Foto ilustrativa: Romy Ebert
Desde que hace 14 años la República Checa firmó el convenio internacional de la Haya, el país ha entregado en adopción a extranjeros un total de 494 niños, casi todos de etnia gitana. De hecho el perfil mayoritario es madre gitana y drogodependiente y padre desconocido. También hay una buena cantidad de menores con problemas de salud o discapacidades.

La legislación establece que los huérfanos pueden ser entregados al exterior una vez transcurridos seis meses sin que un ciudadano checo desee hacerse cargo de ellos, por lo que estos niños suponen los restos no deseados de orfanatos y centros de acogida.

La situación se explica, según los expertos, tanto por la opinión negativa sobre los gitanos presente en la sociedad checa como por el temor de los padres a que el pequeño sufra rechazo o se convierta en un niño problemático. Un ejemplo es el dado por Petra Jilková, que finalmente decidió adoptar una niña africana.

“En el periodo en el que queríamos una niña gitana experimentamos problemas en nuestro entorno. Nos decían que no lo hiciéramos, que era una locura. Cuando al final dijimos que íbamos a tener una niña del Congo despertábamos en cambio admiración”, comentó.

Sin embargo, según el Instituto para la Protección Legal del Niño de la República Checa, que intermedia en el caso de adopciones internacionales, los niños romanís checos no tienen problemas de integración, y muchos de ellos ya asisten a la escuela secundaria con buenos resultados.

Foto ilustrativa: Comissión Europea
La razón parece ser, por un lado el ambiente favorable en el que crecen los niños, más internacional y con menos prejuicios de carácter étnico o racial que si vivieran en la República Checa, donde seguirían siendo vistos y tratados como gitanos. Por otro, el hecho de que los países de acogida disponen de mejores recursos sociales para detectar y solucionar problemas psicológicos durante la infancia. El principal país receptor de huérfanos checos es Dinamarca, con 161, seguido de Alemania, con 96, Italia, con 76 y Suecia, con 74.

La problemática gitana hace que la República Checa forme parte del grupo de países que “exporta” niños en adopción, un rasgo que suele evidenciar la existencia de bolsas de población marginal y con falta de oportunidades. Y todo a pesar de que en los últimos años se ha incrementado también el número de adopciones procedentes de países en vías de desarrollo, como es el caso de la mencionada Petra Jilková.

Su número es de todas formas menor, mientras que en 2013 recibieron padres extranjeros 56 menores checos, los niños procedentes del exterior que encontraron un nuevo hogar en Chequia apenas alcanzaron dos decenas. Una de las razones esgrimidas por los padres es la falta de colaboración del Instituto para la Protección Legal Internacional del Niño, que el año pasado tan solo decidió intermediar en un caso.

En el país hay 11.000 niños a la espera de ser adoptados, por lo que la política del Estado es clara: tratar de entregar al extranjero el máximo número de niños no deseados posible y obstaculizar a las familias la adopción internacional, para que se decidan por un huérfano local. Aun así el proceso es en Chequia más largo y complejo que en otros países, por lo que algunos padres siguen prefiriendo buscar a su futuro hijo en África, Latinoamérica o Asia.

Autor: Carlos Ferrer
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