Una venus, un celta y un meteorito se dan cita en el Museo Nacional

Venus de Věstonice, foto: Kristýna Maková

Tres de los más importantes hallazgos arqueológicos de la República Checa se exponen conjuntamente en el Museo Nacional de Praga. Se trata de la Venus de Věstonice, la Cabeza del Celta y el Meteorito de Opava-Kylešovice. La exposición conmemora los 200 años de museos en las tierras checas.

La Venus de Dolní Věstonice | Foto: Kristýna Maková,  Radio Prague International
Hace dos siglos se inauguró el primer museo de las tierras checas, el Museo Regional de Silesia, en Opava. Para celebrar los 200 años de museística checa, las tres instituciones más antiguas de este tipo han ofrecido su joya arqueológica más preciada para una exposición itinerante conjunta, que desde este martes, y hasta el 27 de agosto, hace su parada en el Museo Nacional de Praga.

De esta forma por primera vez se exponen juntas la Venus de Věstonice, habitualmente en el museo de Brno, la Cabeza del Celta, del depositario de Praga, y los fragmentos de meteorito de Opava- Kylešovice, habitualmente guardados en el mencionado Museo Regional de Silesia.

Michal Lukeš y Martin Reissner  (detrás),  foto: Kristýna Maková
El director del Museo Nacional, Michal Lukeš, destaca el carácter extraordinario de la muestra.

“Los objetos no tienen por qué competir entre sí. Se trata ante todo de la reunión única de los tres. No podemos decir que uno sea más o menos importante o interesante que el otro”, afirmó.

En efecto, además de su carácter único e importancia para la arqueología, los tres hallazgos tienen en común un halo de misterio que los hace indudablemente atractivos para el público en general.

La estatua de cerámica más antigua del mundo

La llamada Venus de Věstonice fue hallada en 1925 en las excavaciones de un yacimiento paleolítico por el equipo del arqueólogo checo Karel Absolon. La estatuilla, de 11 centímetros de longitud, fue encontrada partida en dos trozos a unos diez metros de los restos de una hoguera, junto a otras piezas cerámicas y huesos de animales. Como otras de las llamadas venus prehistóricas, representa a una mujer desnuda de anchas caderas y grandes pechos, lo que hace sospechar que puede estar relacionada con algún rito de la fertilidad.

Venus de Věstonice,  foto: Petr Novák,  Wikipedie

Su importancia estriba, además de en su carácter artístico, en constituir la estatua de cerámica más antigua que se conoce. Tiene de hecho entre 29.000 y 25.000 años de antigüedad, y su hallazgo demostró que la producción de objetos de barro cocido ya era conocida en el paleolítico temprano.

Una inspección más cuidadosa demostró además un curioso detalle en la estatuilla, como explica Martin Oliva, del Museo Moravo de Brno.

“En un artículo en el almanaque del Museo Moravo, en los años 60, Emanuel Daña, escribe que la venus tiene huellas de dedos en la nalga izquierda. Realmente es así y ya lo hemos publicado, evidenciándolo con microfotografías. Es interesante que un chico o chica de unos diez años tocó la venus cuando todavía estaba blanda y sin cocer”, explicó.

Una cabeza singular

Más reciente pero igualmente fascinante es la Cabeza del Celta de Mšecké Žehrovice, una pieza de 25 centímetros de altura tallada en piedra en el siglo III A.C. De estilo celta, la escultura representa la cabeza de un hombre de alta posición social, posiblemente un druida, con todo lujo de detalles, incluyendo elaboradas cejas, bigote y peinado. En el cuello se aprecia un collar torque, típico de la cultura celta, que confirmaría la pertenencia del sujeto a la nobleza.

Cabeza del Celta,  foto: Kristýna Maková
Puesto que la cabeza es un fragmento de una estatua mayor, es imposible saber si formaba parte de un busto o de una pieza de mayor tamaño. Tampoco está claro para los arqueólogos cuál era su propósito o de qué manera se utilizaba, ni se ha encontrado hasta ahora nada similar.

La cabeza fue descubierta en 1943, en plena ocupación nazi del país, y de hecho fue trasladada al Museo Nacional en secreto, por temor a que fuera requisada por los alemanes. Fue hallada dividida en cuatro fragmentos junto a restos de cerámica, joyas, dientes y huesos de animales, en lo que parece ser un pequeño asentamiento de la llamada cultura La Tène que siguió siendo excavado posteriormente.

La roca que vino del espacio

Meteorito de Opava-Kylešovice,  foto: Kristýna Maková
La tercera estrella de la exposición es curiosamente un objeto no fabricado por el hombre. Se trata de nueve fragmentos de un meteorito ferroso que cayó a la tierra hace unos 18.000 años y que fueron encontrados en 1925 en un yacimiento paleolítico cercano a Opava-Kylešovice.

Lo extraordinario no son por tanto las rocas en cuestión, que tienen un interés meramente geológico, sino el hecho de que los antiguos pobladores de la zona debieron ver la caída del meteorito y se dedicaron a buscar y recoger sus pedazos, como explica el director del Museo Regional de Opava, Antonín Šimčík.

Antonín Šimčík,  foto: Kristýna Maková
“Se trata de un conjunto de fragmentos de meteorito que tuvo que ser reunido por la gente de aquel entonces. Se trata así de una de las colecciones de piedras de meteorito más antiguas del mundo, o posiblemente la más antigua”, comentó.

Se espera que la muestra de estos tres hallazgos atraiga un gran número de visitantes, especialmente por el hecho de que raramente son expuestos al público. La Cabeza del Celta solo se ha mostrado tres veces en la República Checa, por ejemplo. De momento en la primera escala, el Museo de Opava, acudieron más de 11.000 interesados. Después de Praga la exposición se trasladará al Museo Moravo de Brno.