La Guerra de los Treinta Años empezó en Praga

Guerra de los Treinta Años

La Guerra de los Treinta Años que asoló Europa en la primera mitad del siglo XVII, empezó en 1618 con la rebelión de los estamentos checos contra la dinastía católica de los Habsburgo. La élite protestante se rebeló porque los Habsburgo coartaban la libertad religiosa y pisoteaban los derechos políticos de los estamentos checos, imponiendo prácticas absolutistas de gobierno. En esta edición les contaremos cómo este conflicto local degeneró en una contienda bélica de dimensiones paneuropeas.

 Defenestración,  1618
Las élites protestantes checas iniciaron su rebelión contra los Habsburgo el 23 de mayo de 1618, arrojando por una de las ventanas del Castillo de Praga a los altos funcionarios católicos Slavata y Martinic.

Slavata, ex alumno de una escuela protestante, se había convertido al catolicismo porque esto le abría camino a una brillante carrera burocrática.

El segundo de los defenestrados, Martinic, era un típico representante de la nueva generación de católicos radicales, un arribista, cuya conducta se regía por el cálculo y no por una fe sincera. Martinic, hijo de una familia noble de escasos recursos, inició su vertiginoso ascenso social gracias a un matrimonio ventajoso.

En una carta enviada a la sede de los Habsburgo en Viena, los rebeldes enfatizaron que la defenestración fue sólo un castigo infligido a dos funcionarios indignos que abusaban del poder y que el acto no estaba dirigido contra el emperador. Sin embargo, los hechos desmentían sus palabras.

El mismo día de la defenestración, el 23 de mayo de 1618, fueron expulsados del ayuntamiento de la Ciudad Nueva de Praga los ediles comprometidos que debían sus cargos a los Habsburgo. Sus colegas de la Ciudad Vieja de Praga dejaron sus puestos bajo la presión de la muchedumbre que exigía una nueva defenestración.

El siguiente día la asamblea de los estamentos protestantes eligió al gobierno rebelde entre cuyos treinta integrantes estaban representados paritariamente la alta nobleza, los caballeros y los burgueses.

La Guerra de los Treinta Años
Se procedió a la movilización de los contingentes militares disponibles y varios emisarios checos viajaron a los países protestantes vecinos para solicitar respaldo político y sobre todo ayuda financiera y militar. Era evidente que los Habsburgo tratarían de recuperar el control sobre el reino de Bohemia con una intervención militar.

¿Estaban los estamentos protestantes checos preparados para enfrentarla?

El primer problema del bando protestante consistía en que estaba desunido. Los radicales querían destituir a los Habsburgo, pero los miedosos confiaban en una solución pacífica del conflicto.

Otro inconveniente estribaba en que la rebelión estaba limitada a la élite social. No era un levantamiento nacional.

Además, los rebeldes hacían clamorosas declaraciones pero sus actuaciones eran vacilantes y poco enérgicas.

Desde el primer momento también quedaba patente que sólo pocos nobles y burgueses protestantes estaban dispuestos a hacer sacrificios financieros para respaldar la rebelión contra los Habsburgo.

Aunque los cofres particulares de la élite protestante estaban llenos, el gobierno rebelde no tenía recursos. Antes de sonar el primer disparo del conflicto, ya estaba cargado de deudas porque era necesario reclutar a tropas mercenarias para la defensa de Bohemia y reparar las deterioradas fortificaciones de Praga.

Rey Fernando
Pero tampoco los Habsburgo estaban preparados para un conflicto bélico con los protestantes checos. Les faltaba tanto el dinero como las tropas. Necesitaban ganar tiempo. Por eso, hasta finales de agosto de 1618 el enfermo y viejo emperador Matías daba a entender en las cartas enviadas desde Viena a Praga que el camino a la solución pacífica estaba todavía abierto.

Pero en la corte vienesa estaba también el partido belicista, encabezado por Fernando de Estiria, que los Habsburgo pretendían imponer a los checos como rey. Fernando preconizaba desde el primer momento que la rebelión checa debía ser aplastada por la fuerza.

Con el dinero facilitado por sus parientes que reinaban en España, los Habsburgo formaron dos unidades que en agosto de 1618 irrumpieron en Bohemia. Cuando llegó el invierno, las operaciones bélicas fueron interrumpidas y ambas partes aprovecharon el receso para buscar aliados en el extranjero.

Felipe III, pariente español de los Habsburgo centroeuropeos, les otorgó una nueva inyección financiera de 300 mil ducados para el reclutamiento de un ejército mercenario de quince mil hombres.

También el gobierno rebelde de Bohemia desarrolló una amplia ofensiva diplomática solicitando apoyos en la Unión Protestante alemana, Inglaterra, Países Bajos y Suecia. Contactó también a los tradicionales rivales de los Habsburgo, como Francia, Venecia y Saboya.

En marzo de 1619 falleció el emperador Matías. El rival principal de los estamentos checos sublevados era ahora el celoso católico Fernando de Estiria.

Los rebeldes le dieron a entender que no reconocían su autoridad y que consideraban el trono checo como vacante.

Federico del Palatinado y su esposa inglesa
En agosto de 1619 se reunió la dieta del reino de Bohemia que eligió como nuevo rey checo a Federico del Palatinado, de 23 años de edad, que encabezaba la Unión Protestante alemana.

En la elección jugó un importantísimo papel el hecho de que la esposa del joven monarca era hija del rey de Inglaterra, Jacobo. Los protestantes checos confiaban en que el soberano inglés ayudaría a su yerno.

Las esperanzas de los rebeldes no se cumplieron. El rey de Inglaterra se desmarcó del conflicto. Así, la situación militar de los protestantes checos se fue deteriorando. Sus soldados, hambrientos y desharrapados, no recibían el sueldo. Se negaban a combatir y se batían en retirada ante los endebles ataques de las tropas de los Habsburgo.

Inglaterra no se dejó involucrar en el conflicto y tampoco la Unión Protestante alemana intervino del lado de los rebeldes protestantes checos. Después de dos años de enfrentamientos de baja intensidad, los Habsburgo lanzaron contra los rebeldes un poderoso ejército que derrotó el 8 de noviembre de 1620 al bando protestante en la Batalla de la Montaña Blanca, en las afueras de Praga.

El rey checo, Federico del Palatinado, huyó de Bohemia. 27 cabecillas de la rebelión fueron ejecutados. Terminó la primera fase de la Guerra de Treinta Años, llamada la Guerra Checa, pero las operaciones bélicas de las siguientes etapas del conflicto continuarían asolando el territorio checo.

Rey de Suecia,  Gustavo Adolfo II.
Los sucesos en el reino checo tuvieron una amplia repercusión internacional. Por ejemplo, los Países Bajos temían que el aplastamiento de la oposición protestante en Bohemia alentase la agresividad de los Habsburgo españoles.

Y cuando los Habsburgo ocuparon las posesiones de Federico del Palatinado en Alemania, la preocupación del bando protestante europeo creció. En 1625 se formó una poderosa alianza antihabsburgo, integrada por Inglaterra, Países Bajos, Dinamarca y Sajonia. Contaba con el apoyo de Francia, Transilvania y el Imperio Otomano. La coalición y los Habsburgo se enzarzaron en una lucha por la hegemonía en Europa.

Entre 1630 y 1635 se enfrentó a los Habsburgo el potente ejército del rey de Suecia, Gustavo Adolfo II. En la última etapa de la contienda paneuropea Francia declaró la guerra a los Habsburgo españoles.

La Guerra de Treinta Años terminó en 1648 con la firma del Tratado de Paz de Vestfalia. Para los checos fue una paz decepcionante porque los dejó en poder de los Habsburgo.

Las tierras checas perdieron durante la Guerra de los Treinta Años, entre 1618 y 1648, un tercio de su población. La contienda se cobró en el país más víctimas que la Segunda Guerra Mundial.

palabra clave:
audio