Director de cine Jonás Trueba: lo extraordinario está en lo ordinario

'La virgen de agosto', foto: Film Servis Festival Karlovy Vary

En el Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary se estrenó la película “La virgen de agosto” del director Jonás Trueba. Tuvimos la oportunidad de hablar con el cineasta sobre sus comienzos en la industria, la visión de su obra, y su conexión con la cinematografía checa.

Foto: Film Servis Festival Karlovy Vary

La virgen de agosto',  foto: Film Servis Festival Karlovy Vary
El Festival de Cine de Karlovy Vary ofrece cada año la oportunidad de conocer nuevas películas de diferentes géneros, países y enfoques. Además de incluir cinematografía checa, anualmente presenta estrenos de directores prometedores de todo el mundo.

En la competición principal del festival de este año se presenta una película de producción española, “La virgen de agosto” de Jonás Trueba. Como recalcó el director de cine para Radio Praga, tiene una conexión muy cercana con la cinematografía checa.

“Muchas veces el cine tiende a sobredimensionarse o a generar falsas expectativas. Nosotros intentamos trabajar en una escala real y propia”.

“Yo la cinematografía checa la miro muchísimo. Mi padre me transmitió el amor por el cine checo. Para mí siempre ha sido muy importante. De hecho, a mi padre a veces en broma le llamo Papoušek, que es el nombre de un cineasta checo. Y a mi director de fotografía, a Santiago Racaj, lo llamo Racajič, y él me llama Jonasek. Nos ponemos nombres checos. Para mí estar aquí es muy divertido”.

De las películas que más le han influenciado menciona a “Ecce Homo Homolka” del mencionado director Jaroslav Papoušek, o las películas de Miloš Forman, como “Los amores de una rubia” o “¡Al fuego, bomberos!”.

Trueba dice que nunca tomó la decisión concreta de que quería ser director de cine, era algo que sucedió de una manera muy natural. Esto se debe en gran parte al hecho de que viene de una familia de cineastas.

Jonás Trueba,  foto: Eliška Kubánková
“Empecé de una manera muy natural. Desde que era muy joven ya me gustaba hacer cortometrajes con mis amigos en los tiempos libres. Recuerdo que mi abuela me regaló una pequeña cámara de vídeo y empezamos a grabar un poco inconscientemente. Yo pertenezco a una familia de cineastas, mi padre también es director de cine. De alguna manera el cine siempre ha estado en casa, me he relacionado con el cine de una manera muy cotidiana”.

Tras haber empezado su carrera como guionista, poco a poco se dio cuenta de que quería dirigir sus propias historias. Después de conocer al productor Javier Lafuente, las cosas se pusieron en movimiento, prosigue Trueba.

“Conocí a Javier y empezamos a filmar cortometrajes. Hicimos una primera película con una productora más grande en España, pero nos damos cuenta de que queríamos trabajar de una manera más propia, más nuestra, más única, más independiente. Entonces fundamos una productora común que se llama “Los ilusos films”, que nace después de que filmamos una película que se llama igual, “Los ilusos”. La filmamos con seis personas de equipo durante siete meses en ratos libres, los fines de semana”.

Con la fundación de su propia productora desapareció la obligación del tiempo y de la producción estándar del cine. Pronto vinieron más películas, como “Los exiliados románticos” o “La reconquista”, y recientemente tuvo su estreno “La virgen de agosto”. El director destaca que sus obras han tenido una característica en común.

“Entiendo el cine como una manera de pensar el comportamiento humano”.

“Las películas comparten una manera de entender el cine, de hacerlo, desde la producción. Trabajamos siempre con presupuestos pequeños, pero suficientes. Nunca sentimos que nos falta dinero, que nos falta producción. Intentamos ser muy conscientes de quiénes somos, de dónde estamos, en qué país nos toca hacer el cine, en qué ciudad, en qué circunstancias. Y a partir de eso, sin engañarnos, porque muchas veces el cine tiende a sobredimensionarse o a generar falsas expectativas, intentamos trabajar en una escala real y propia”.

Esto hace que las películas, según indicó el director, “respiren de una manera parecida”. Casi siempre se reúne el mismo equipo de técnicos y actores, lo que contribuye a la construcción de una identidad propia de las obras.

Foto: Film Servis Festival Karlovy Vary
Como es el caso de “La virgen de agosto”, las películas de Jonás Trueba no son películas de argumentos, sino 'de sensaciones'. No parten de una idea concreta, pero sirven como una invitación a contemplar la vida, explica el director.

“Somos un poco filósofos con el cine. Yo entiendo el cine así, como una manera de pensar el comportamiento humano. Qué hacemos, qué no hacemos, por qué lo hacemos, como nos enamoramos, cómo nos relacionamos con nosotros mismos, con nuestros amigos, con la ciudad”.

El hecho de que sea una película contemplativa no significa que no tenga un mensaje que transmitir. Entre los temas que aborda está la identidad, la femineidad y el paso del tiempo.

“Yo creo que esta película habla de la identidad, de esa idea de cómo se llega a ser uno mismo, que es una idea que es sencilla y compleja a la vez. La identidad es entendida como algo que se construye de cero, como algo nuevo, en puro presente, no una identidad construida a partir del pasado, de algo que heredas”.

“Las películas que hago respiran a través de los actores, confío mucho en ellos”.

El factor más importante en la creación de la película son los propios actores, dice el director. El punto de partida es un guion, por supuesto, pero el énfasis se pone en las personalidades de los protagonistas, lo que permite que la película esté viva.

“Intento escribir los diálogos específicamente para esos actores, para que se sientan cómodos. Los trabajo con ellos hasta el momento de estar filmando la toma. Creo mucho en ellos, intento ajustarme a ellos, no que ellos se ajusten a mí. Son más películas de actores, de personas. Es una forma de pintar, pintar con los actores. Las películas que hago respiran a través de los actores, con la voz que tienen, con los ojos, con su cuerpo, con la manera de relacionarse. Yo confío mucho en ellos. Y pienso mucho qué actores quiero para la película, porque sé que cuando elijo a los actores, estoy determinando absolutamente la personalidad de la película que voy a hacer”.

Foto: Film Servis Festival Karlovy Vary
Esto presenta un reto también para los protagonistas, porque tienen que imaginarse a sí mismos como posibles personajes de ficción, descubrir sus puntos fuertes y las características que hacen que su personalidad sea única, prosigue Trueba.

“Hay veces que parece que valoramos más si interpretamos a un personaje muy diferente a nosotros, si hacemos una película de algo muy extraordinario. Yo intento hacer algo extraordinario con lo ordinario. Que valoremos todos que nuestra vida cotidiana es extraordinaria, si la filmamos con cariño. Que hay algo de poner en valor de lo que somos, sin necesidad de inventarnos mucho. Diría que nuestro género son documentales ficcionados”.

Otros aspectos cruciales presentes en la obra de Jonás Trueba son el aprovechamiento de la luz y de los sonidos. Usando las técnicas cinematográficas, se reflejan y subrayan los pensamientos de los protagonistas, sus deseos y estados de ánimo.

“Yo intento hacer algo extraordinario con lo ordinario. Diría que nuestro género son documentales ficcionados”.

“No me puedo pensar el cine sin sonidos y sin la luz. Trabajo siempre con Santiago Racaj que es mi director de fotografía, es un director de fotografía maravilloso. Compartimos una idea común en todas las películas de trabajar la luz desde la franqueza, la honestidad, hacer una luz naturalista pero a la vez una luz que no es realista. Es una especie de naturalismo sofisticado. En esta película especialmente la luz era muy importante porque esa luz del verano es una luz difícil, es más plana. Era un reto filmar esa luz plana y darle volumen. Intentamos muchas veces contrastar entre las altas luces del sol y las sombras, los pasos del día a la noche. Creo que es una película que también habla de eso, del paso del tiempo, del paso de día a día”.

Aparecen también muchos contrastes en la parte sonora del filme, combinando silencios y sonidos fuertes que representan la vida real y sirven para guiar a los espectadores a través del transcurso del día.

Foto: Film Servis Festival Karlovy Vary
Las fuentes de inspiración de la película se manifiestan en forma de referencias sutiles, como es el caso de la obra del escritor estadounidense Ralph Waldo Emerson. Aunque no sea de manera forzada, es aparente que este autor es la base de la idea principal detrás de la obra. En concreto, la cuestión de la identidad es el tema principal del ensayo “Confianza en sí mismo”, como explica el director de cine Jonás Trueba.

“Emerson fue fundamental en la concepción de la película. Yo casi siempre me apoyo en todas las películas en libros y textos y escritores que me gustan y me ayudan a pensar las ideas. Diría que intento poner en escena estas ideas. Pienso que el cine permite practicar la filosofía de una manera muy concreta, a través de los movimientos de los personajes, del comportamiento humano, de cómo se relacionan entre sí. Eso es una manera de pensar la filosofía. Emerson tiene esta idea de cómo pensar los hombres originales, que dice él, los hombres que son capaces de ser propios, de ser auténticos de una manera propia, y la película va de eso”.

El cineasta menciona por último la importante fuente de inspiración que suponen para él las películas checas, o checoslovacas. Confía incluso que una secuencia del río en “La virgen de agosto” tiene algo que ver con una secuencia de la película “Ecce Homo Homolka” del director checo Jaroslav Papoušek. En fin, hay más conexiones entre la cinematografía mundial de lo que uno podría pensar.

Foto: Film Servis Festival Karlovy Vary