“Escuchar un disco de vinilo es como beber buen vino”

Foto: Štěpánka Budková

La mayor colección de discos de vinilo de la República Checa se encuentra en Tábor. En el Museo de la Música de esta ciudad el melómano Pavel Neufus presenta más de cien mil vinilos recopilados durante sus 30 años de estancia en los Estados Unidos, la mayoría de ellos primeras ediciones y rarezas.

Foto: Štěpánka Budková
Si en los años 90 parecía que el disco de vinilo iba a perecer víctima del empuje del disco compacto, ahora las tornas han cambiado, y desde 2005 se registra un incremento continuo de las ventas de este formato. Los vinilos tienen una magia propia, como evidencia la misma existencia del Museo de la Música (Muzeum Hudby) de Tábor, donde más de 100.000 vinilos cubren las paredes y atiborran estanterías entre pósters, tocadiscos y otros materiales.

La colección, completamente catalogada y formada principalmente por primeras y segundas ediciones de discos publicados antes de los años 90, es fruto de la pasión por la música de Pavel Neufus, que ya en la Checoslovaquia de los años 70 organizaba mercadillos de compraventa de discos y que continuó con esta actividad tras emigrar a Estados Unidos.

Su primer disco, ya perdido, era de los Beatles, y de hecho su afición por el rock marca la personalidad del museo, que aunque no se cierra a otras tendencias acumula principalmente plásticos de este género y organiza regularmente bloques temáticos que han ido dedicados a artistas como los Rolling Stones, Led Zeppelin, Brian Auger, Frank Zappa o Elton John.

El museo es además rico en piezas de alto valor, dice señalando a uno de los discos.

“Aquí hay otra rareza, Jimmy Reeves, su primer disco, de 1956, ‘Jimmy Reeves Sings’”.

Foto: Zuzana Petráňová
Ahora sus reservas se elevan a más de un millón de piezas, contando además lo almacenado en Houston, adonde vuelve de vez en cuando, y lo poseído por sus hijos, que siguen el negocio familiar en Estados Unidos. Actualmente por determinadas ediciones los audiófilos pueden llegar a pagar miles de euros. Neufus explica así la magia de este formato.

“El disco de vinilo es simplemente algo diferente. Tiene su magia. Es como cuando uno bebe buen vino. El formato digital es como beber vino de tetra brik”.

Como prueba pone de ejemplo las últimas tendencias en Estados Unidos, donde los jóvenes empiezan cada vez más a tener por un lado un tocadiscos en casa y por otro a escuchar música en la calle con un reproductor digital portátil, un modo de consumo de música donde el CD ya no tiene cabida.

El Museo de la Música de Tábor sirve además de punto de venta de vinilos tanto modernos como antiguos y organiza de forma complementaria audiciones y charlas para escuelas sobre la historia de la música popular, así como exposiciones temáticas de vinilos para otras galerías o negocios.

Autor: Carlos Ferrer
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