La última carrera del esquiador Bohumil Hanc

Bohumil Hanc

Esta vez les contaremos una historia sobre la tenacidad, la audacia, la voluntad de superarse a sí mismo, la amistad y la muerte. El 24 de marzo de 1913 perecieron en la sierra de Krkonose durante la VIII edición de la carrera internacional de esquí de fondo de los 50 kilómetros, dos amigos: Bohumil Hanc y Václav Vrbata.

En el lugar de la tragedia, en Zlaté Návrsí, se encuentra hoy un monumento con una placa recordatoria. ¿Quiénes fueron Bohumil Hanc y Václav Vrbata y qué pasó ese lunes de Pascuas hace noventa años?

Los nombres de Bohumil Hanc y Václav Vrbata están estrechamente vinculados con los inicios del deporte blanco en las tierras checas. El fabricante y apasionado deportista Josef Rossler Orovský, oriundo de Praga, fue un pionero del esquí. En 1886 encargó que le enviaran desde Suecia dos pares de esquís. En la aduana declararon entonces el envío, que contenía objetos nunca antes vistos, como "remos".

En la sierra de Krkonose, al norte del país, en la frontera con Alemania, fueron los guardabosques del conde Jan Harrach los primeros en utilizar los esquís. Esa región, que está bajo las montañas más altas de Bohemia, se convirtió pronto en cuna de hábiles esquiadores.

En 1894 fue fundada en la ciudad de Jilemnice la Unión Checa de Krkonose Ski. Doce años más tarde, en 1906, se hizo miembro de ella el albañil Bohumil Hanc.

Hanc procedía de una familia pobre de tejedores. Ya cuando pequeño se destacaba por una fuerte voluntad. Para vivir un poco mejor que sus padres se adiestró para la profesión de albañil. Pero no se conformó con ello y por las noches estudiaba para poder ejercer de constructor.

Su primera gran competición de esquí la ganó a los veinte años. No tardó mucho y Hanc se convirtió en una de las leyendas de las pistas de esquí de fondo en Europa Central. En Annaberg, Sajonia, cogió tanta delantera ante sus rivales que surgieron sospechas de que Hanc hacía trampa. "Tiene debajo de los esquís piel de foca o unos tacos", decían. Le adjudicaron la victoria tan sólo cuando Hanc se ofreció a recorrer la trayectoria de la prueba una vez más, registrando el mismo tiempo.

de participar en las competiciones. El tercer año lo pasó con su unidad en los Balcanes, en Sarajevo. Después de las maniobras finales le ofrecieron que se quedara en el Ejército como suboficial profesional. Pero Hanc quería volver a su sierra natal.

Ni durante el servicio militar, que entonces era de tres años, Hanc dejó Y se mantuvo fiel a los esquís. A menudo le faltaba dinero para poder trasladarse al lugar de las competiciones cómodamente en tren. Pero ello no lo podía parar. Se ponía los esquís antes de salir de su casa, corría hasta la partida de la carrera, ganaba y de la misma manera regresaba a casa.

Desde el inicio de su carrera deportiva en 1906 hasta su muerte, en tan sólo siete años, Bohumil Hanc ganó en competiciones de esquí veinte copas, diversos premios y cuarenta medallas. La mayoría de ellas están depositadas en el museo de la ciudad de Jilemnice.

durante las Pascuas de 1913 en la sierra de Krkonose debía ser el último desafío de Bohumil. Hanc rechazaba participar ya que su mujer Slávka esperaba un hijo y estaba preocupada. Su hijo primogénito había muerto un año antes inmediatamente después del parto.

Pero luego se inscribió en la lista de concurrentes el excelente esquiador Oswald Bartel. El gran patriota Hanc no pudo admitir que la victoria de la carrera de esquí de fondo más prestigiosa organizada en las tierras checas cayera en manos de un alemán.

El domingo 23 de marzo abandonó a escondidas su hogar y se dirigió a la localidad de Labská Bouda, lugar de salida de la carrera. Era un hermoso día primaveral.

También la mañana siguiente prometía un tiempo agradable. A través de una niebla clara asomaba el sol, el termómetro mostraba ocho grados sobre cero. El inicio de la carrera fue fijado para las 6:30.

A la salida se presentaron seis concurrentes, vestidos sólo con camisas. De acuerdo con las reglas, con la trayectoria de la carrera, que fue marcada con barras y cintas rojas, se familiarizaron inmediatamente antes del principio de la prueba.

Bohumil Hanc se lanzó a la carrera con gran velocidad. Se ubicó rápidamente a la cabeza y en esa posición se mantuvo alternadamente. En un momento se desvió del camino, no oyó los gritos de los supervisores que lo notaron tarde debido a que empezó a llover.

El tiempo empeoró. La suave lluvia fue convirtiéndose en un chaparrón. La temperatura bajaba y el viento pasó a ser una tormenta de nieve. Hanc recuperó su retraso y entró en la segunda ronda de la carrera como primero. No sabía que dos de sus rivales se habían retirado.

Los demás abandonaron la carrera durante la segunda vuelta. Pero Hanc no lo sabía. A las 11:52 dejó atrás el último punto de control donde lo vieron vivo. Los gritos del supervisor se desvanecieron en la tormenta. El supervisor volvió casi congelado a Labská Bouda y Bohumil Hanc, sin abrigo, sin gorra, sólo guantes prestados podían calentar el cuerpo sobre el que se helaba el agua, se quedó solo en la trayectoria. Ya nadie pudo quitarle la victoria pero él no lo sabía.

Después de la una de la tarde algunos participantes en la carrera salieron a buscar a Buhumil Hanc. Lo encontró Emerich Rath cerca de un lugar llamado Harrachovy kameny (Piedras de Harrach). Primero pensaba que la persona que yacía en el suelo - con la cabeza y la cara cubiertas de nieve-, con una gorra que cubría los ojos y los esquís cruzados, no podía ser Hanc. ¡Es que salió sólo en camisa!

Pero era él. Estaba congelado, soltaba palabras incomprensibles, no pudo levantarse. Rath arrastró el cuerpo unos quinientos metros. Después resolvió volver lo más rápido posible a Labská Bouda para buscar ayuda.

Después de que el exhausto Rath trajo la mala noticia los demás participantes de la carrera no vacilaron ni un minuto y salieron con trineos a recoger a Hanc.

Fue tarde. Todos los intentos por resucitarlo fracasaron. Quizás hubiera ayudado una inyección de alcanfor, pero en el chalet no había ninguna. El médico constató la muerte debido a la parálisis del miocardio.

¿Quién dio a Bohumil Hanc el abrigo y la gorra?

Poco después fue descubierto cerca del lugar donde habían encontrado a Hanc otro cuerpo inmóvil. Pertenecía al amigo del esquiador, Václav Vrbata.

El tejedor Václav Vrbata prometió a su amigo venir para animarlo durante la difícil carrera. A pesar del mal tiempo cumplió su promesa.

Allá, cerca de las Piedras de Harrach los dos amigos se encontraron. Cómo transcurrió ese último encuentro lo saben sólo ellos dos. Arriesgando su propia vida Vrbata regaló a Hanc su abrigo y la gorra para que pudiera continuar y ganar. Seguidamente se separaron.

Vrbata, que no conocía tan bien la sierra se perdió en el camino. Después le abandonaron las fuerzas. Pudo haberlo salvado un transeúnte que pasaba por ahí. Pero se trató de un campesino que no hablaba checo y al no comprender lo que decía, decidió marcharse sin ayudarlo.

Aquí se termina la historia de Bohumil Hanc y Václav Vrbata. El primero expuso su vida por la victoria de su patria, el segundo por su amigo. En homenaje a Václav Vrbata, el 24 de marzo se celebra en la República Checa como el Día del Servicio Montañoso.