España condecora al presidente de la Asociación Iberoamericana de la Republica Checa

Jan Kopecký (a la izquierda) y Pedro Calvo-Sotela, foto: Freddy Valverde

El embajador checo Jan Kopecký fue condecorado con la Orden de Isabel la Católica por su ardua labor en la promoción de las relaciones entre Chequia e Iberoamérica. La distinción le fue entregada en Praga por el embajador de España, Pedro Calvo-Sotela.

Jan Kopecký,  foto: Freddy Valverde
Antiguo embajador de la República Checa en Argentina, Perú y Bolivia, Jan Kopecký es toda una institución. No hay diplomático o funcionario iberoamericano ajeno a las múltiples actividades de éste gran impulsor de las relaciones entre Chequia e Iberoamérica.

El embajador de España en la República Checa, Pedro Calvo-Sotelo, entregó la Real Orden de Isabel la Católica, en grado de Encomienda, para coronar la abnegada labor de Jan Kopecký en el acercamiento de checos e iberoamericanos.

Con la humildad que le caracteriza, el embajador Kopecký expresó su gratitud por el galardón y reconoció su pasión por lo que denominó hispanofilia.

“Para mí es algo increíble recibir una distinción o condecoración tan alta. Debo decir que solamente trabajo en Praga o aquí en la República Checa promoviendo lo que es la hispanofilia o la hispanofonia. Yo quiero promover esto aquí en este país, y también un poco contra el inglés, porque aquí la gente habla solamente inglés y olvida que hay otros idiomas tan grandes como el español y el francés“.

El andar de Kopecký por América Latina empezó hace varias décadas atrás. Primero fue su profesión de químico la que lo llevó al otro lado del charco y después la carrera diplomática le ayudó a echar raíces.

“Siempre fui un admirador de este mundo y empecé en realidad en el año 71. Viajé a Cuba como bioquímico, tengo una patente y varias publicaciones allá. Después hubo una gran pausa hasta el año 94 cuando me nombraron embajador en Buenos Aires donde estuve cinco años y cinco años que residí en Lima y La Paz. Así que diez años en este continente”.

Jan Kopecký  (a la izquierda) y Pedro Calvo-Sotela,  foto: Freddy Valverde
Estudioso de las relaciones bilaterales entre Praga y Latinoamérica, Kopecký destaca la importancia del papel que han desempeñado para Checoslovaquia los países de la región.

“La República Checa siempre tuvo muy buenas relaciones con América Latina, porque los países latinoamericanos se situaron entre los primeros que entre los años 1919 y 1920 reconocieron la existencia de Checoslovaquia, surgida en 1918”.

Como buen observador crítico, el diplomático retirado lamenta que muchas veces los políticos no den continuidad a procesos importantes y se olviden de destacados episodios de las relaciones entre los países.

“Uruguay es un gran país, desde el punto de vista de nuestra historia, porque en 1939 nuestro embajador fue expulsado de Buenos Aires, y en Montevideo le abrieron una puerta y desde allí se ayudó a los checoslovacos durante toda la Segunda Guerra Mundial. Y eso se olvida”.

Las críticas de Kopecký no se quedan a este lado del charco, también apuntan hacia Latinoamérica.

“Yo pienso que la peor política que existe hoy en América Latina es la de Venezuela, y cualquier peligro proviene de Venezuela. Aquí (en Chequia) la gente no se preocupa de lo que pasa en vuestros países políticamente”.

Al referirse al nivel de las relaciones mutuas, Kopecký, que preside la Asociación Iberoamericana de la República Checa asegura que son varios los elementos que las favorecen.

“Yo pienso que han mejorado, porque el intercambio económico es realmente mayor y también aquí empieza ya a sentirse que la gente sabe que existe algo diferente, aparte de los países limítrofes. Esto se debe al turismo, la gente viaja mucho más y hay más conocimiento”.

Jan Kopecký,  foto: Freddy Valverde
Jan Kopecký no puede ocultar en ningún momento su entrega y gran pasión por todo lo que tenga que ver con Iberoamérica.

“Soy un admirador de todo lo que es latino, y por eso soy tan optimista, estoy siempre del lado de América Latina, o de los iberoamericanos, por eso no sé si mis opiniones son tan válidas, pero a mi edad no voy a cambiar”.

El gran maestre de la Real Orden de Isabel la Católica es el rey de España, Felipe VI, y el gran canciller de la misma el ministro de Relaciones Exteriores, José Manuel García-Margallo.

La alta distinción busca premiar aquellos comportamientos extraordinarios de carácter civil, realizados por personas españolas y extranjeras, que redunden en beneficio de la Nación o que contribuyan, de modo relevante, a favorecer las relaciones de amistad y cooperación de la Nación Española con el resto de la Comunidad Internacional.