Los carnavales se celebran en estos días por toda la República Checa. Bailar, cantar y comer hasta la saciedad es la actividad principal de cada uno de ellos. El carnaval del Barrio Pequeño de Praga, que tuvo lugar este sábado, dio a conocer, además, las tradiciones campesinas que se mantienen en el país desde el Medioevo.
El carnaval del Barrio Pequeño (Malá Strana) no es el más grande ni el
más suntuoso de la capital checa. Sin embargo, es uno de los más
pintorescos ya que sus participantes forman una inmensa familia cuyos
miembros se conocen desde hace muchos años. Les une el gran amor por su
barrio y el saber divertirse y disfrutar de cada evento cultural que se
organiza en sus calles.
Vestido de Casanova, Petr Burgr de la Asociación de Habitantes y Amigos del Barrio Pequeño, explicó cómo surgió el carnaval en esta parte de Praga.
Petr Burgr a la derecha con el oso y el alcalde
“El carnaval del Barrio Pequeño se celebra desde hace 11 años. Antes
se organizaban eventos como bailes de disfraces y otras reuniones en
distintas salas. Cuando se creó nuestra asociación, decidimos introducir
el carnaval en las calles. El Barrio Pequeño ha sido siempre como un
pueblo dentro de la gran ciudad. La gente provenía de distintas aldeas y
aportaron diferentes tradiciones que nos gusta recordar”.
Antes de empezar el desfile, los participantes, muchos en disfraces de animales domésticos, esqueletos o personajes de cuentos de hada, se reunieron en la plaza de Loreto para solicitar al alcalde el permiso de entrar al barrio. Para obtenerlo, prometieron cumplir reglas como, por ejemplo, evitar entrar a las casas ajenas y asustar a sus habitantes.
Además del permiso, los disfrazados recibieron un buñuelo y una copita
del típico aguardiente de ciruelas hecho por el propio alcalde.
Súbitamente los músicos empezaron a tocar canciones tradicionales y el
desfile se puso en marcha para hacer revivir en la capital las tradiciones
campesinas.
En la primera parada en la calle Nerudova, un carnicero mató simbólicamente una yegua para regalar a los participantes los ricos embutidos que salieron de su vientre. Más adelante se celebró una boda ficticia y en la isla de Kampa tuvo lugar la representación de la tradicional caza del oso.
A lo largo del recorrido los participantes cantaron, bailaron, degustaron la rica comida y cerveza ofrecida por las tabernas típicas del Barrio Pequeño y pintaron corazones en las mejillas de los visitantes extranjeros, asombrados por el colorido desfile que no les permitió avanzar en su recorrido turístico.
Música, baile, alegría y travesuras de todo tipo caracterizan a los carnavales en el mundo entero y se prolongarán hasta la víspera del Miércoles de Ceniza cuando empieza la época de Cuaresma.
Fotos: Archivo de la Asociación de Habitantes y Amigos del Barrio Pequeño
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