“La Revolución no cayó del cielo”

Foto: Jiří Venclík, ÚSTR

Martin Mejstřík fue uno de los principales representantes y organizadores del movimiento estudiantil que contribuyó a la desintegración del régimen comunista en Checoslovaquia en 1989. Compartió con Radio Praga Internacional sus recuerdos de los sucesos de entonces, su percepción del mundo actual y su visión del futuro.

Avenida Nacionala en Praga,  el 17 de noviembre de 1989,  foto: Paměť národa

Opositor de las ideologías totalitarias, antiguo senador, defensor de los Derechos Humanos, líder estudiantil, profesor universitario, anticomunista y rebelde. Este es Martin Mejstřík, uno de los protagonistas estudiantiles de la Revolución de Terciopelo.

Martin Mejstřík  (1989),  foto: ČT
Vive en el campo, cría animales y parece estar aislado del mundo. Cuando era joven, pasó por una época turbulenta, ya que en ese entonces estaba al frente del movimiento estudiantil contra el régimen comunista.

En 1987 Mejstřík cofundó la revista A.F.F.A. que comenzó a publicar artículos críticos con el régimen. Describe que el consejo editorial estaba compuesto por estudiantes, que se convirtieron en el núcleo de las manifestaciones dos años más tarde.

“El 17 de noviembre no cayó del cielo, fue precedido por un proceso bastante largo. En esos momentos estudiaba en la Academia de Artes de Praga, donde cofundé con mis compañeros la revista A.F.F.A. (Art Forum-Forum AMU). Era un lugar donde se reunía la gente. Queríamos hablar de arte, sobre dónde vivimos y dónde queremos vivir. Más tarde ayudamos a fundar otras revistas estudiantiles y en la editorial se formó un círculo de personas con conexiones a diferentes facultades. Después de los sucesos en la Avenida Nacional, esto nos ayudó a organizar las huelgas”.

Según Mejstřík, el 17 de noviembre fuel el resultado de años de esfuerzo. Aunque los estudiantes tenían una visión clara, no sabían si se haría realidad. A pesar de esto, persistieron en su afán, dice Mejstřík.

“Habíamos tratado de dialogar con el poder desde hacía años. Con la intervención brutal en la Avenida Nacional terminó el diálogo para nosotros”.

“Habíamos tratado de dialogar con el poder desde hacía años, no era una cuestión de los últimos meses antes de noviembre. Con la intervención brutal en la Avenida Nacional terminó el diálogo para nosotros. Organizamos una huelga no porque quisiéramos el fin del régimen, sino porque queríamos que hablaran seriamente con nosotros sobre lo que iba a pasar. Es verdad que durante el fin de semana que siguió, nuestras demandas se radicalizaron rápidamente. No sé dónde encontramos el coraje y la fuerza para enfrentar al poder. Lo que sabíamos era que no queríamos más diálogo, queríamos que los comunistas se fueran para siempre”.

El 17 de noviembre de 1989, el diálogo realmente se acabó. En ese momento, los opositores del comunismo no sabían en qué desembocaría su resistencia, o si sería posible en absoluto derrocar el régimen totalitario a través de actos no violentos.

Foto: Jiří Venclík,  ÚSTR
La revolución adquirió el calificativo “de Terciopelo” gracias al hecho de que, precisamente, se produjo un profundo cambio social sin el uso de la violencia. No obstante, teniendo en cuenta los hechos del 17 de noviembre, cuando los manifestantes fueron atacados brutalmente por la Seguridad Pública, esto parece una paradoja.

“No me parece una paradoja, me parece totalmente injusto con respecto a las personas que estaban allí y que resultaron heridas. Hubo 400 heridos, 40 con secuelas de por vida. Cuando surgió el nombre de “Terciopelo”, no me gustó para nada. Con este calificativo la revolución perdió su esencia, se convirtió en algo extraño”.

No está claro quién usó el calificativo por primera vez. Después del año 1989, el término empezó a usarse como sinónimo de revoluciones sin violencia, por ejemplo de la revolución de 2003 en Georgia, que condujo a la caída del presidente Eduard Shevardnadze.

Mejstřík sostiene no obstante que el concepto “revolución” en sí puede ser engañoso.

“Hubo 400 heridos, 40 con secuelas de por vida. Cuando surgió el nombre de “Terciopelo”, no me gustó para nada”.

“Podemos discutir sobre lo que define una revolución. Por supuesto que nadie quería sangre, nadie quería que la gente disparara. La idea de los claveles en los fusiles y cañones apareció ya en los años 60 en EE.UU. La idea de la paz estaba profundamente arraigada en nosotros, tal y como en todos los seres vivos. Nadie desea morir”.

Mucho ha sucedido desde 1989, pero no todos los objetivos de los estudiantes que lucharon por la libertad del país se han hecho realidad, dice Mejstřík. Le preguntamos al exlíder estudiantil qué cambios ha registrado en el pensamiento y la estructura desde ese entonces.

El diputado Martin Mejstřík  (2008),  foto: Khalil Baalbaki,  ČRo
“En primer lugar, vivimos en una democracia, lo cual es muy positivo y es lo que queríamos. La pregunta es, en qué estado está la democracia. Tengo que decir que en la República Checa la situación no se ve muy bien. No hemos logrado compensar el pasado comunista, lo que se ve reflejado en la Policía, el poder judicial, la esfera empresarial. Tenemos instituciones democráticas, pero lo que nos falta es un poder judicial eficaz, ese es el tercer pilar de la democracia, y creo que no funciona.”

Para Martin Mejstřík, figura prominente de noviembre de 1989, la Revolución de Terciopelo terminó con la elección de Václav Havel como presidente. Considera que en la actualidad no se encuentra en la sociedad checa un candidato presidencial fuerte. Según el expolítico, la élite de la nación desapareció como resultado de los regímenes totalitarios. Sin embargo, se alegra de haber vivido el fin del régimen comunista y de haber podido contribuir a su caída.

“Tenemos que cambiar la percepción del mundo en que vivimos, no estamos aquí solos”.

“Estoy feliz de que vivamos en una democracia, que el comunismo en Europa Central y Oriental haya caído. Muchos de nosotros, incluido yo, no creíamos que esto pasaría. Cuando vemos que nuestros hijos pueden viajar libremente por el mundo y acceder a cualquier tipo de información que necesitan, estamos orgullosos. Pero esto no significa que no haya nada que cambiar”.

La democracia debe protegerse, añade Mejstřík, lo que es responsabilidad de todas las generaciones, y no es una tarea fácil.

“Creo que es un gran desafío para los jóvenes hacer frente a las tareas que enfrenta la humanidad. Y tengo que decir que nuestra generación no está ayudando mucho en esto”.

Cuando le preguntamos si consideraba necesaria otra revolución para que la sociedad checa avance, Mejstřík respondió que no quisiera repetir los acontecimientos de 1989 y que ni siquiera sería posible. Si hace falta algún cambio radical, es una “revolución de corazones”.

“Creo que es un gran desafío para los jóvenes hacer frente a las tareas que enfrenta la humanidad”.

“Tenemos que cambiar la percepción del mundo en que vivimos, no estamos aquí solos. El mundo es cada vez más pequeño, vivimos en un pueblo, y en este pueblo no hay solo personas. Hay muchos seres vivos aquí con nosotros, es un planeta hermoso, y especialmente Occidente lo está saqueando. La civilización del consumidor es, en mi opinión, un callejón sin salida, y deberíamos hacer algo al respecto rápidamente”.

Este 17 de noviembre, Martin Mejstřík revivirá el año 1989 una vez más en la Plaza Venceslao de Praga, en ocasión de las grandes celebraciones del aniversario de la Revolución de Terciopelo en la capital checa.

A las fiestas se unirán 35 ciudades checas, donde tendrán lugar eventos conmemorativos organizados por ciudadanos, estudiantes y testigos de la Revolución.

Martin Mejstřík  (2019),  foto: archivo de ČRo