Otakar Kubín - clásico de la pintura moderna checa

Cuadro 'Boskovice' de Otakar Kubín

En el centro de la localidad de Boskovice, en Moravia del Sur, hay un pintoresco parque al que suelen dirigirse muchos habitantes locales en busca de la tranquilidad. Hace poco, en el parque fue instalado un busto del destacado pintor y escultor, Otakar Kubín, uno de los pioneros de la pintura moderna checa. La obra, en cuya realización ayudaron los habitantes de Boskovice, fue inaugurada con motivo del reciente 120 aniversario de nacimiento de Kubín y se encuentra a unos pasos de la casa natal del artista.

Otakar Kubín nació en 1883 en la localidad de Boskovice, en el sur de Moravia, en la familia de un impresor. Al crecer Otakar, sus padres que eran ambos muy cultos, querían que estudiara pedagogía, pero a él le atraía más la carrera artística.

Estudió primero el arte escultural, pero posteriormente prefirió la pintura que fue a estudiar a Praga a la Academia de Artes Plásticas. Independientemente de los éxitos en el estudio, Otakar Kubín se sentía en la Academia muy atado y limitado en su trabajo, le faltaba la sensación de respirar aires nuevos y agitados.

Se unió por ello al grupo de artistas llamado "Los ocho" que aspiraban a crear de manera nueva, aproximándose más a la vida real. La primera exposición de los artistas del grupo de "Los ocho" en Praga, en 1907, tuvo un gran éxito. Según los especialistas, fue precisamente esa muestra que sentó las bases de la pintura moderna checa.

Kubín deseaba seguir ampliando sus conocimientos sobre las nuevas técnicas artísticas, por lo que decidió viajar por Europa y reunir algunas experiencias. Visitó Francia, Bélgica y Holanda. Francia le impresionó de tal manera que en 1913 Kubín abandonó las Tierras Checas y se fue a vivir al sur de ese país, a Provence. En esa soleada provincia, rodeado de campos de lavanda y extensos olivares, pasó cuarenta años de vida.

Aunque vivía distante de su Patria, Kubín nunca perdía contacto con ella. Frecuentemente visitaba su tierra de origen y a partir de 1952 se trasladó a Checoslovaquia para quedarse en ella.

Pero los lazos que le unían con Francia eran muy fuertes y así, al cabo de doce años de vivir en Checoslovaquia, decidió volver a la pintoresca provincia de Provance, donde pasó los últimos años de su vida. Otakar Kubín falleció en 1969 en la ciudad francesa de Marseille.

El legado artístico de Otakar Kubín es amplio y difícilmente podríamos enumerar con exactitud todo lo que abarca. Los expertos en arte calculan que su obra consta de unos tres mil cuadros y otras decenas de obras gráficas y esculturas. El artista lograba pintar hasta cincuenta cuadros al año. Pero debido a que gran parte de su vida Kubín la pasó en el exterior, se supone que muchos de sus cuadros podrían seguir en el anonimato y encontrarse en diversos países del mundo.

La obra de Kubín se caracteriza por varias etapas. Al comienzo, el artista se inspiraba en el impresionismo, para optar luego por el expresionismo que le ofrecía una mayor libertad en el aprovechamiento de los colores y la posibilidad de plasmar en su obra sus propias vivencias. Un gran ejemplo para Kubín fueron los pintores Vincent Van Gogh y Paul Gauguin.

Parte de la obra de Kubín refleja también tendencias del cubismo y se debe especialmente a su amistad con Pablo Picasso. La más exitosa etapa artística de Kubín comenzó después de la Primera Guerra Mundial, cuando se dejó influir por el neoclasicismo. Se inspiraba especialmente en la naturaleza de Provance donde, según decía Kubín, "encontró paisajes que cantaban".

Sus cuadros de aquella época se encuentran hoy en las pinacotecas de varios países del mundo. Y gracias a esa etapa de su creatividad, Kubín llegó a ser considerado representante legítimo de la escuela de pintura moderna parisina.

Un capítulo especial de la obra de Otakar Kubín lo representan sus cuadros realizados en Checoslovaquia. El artista solía dibujar mayormente los amplios campos rodeados de bosques y montes, característicos de la zona de Vysocina que separa a Bohemia de Moravia. Aunque Otakar Kubín pasó mayor parte de su vida en el extranjero, esos cuadros testimonian que el corazón del artista permanecía en su tierra natal.