“Si uno se enamora del tango ya no lo puede dejar nunca”

El tango florece en Praga. Todavía no es un fenómeno tan extendido como la salsa, por ejemplo, pero el número de checos que lo practican es cada vez mayor. Un ejemplo de esta creciente pasión por el tango argentino son las clases de Julio Horacio Martínez.

Julio empezó a venir a la República Checa periódicamente en 2001 y desde 2004 vive en el país. Con sus clases en Praga contribuye a expandir la magia de este baile en el corazón de Europa.

“La primera vez que vine a Praga a dar un curso de verano de una semana fue una cosa muy curiosa para mí. Tenía 49 alumnos, y lo más curioso de todo es que de esos 49, trece hablaban español, y todos entendían inglés. Yo me aluciné”, comentó Julio.

“Y tenés que verlos. Aquí hay una fusión de una española y un checo. Y lo ves vos con tus propios ojos. Lo sienten. Aparte, fíjate, la clase no empezó y ya estaban practicando. O sea, tienen algo así como una cosa que no para. Y que quieren hacerlo. Juana y Julio, de España, estudiaron ocho años conmigo. Y vinieron de vacaciones a Praga a visitarme y no me faltaron ni a una clase. Me tenía que ir a un curso a Eslovaquia, y ellos dijeron que se venían conmigo, que conmigo siempre se aprende”.

Y es que el tango argentino apasiona. El que empieza ya no puede abandonarlo. Sin embargo no es un baile que se distinga precisamente por ser sencillo y fácil de aprender. ¿Por qué les gusta tanto el tango a los checos?

“Bailo tres meses tango, estoy enamorada del tango. Quiero conocer la Argentina. Y no sé por qué”, nos cuenta Leona, una de las alumnas de Julio. “Julio es muy buen maestro”.

“Antes bailaba también otro baile, pero desde que conocí el tango ya no puedo bailar otra cosa”, afirma Lenka, otra de las que acude a las clases cada semana.“Si uno se enamora del tango ya no lo puede dejar nunca”.

“Una aprende aquí en la República Checa a bailar bailes clásicos desde los 17 o 16 años. Es algo normal que se baile acá, que siempre se vaya a los cursos, pero allí te enseñan solamente los pasos: que si tienes que moverte así, hacer estos pasos y ya está. Después se pusieron de moda otros bailes acá pero siempre son los pasos, pasos y pasos. Pero el tango te enseña a controlar tu cuerpo, el equilibrio de la pareja, a guiar”, explica Tania, que baila tango desde hace seis meses y precisamente fue en las clases donde conoció a su novio.

“En tango se nutrió de la fusión de todas las culturas europeas con la cultural rural argentina y no fue una cosa de un solo año, ni de un mes, pero en todo un tiempo nació algo en común a todos: era el tango. Y yo pienso que, aparte de por lo bonita que es esta danza y lo especial que es la música, todos los extranjeros, aunque lo ven como algo distinto, algo exótico, ven algo en particular en la danza que hace que se sientan identificados. Y conociendo danzas griegas, eslovacas, checas, españolas… siempre dicen: ese paso se parece a un paso de tango”, nos aclara Julio.

El último fin de semana de septiembre se celebrará en Praga un encuentro de tangueros, que con el apoyo del consulado argentino, reunirá a los aficionados del país y traerá a la capital checa a uno de los más grandes músicos de tango contemporáneos, Rodolfo Mederos.

El tango argentino florece en Praga, y grandes entusiastas, como Julio, se encargan cada día de regarlo.

Autor: Carlos Ferrer
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